sábado, 21 de abril de 2012


Ester Mann

Un novio “bien varón”

Abrió despacio la persiana y se metió en la habitación. Ya varias veces había entrado por la ventana del departamento de planta baja. Pero solo cuando ella  lo había invitado. Esta vez era otra cosa: la mosquita muerta lo quería dejar… Y él no permitiría que lo pongan en ridículo, que toda la escuela se enterara que él, Uriel Tedesco, quedó pagando por culpa de esa bobita.

Se quedó quieto hasta que sus ojos pudieron vislumbrar las sombras más tupidas de la cama, la cómoda y las dos sillas. El cuerpo de Nina, bajo las cobijas, subía y bajaba con el ritmo de su respiración.
Después de esta noche él la dejaría, pero primero tenía que enseñarle quién decide, quién es el hombre, tenía que recordarle que él era Uriel y decidiría qué historia contarían al día siguiente en el colegio.
Sin vacilación se acostó a su lado y empezó a besarla. Nina se despertó y cuando entendió lo que pasaba lo empujó con violencia. El rió y continuó, mientras le decía: ¿qué? ¿Ya no me querés más? ¿Era una broma, no es cierto? ¡Mandarme un papelito a mí!  ¿Porqué no me lo dijiste personalmente?

Nina susurraba, no se atrevía a gritar, en la casa todos dormían y además ella tenía la culpa. ¿Cuántas veces le había permitido o invitado a entrar? Hasta le había enseñado cómo abrir la persiana anti robo… Si su madre o su abuela se despertaban habría un escándalo, descubrirían que Uriel había estado entrando en la casa, que ella fumaba, que les había mentido infinidad de veces y tantas otras cosas que ni recordaba. ¡Cuántas estupideces que había hecho! Y además, ¿qué podrían hacer contra Uriel?
Su familia era influyente, tenían contactos en todos lados, el padre era abogado y no de los honestos. En cambio, la familia de Nina… Mejor callar, serían solo unos momentos, que obtenga lo que quiere una vez más y que se vaya...
Nina no quiso recordarle que se ponga un condón, no quiso hablarle ni demostrarle ninguna colaboración. No luchó contra Uriel, estaba como muerta, no sentía su cuerpo. Se veía a si misma desde arriba: tiesa, los miembros estirados, los ojos cerrados, los labios apretados. En su cabeza martilleaba solo una frase:
¡Diosquenoquedeembarazada! ¡Diosquenoquedeembarazada! ¡Diosquenoquede embarazada!
Uriel acabó su faena, riéndose se subió el pantalón,  le tiró sobre el pecho una moneda de 10 pesos y se fue por la ventana diciéndole: ¡eso es lo que sos y eso es lo que valés!

Nina no lloró; despacio, tratando de no hacer ruido se dio una ducha y volvió a la cama. No pudo dormir, las lágrimas se deslizaban por sus mejillas y ella repetía bajito, como una plegaria: mamá, mamita…
Pero la madre no se despertó ni vino a darle consuelo. La madre dormía, agotada por el día de trabajo. Había que luchar por un peso más, para pagar la ropa, la comida, los impuestos. La realidad la superaba y aunque vivía en la casa, sus pensamientos siempre estaban en otro lado.

Nina estaba sola con sus problemas de adolescente quinceañera.¿Y si ese animal la había embarazado?. Cuando se acercó a él le gustaron sus maneras bruscas, su fuerza, su poder entre los compañeros. Empezaron a salir juntos, ya eran novios. Tarde se dio cuenta que era un simple matón y que le sería difícil dejarlo.  Si en verdad había quedado embarazada, todo saldría a la luz, todos sabrían lo poquito que ella valía, lo tonta que era.
Al día siguiente no fue a la escuela, dijo que no se sentía bien. Por suerte su madre se fue al trabajo y el padre dormía después del horario nocturno. Sus hermanos tampoco estaban y a su abuela la podía mantener alejada.

A media mañana Rita la llamó. Le dijo que en la escuela todos comentaban que Uriel la había dejado y que Nina no valía nada. Detrás de la linda carita no hay nada, es un mal polvo, eso es todo, proclamaba Uriel a todo el que lo quisiera escuchar. A pesar de que hacía meses que ellas  no se hablaban, desde que Uriel había abandonado a Rita, Nina escuchó con atención. Cuando largó a Rita  él pregonó por  toda la escuela que era una puta calentona. También a Rita la violó para hacerla callar.
Las dos quedaron en encontrarse tarde, esa noche, en la esquina de la escuela. Cada una llevaría lo que pudiera.

Al día siguiente todos los alumnos vieron las pintadas URIEL TEDESCO VIOLADOR/CHICAS, CUIDENSE DE URIEL TEDESCO/BOYCOT FEMENINO A URIEL TEDESCO.
Rita y Nina entraron a clase erguidas y orgullosas. El único que sabría quién pintó las consignas no podía denunciarlas. No era mucho, pero de todas maneras las dos saborearon el agridulce sabor de la venganza.
Dos meses después Nina, acompañada por sus padres, abortó en el hospital.

                                                     ***                          

Durante años, casi todas las noches, de hecho hasta que Nina se casó y tuvo su primer hijo, el padre tenía un sueño que corregía y cambiaba los hechos:
Nina abría los ojos, alguien prendía la luz del cuarto, en la puerta él y Silvia miraban a Uriel sin hablar. Silvia, su mujer, intentaba detenerlo tirándole de la manga del piyama, pero él se acercaba, sujetaba a Uriel por el cuello de la camisa y la cintura del pantalón y lo arrojaba contra la pared. Uriel no se defendía, ni siquiera se cerraba el pantalón, salía corriendo hacia la puerta de la casa y se iba... En el sueño el padre encargaba rejas para todas las ventanas. Aunque la angustia ya se había adueñado de su alma. 

5 comentarios:

  1. Me llamó la atención el título y dejándome llevar por el olfato me encontré con un buen relato cuyo final cierra magníficamente.

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  2. Bien Ester. Una vez más admiro tu sencillez para escribir y a su vez tu profundización en personajes y actitudes.
    Cristina

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  3. Bien Nurit , bien por el escrache al H de P!!!!!!! ( diría mi profesor de Psicología ) yo soy mas guaranga)
    Bien varón , bien macho? machumeno , diría yo .
    besos.
    amelia

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  4. La inocencia de Nina violentada narrada de manera que produce indignación en el lector y que obliga a una lectura casi sin aliento, saludos, Carlos Arturo Trinelli

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  5. La falta de dialogo de madres y abuelas con las adolescentes es la causa de los errores que ellas cometen, lo mismo con los varones que no saben que ser macho o hombre, no es violar ingenuas chiquilinas, que se creen mujeres por tener sexo.

    Carmen Passano

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