Ester Mann
Un novio “bien varón”
Abrió
despacio la persiana y se metió en la habitación. Ya varias veces había entrado
por la ventana del departamento de planta baja. Pero solo cuando ella lo había invitado. Esta vez era otra cosa: la
mosquita muerta lo quería dejar… Y él no permitiría que lo pongan en ridículo,
que toda la escuela se enterara que él, Uriel Tedesco, quedó pagando por culpa
de esa bobita.
Se
quedó quieto hasta que sus ojos pudieron vislumbrar las sombras más tupidas de
la cama, la cómoda y las dos sillas. El cuerpo de Nina, bajo las cobijas, subía
y bajaba con el ritmo de su respiración.
Después
de esta noche él la dejaría, pero primero tenía que enseñarle quién decide, quién
es el hombre, tenía que recordarle que él era Uriel y decidiría qué historia contarían
al día siguiente en el colegio.
Sin
vacilación se acostó a su lado y empezó a besarla. Nina se despertó y cuando
entendió lo que pasaba lo empujó con violencia. El rió y continuó, mientras le
decía: ¿qué? ¿Ya no me querés más? ¿Era una broma, no es cierto? ¡Mandarme
un papelito a mí! ¿Porqué no me lo
dijiste personalmente?
Nina
susurraba, no se atrevía a gritar, en la casa todos dormían y además ella tenía
la culpa. ¿Cuántas veces le había permitido o invitado a entrar? Hasta le había
enseñado cómo abrir la persiana anti robo… Si su madre o su abuela se
despertaban habría un escándalo, descubrirían que Uriel había estado entrando
en la casa, que ella fumaba, que les había mentido infinidad de veces y tantas otras
cosas que ni recordaba. ¡Cuántas estupideces que había hecho! Y además, ¿qué
podrían hacer contra Uriel?
Su
familia era influyente, tenían contactos en todos lados, el padre era abogado y
no de los honestos. En cambio, la familia de Nina… Mejor callar, serían solo
unos momentos, que obtenga lo que quiere una vez más y que se vaya...
Nina
no quiso recordarle que se ponga un condón, no quiso hablarle ni demostrarle
ninguna colaboración. No luchó contra Uriel, estaba como muerta, no sentía su
cuerpo. Se veía a si misma desde arriba: tiesa, los miembros estirados, los
ojos cerrados, los labios apretados. En su cabeza martilleaba solo una frase:
¡Diosquenoquedeembarazada!
¡Diosquenoquedeembarazada! ¡Diosquenoquede embarazada!
Uriel
acabó su faena, riéndose se subió el pantalón,
le tiró sobre el pecho una moneda de 10 pesos y se fue por la ventana
diciéndole: ¡eso es lo que sos y eso es lo que valés!
Nina
no lloró; despacio, tratando de no hacer ruido se dio una ducha y volvió a la
cama. No pudo dormir, las lágrimas se deslizaban por sus mejillas y ella
repetía bajito, como una plegaria: mamá, mamita…
Pero
la madre no se despertó ni vino a darle consuelo. La madre dormía, agotada por
el día de trabajo. Había que luchar por un peso más, para pagar la ropa, la
comida, los impuestos. La realidad la superaba y aunque vivía en la casa, sus
pensamientos siempre estaban en otro lado.
Nina
estaba sola con sus problemas de adolescente quinceañera.¿Y si ese animal la
había embarazado?. Cuando se acercó a él le gustaron sus maneras bruscas, su
fuerza, su poder entre los compañeros. Empezaron a salir juntos, ya eran novios.
Tarde se dio cuenta que era un simple matón y que le sería difícil dejarlo. Si en verdad había quedado embarazada, todo
saldría a la luz, todos sabrían lo poquito que ella valía, lo tonta que era.
Al
día siguiente no fue a la escuela, dijo que no se sentía bien. Por suerte su
madre se fue al trabajo y el padre dormía después del horario nocturno. Sus
hermanos tampoco estaban y a su abuela la podía mantener alejada.
A
media mañana Rita la llamó. Le dijo que en la escuela todos comentaban que
Uriel la había dejado y que Nina no valía nada. Detrás de la linda carita no
hay nada, es un mal polvo, eso es todo, proclamaba Uriel a todo el que lo
quisiera escuchar. A pesar de que hacía meses que ellas no se hablaban, desde que Uriel había
abandonado a Rita, Nina escuchó con atención. Cuando largó a Rita él pregonó por toda la escuela que era una puta calentona. También
a Rita la violó para hacerla callar.
Las
dos quedaron en encontrarse tarde, esa noche, en la esquina de la escuela. Cada
una llevaría lo que pudiera.
Al
día siguiente todos los alumnos vieron las pintadas URIEL TEDESCO VIOLADOR/CHICAS,
CUIDENSE DE URIEL TEDESCO/BOYCOT FEMENINO A URIEL TEDESCO.
Rita
y Nina entraron a clase erguidas y orgullosas. El único que sabría quién pintó
las consignas no podía denunciarlas. No era mucho, pero de todas maneras las
dos saborearon el agridulce sabor de la venganza.
Dos
meses después Nina, acompañada por sus padres, abortó en el hospital.
***
Durante
años, casi todas las noches, de hecho hasta que Nina se casó y tuvo su primer
hijo, el padre tenía un sueño que corregía y cambiaba los hechos:
Nina
abría los ojos, alguien prendía la luz del cuarto, en la puerta él y Silvia
miraban a Uriel sin hablar. Silvia, su mujer, intentaba detenerlo tirándole de
la manga del piyama, pero él se acercaba, sujetaba a Uriel por el cuello de la
camisa y la cintura del pantalón y lo arrojaba contra la pared. Uriel no se
defendía, ni siquiera se cerraba el pantalón, salía corriendo hacia la puerta
de la casa y se iba... En el sueño el padre encargaba rejas para todas las
ventanas. Aunque la angustia ya se había adueñado de su alma. ■
Me llamó la atención el título y dejándome llevar por el olfato me encontré con un buen relato cuyo final cierra magníficamente.
ResponderEliminarBien Ester. Una vez más admiro tu sencillez para escribir y a su vez tu profundización en personajes y actitudes.
ResponderEliminarCristina
Bien Nurit , bien por el escrache al H de P!!!!!!! ( diría mi profesor de Psicología ) yo soy mas guaranga)
ResponderEliminarBien varón , bien macho? machumeno , diría yo .
besos.
amelia
La inocencia de Nina violentada narrada de manera que produce indignación en el lector y que obliga a una lectura casi sin aliento, saludos, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarLa falta de dialogo de madres y abuelas con las adolescentes es la causa de los errores que ellas cometen, lo mismo con los varones que no saben que ser macho o hombre, no es violar ingenuas chiquilinas, que se creen mujeres por tener sexo.
ResponderEliminarCarmen Passano