miércoles, 16 de noviembre de 2011

CINE: 'Melancolía'



 máxima favorita a los premios del cine europeo 

El filme de Lars von Trier obtiene ocho candidaturas.- 'La piel que habito' compite en dos apartados: mejor música y dirección artística

GREGORIO BELINCHÓN | Sevilla
 
Cultura - 05-11-2011
Los académicos europeos han sabido separar el arte -una película- de los desvaríos de su autor -Lars von Trier- y esta mañana en Sevilla en el anuncio de las candidaturas de los galardones del Cine Europeo, Melancolía, de Lars von Trier ha obtenido ocho candidaturas, contra las cuatro de sus principales rivales: En un mundo mejor, de Susanne Bier (filme danés que ya ganó el Oscar al mejor filme de habla no inglesa), El niño de la bicicleta, de los hermanos Dardenne, El discurso del rey, de Tom Hooper, The artist, de Michel Hazanavicius, y Le Havre, de Aki Kaurismäki. La piel que habito, de Pedro Almodóvar, competirá en los apartados a mejor música -por la partitura de Alberto Iglesias- y a mejor dirección artística -por la labor de Antxon Gómez-. Además Chico y Rita está en el apartado a mejor película de animación.
En mejor película disputarán el galardón Melancolía, El niño de la bicicleta, The artist, En un mundo mejor, Le Havre y El discurso del rey. La mejor dirección estará entre Susanne Bier, los Dardenne, Von Trier, Kaurismäki y el húngaro Bela Tarr, por su El caballo de Turín. La mejor actriz estará entre Kirsten Dunst y Charlotte Gainsbourg (ambas por Melancolía), Cécile de France (El niño de la bicicleta), Nadezhda Markina (Elena) y Tilda Swinton (We need to talk about Kevin). El mejor actor saldrá del quinteto entre Jean Dujardin (The artist), Colin Firth (El discurso del rey), Mikael Persbrandt (En un mundo mejor), Michel Piccoli (Habemus Papam) y André Wilms (Le Havre).
Alberto Iglesias compite en mejor música contra las bandas sonoras de El discurso del rey, El caballo de Turín y The artist. Antxon Gómez concursa contra las direcciones artísticas de Melancolía y Habemus Papam.
En el acto hablaron a favor del cine europeo el director del ICAA, Carlos Cuadros, y el presidente de la Academia, Enrique González Macho, que además recibirá esta noche un premio de honor. Y se adelantaron dos premios: el Euroimage, que en su quinta edición al mejor productor europeo, recaerá en la hispanouruguaya Mariela Besuievski, de la Tornasol Films responsable de títulos como El secreto de tus ojos o Un cuento chino, y cerebro de innumerables coproducciones entre España y Latinoamérica.
Las candidaturas se anuncian dentro del festival de cine europeo de Sevilla, en lo que el director artístico del certamen, Javier Martín Domínguez, califica como "el acto más importante de esta semana". La entrega será en Berlín el próximo 3 de diciembre.
A pesar del fallo técnico que deslució ayer por la noche la gala de inauguración -no se proyectó la película de arranque, Los muertos no se tocan, nene- la mañana soleada de Sevilla ha ayudado a pasar el mal trago en un acto que se celebra con la Giralda, el Guadalquivir y la Torre del Oro de fondo. ■

Nota suplemento

Cine y melancolía

Desde Aristóteles e Hipócrates y hasta el Renacimiento la melancolía suele considerarse la expresión de la atrabilis o bilis negra y a menudo la manifestación del genio bajo el influjo de Saturno. En la estela de Robert Burton no han faltado Anatomías de la melancolía. A menudo se ha asociado la melancolía con la figura del hombre escindido, consciente de su finitud, que no encuentra respuesta ante preguntas todas ellas relacionadas con la búsqueda de un sentido. Y algunos piensan que Adán expulsado del Paraíso es el primer melancólico. Y es que el melancólico, esté donde esté, es un exiliado que necesita su condición de desterrado, algunas veces voluntario, para adquirir la lucidez. De ahí esas celdas, esos acantilados, esos desiertos, esas planicies esteparias, esas lunas amenazadoras, esas cumbres inalcanzables porque el temperamento melancólico necesita deambular. La melancolía cuaja, por así decirlo, en un mundo desencantado donde a duras penas el hombre puede hallar la fe, la esperanza o la dicha.
Algunas expresiones artísticas como Hamlet soliloquiando frente a la calavera de
Yorick, Melencolia I de Durero, los poemas de Flores del mal y The Raven, los viajeros
abismados ante el infinito en los lienzos de Caspar David Friedrich, mujeres frente a
una ventana en los cuadros de Edward Hopper, y, hoy día, la estatua de Ron Mueck que muestra un hombre obeso, sentado, absorto, son muy conocidas pero no siempre las asociamos con la melancolía que no es nostalgia, ni bucolismo, ni tampoco una suave tristeza; puede ser más oscura, desesperada y violenta sin llegar al extremo propuesto
por Coleridge según el cual la melancolía es la luz que penetra en la habitación del
moribundo.
Los ensayos de Walter Benjamin, Erwin Panofsky, Jean Starobinski, Jackie Pigaud, la
antología publicada por Yves Hersant en la colección Bouquins, y Melancolía, genio y
locura en Occidente la excelente publicación colectiva coordinada por Jean Clair al
tiempo que la exposición presentada en el Grand Palais en Paris en 2005 proponen
sugerentes análisis estéticos pero curiosamente escasean los textos dedicados a la
melancolía en el cine, cuando el cine ha dado muestras magníficas de expresiones
melancólicas.
A raíz de la exposición presentada en el Grand Palais Positif ha dedicado en junio de
2007 un dossier a Melancolía y cine. Después de un repaso conceptual e histórico Yves
Hersant hace hincapié en la melancolía del cine y su naturaleza espectral. A partir de un estudio de Mabuse, el jugador Alain Masson propone una reflexión sobre el “éxtasis
melancólico”. Philippe Fraisse bucea en las obras de ciencia ficción de Resnais, Kubrick
y Tarkovski donde se entrecruzan un “relato del tiempo perdido/reencontrado, del deseo cumplido/imposible, de la voluntad de poner fin a esta tragedia”. Sylvie Rollet transita por las obras de Angelopoulos, Sokurov y Béla Tarr que comparten una “conciencia histórica de la catástrofe” ubicándonos en un espacio-tiempo indefinido. Franck Kaush establece un paralelismo entre Ford y Malick deseosos ambos de “representar lo que adviene oponiéndolo a lo que pudo ser”. Michel Sineux se ciñe a Valerio Zurlini asediado por el “lamento difuso” de la melancolía generado por el “sufrimiento de estar vivo”. Michel Ciment resalta el tiempo interior de los personajes de Angelopoulos y el movimiento del mundo que lo sobrepasa y para aquellos que son artistas el paso de la “meditación fecunda a la tristeza estéril”. Adrien Gombeaud analiza el sol chino de la melancolía en las películas Wang Bing, Jia Zhanke, Wong Kar-wai, Hou Hsiah-hsien; destaca en la melancolía oriental un “germen de un renacimiento”, una esperanza no vana alejada de la melancolía occidental. Y yo contribuyo con un texto que versa sobre la relación entre la melancolía y las imágenes fijas, es decir, cómo la fotografía y la pintura son empleados con frecuencia para formular una reflexión sobre el paso del tiempo. 

Tan variadas son, y algunas veces insospechadas, las manifestaciones de la melancolía en el cine que un ciclo que trate de mostrar algunas de ellas puede ser extenso. En Jalsaghar percibimos la contemplación de un mundo a punto de fenecer. Un aristócrata fascinado por el baile se endeuda sin importarle el desmoronamiento de su palacio, olvida a su familia, se sume en una suerte de letargo con el único fin de captar el latido
del tiempo. En Las dos inglesas tres personajes novelescos prisioneros de su
idealización del amor se condenan a sí mismos a vivir fuera del tiempo y casi fuera de sí
mismo en una búsqueda ilusoria. Sus amores y soledades se prestan a las relaciones
epistolares, a la escritura de diarios, a la agudización de una conciencia atormentada. La sociedad victoriana de Nueva Inglaterra cohíbe el deseo del trío protagonista de La edad de la inocencia mientras hallan un refugio en la cultura y el lujo. El título nos recuerda que según Welles, otro temperamento melancólico, el gran tema de la cultura occidental
es el de la inocencia perdida. Tanto en la película de Truffaut como en la de Scorsese el epílogo acrecienta el vértigo producido por el paso de una vida a la sombra de sí mismo y la sensación de haber vivido un largo exilio. Tras el ropaje de la ciencia ficción
Solaris nos adentra en una historia de amor loco donde un hombre experimenta el deseo casi enfermizo de vivir junto a la aparición de la mujer difunta que amó y se suicidó, negando así todas las ataduras. A los que aman es un intento, inhabitual en el cine español, de acercamiento a lo novelesco. De nuevo el desamor quiebra el deseo de los  personajes que en este caso buscan un consuelo en la naturaleza. La heroína de Out of  Africa recuerda con agrado y tristeza los años vividos en su granja africana y su amor con un aviador rebelde y solitario. La exaltación del paisaje, de la belleza y del amor sirve de contrapunto a la introspección sobre lo efímero de nuestra condición narrada de manera clásica. En Las señoritas de Wilko el regreso de un hombre a un pueblo donde conoció a cinco hermanas es otra busca de un tiempo perdido, es decir que el viaje es con frecuencia para el melancólico ante todo una travesía en el tiempo. Si bien difiere, y mucho, la dramaturgia, Reminiscences of a Journey to Lithuania ofrece otro ejemplo de viaje hacia la semilla, de una búsqueda algo obsesiva que desgrana una impresión de desgarro. No siempre el viaje adquiere una dimensión dramática. Lisbon Story es más un paseo pero la mirada del extranjero despegado de sí mismo, que sólo vive el momento presente, le confiere un indudable color melancólico. Algunas veces los recuerdos son tenues y las personas se tornan espectrales. Así sucede en India Song. Sus figuras, más que personajes, reducidas a una voz átona y un cuerpo vaciado de vida deambulan en una mansión intemporal. No pocas veces el melancólico se pregunta “quién soy”. A lo largo de La doble vida de Verónica el aquí y el ahora se nos escapan y no hay quien sepa con claridad qué explicación encontrar frente al enigma de un ser desdoblado. La creación puede ser también un enigma y así lo expresa la construcción fragmentada de Frida, naturaleza viva. No se le da al espectador ninguna clave para comprender quién fue Frida, antes bien se confirma su opacidad. Dicha opacidad puede ser propia de un mundo casi petrificado, como es el caso en Trás-Os-Montes, ofreciéndose a nuestra mirada tan escrutadora como sosegada, y enseñándonos a detener la mirada.

Floreal Peleato, febrero de 2009




2 comentarios:

  1. No he visto la película, pero destacable es la breve historia de las mejores películas con respecto a la melancolía.
    De la lista, las más características - desde mi visión personal- son " Anatomía de la melancolía" con Richard Burton y la de Sydney Pollack " Africa Mía" ( a ésta la vi tres veces).
    MARITA RAGOZZA

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  2. Perdón, "Anatomía de la melancolía" es el libro de Robert Burton, escrito por un clérigo inglés, con un contenido bastante oscuro.
    MARITA RAGOZZA

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