martes, 15 de noviembre de 2011

CHARLES BUKOWSKI


escritos indecentes. 

Me desperté deprimido. Miré el techo, las grietas del techo. Vi en ellas un búfalo que se lanzaba sobre algo. Pensé que era sobre mí. Luego vi una serpiente con un conejo en la boca. El sol entraba a través de las rajas de las persianas y formaba una esvástica en mi vientre. El agujero del culo me escocía. ¿Sería que tenía otra vez hemorroides? Tenía el cuello rígido y la boca me sabía a leche agria. 
Me levanté y fui hacia el cuarto de baño. Odiaba mirarme en aquel espejo pero lo hice. Vi depresión y derrota. Unas bolsas oscuras debajo de los ojos. Ojillos cobardes, los ojos de un roedor atrapado por un jodido gato. 
Tenía la carne floja. Parecía como si le disgustara ser parte de mí. Las 
cejas retorcidas para abajo parecían enloquecidas, unos pelos de cejas enloquecidas. Horrible. Tenía un aspecto asqueroso. Y ni siquiera tenía ganas de mover el vientre. Estaba atrancado. Me dirigí al retrete a mear. Apunté bien pero no sé por qué salió de lado y se estrelló en el suelo. Intenté apuntar mejor y meé toda la tapa del retrete que me había olvidado de levantar. Arranqué un buen pedazo de papel higiénico y lo limpié. Limpié el asiento. Eché el papel dentro de la taza y tiré de la cadena. Fui a la ventana, miré hacia afuera y vi una cagada de gato en el tejado de la casa de al lado. Luego me di la vuelta, busqué el cepillo de dientes, apreté el 
tubo. Salió demasiado. Rebasó el cepillo y cayó al lavabo. Era verde. Era como un gusano verde. Metí un dedo, cogí un poco, lo puse en el cepillo y empecé a cepillarme. ¡Dientes! ¡Vaya una maldita cosa! Tenemos que comer y comer y volver a comer. Somos asquerosos, condenados a nuestros pequeños y sucios hábitos. Comer y tirarse pedos y rascarse y sonreír y marcharse de vacaciones. 
Terminé de cepillarme los dientes y me volví a la cama. No me quedaba ninguna energía, ningún ánimo. No era más que una chincheta. Un pedazo de linóleo. 

Decicí quedarme en la cama hasta mediodía. Quizá para entonces la mitad del mundo se habría muerto y sería sólo la mitad de duro de sobrellevar. Quizá si me levantase a mediodía tendría mejor aspecto, me encontraría mejor. Una vez conocí a un tipo que no defecaba desde hacía días. Al final simplemente explotó. De verdad. La mierda le salió volando de la barriga. 
Luego sonó el teléfono. Lo dejé sonar. Nunca contesto al teléfono por la 
mañana. Sonó 5 veces y luego paró. Ya. Estaba a solas conmigo. Y como era asqueroso, era mejor que estar con otra persona, con cualquier persona de  las que andan por ahí con sus penosas triquiñuelas y juegos de manos. Me 
subí las mantas hasta el cuello y esperé. 

charles bukowski,  fragmento de Pulp.

4 comentarios:

  1. "Tenía la carne floja. Parecía como si le disgustara ser parte de mí." Esta descripción de ese estado de ánimo que tenemos muchas veces es genial. Ah! Y de paso, yo también conocí a alguien que reventó.

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  2. Pulp es la última novela del autor. El fragmento seleccionado es la identificación de todos los seres que biológicamente no estamos preparados para vivir durante la mañana, y menos atender el teléfono.
    Voy a volver a leer la novela.
    MARITA RAGOZZA

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  3. Los decires literarios del viejo Hank con siguen rápida identificación entre sus seguidores, siempre un placer su relectura, Carlos Arturo Trinelli

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  4. Pese a la crudeza del leguaje , sigo pensando que el viejo Charly , es un tierno total.
    amelia

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