Amelia Arellano LA MUERTA
Sentada sobre los restos de una pared que jamás se concluiría la muerta miraba como el viento norte hacía caer una a una las hojas verdes del nogal. Asi como fueron cayendo las hojas de almanaques suicidas que mutaron la muchacha que era, en esto.
Su cara era pálida, cara de virgen antigua, y sus labios ahora lucían levemente combados por la prótesis mal hecha. No tenía ni un diente propio.
Ella sabía que estaba muerta y como tal no le interesaba y obraba y sentía como un muerto.
La muerta…….ahí viene la muerta – decían sus compañeras de primaria en la escuela de monjas, con la crueldad e inconciencia propia de los niños – al verla tan blanca, tan arregladita y tan quieta.
Parecía que los chicos se habían adelantado al futuro: la profecía estaba cumplida.
Tenía 56 años, pero parecía de mucha más edad, era flaca y alta y los años no le habían hecho perder la altanería al caminar pese a la leve deformación de la columna. Sus pechos se desparramaban sin forma, secos de tanto amamantar el niño que no tuvo.
Miró hacia el cielo que empezaba a mostrar sus primeras estrellas:
Una estrella, dos estrellas, tres estrellas……
El contar le había servido como método de supervivencia.
Toma un pedazo de ladrillo y automáticamente empieza a hacer cruces en un tablón.
Una cruz, dos cruces, tres cruces,……
1976 ,1977, 1978, 1979……..
Entre las estrellas, una nube, una cara maligna,
Una cara, dos caras, tres caras…..
Hace un gesto como para espantar el moscardón de los recuerdos, se levanta prende la luz del patio y se pone a sacar los pulgones de las rosas.
Un pulgón, dos pulgones, tres pulgones……..
Un barrote, dos barrotes, tres barrotes……..
Quita las hojas más infectadas, hace un hueco en el suelo con los dedos y las entierra.
Una hojita, dos hojitas, tres hojitas………
Un cadáver, dos cadáveres, tres cadáveres……
Se encamina al lavadero, descalza, para hacer agua jabonosa con la que intentará eliminar los pulgones. El patio esta unido al lavadero por un caminito de piedras irregulares. Están calientes por el sol.
Una piedra, dos piedras, tres piedras…..
Un hombre, dos hombres, tres hombres….
En una palangana de plástico azul jabona un trapo blanco para hacer espuma, le viene, urgente el recuerdo, un guardapolvo blanco que remojaba en ese mismo recipiente.
Cuando vuelve observa que al costado hay un caminito de hormigas
Una hormiga, dos hormigas, tres hormigas…….
Un pinchazo, dos pinchazos, tres pinchazos…..
Una nuez le pega en la cabeza. Le duele. Siente el ruido de nueces verdes que hace caer el viento y le parece escuchar ruido de aviones.
Una nuez, dos nueces, tres nueces…….
Un diente, dos dientes, tres dientes………
¡Hay que acabar con estas plagas malditas!
La voz le sale descontrolada y ronca. Resuena en la soledad del viejo patio y solo la escuchan el nogal, los rosales, y una que otra araña escondida en la grietas de la pared. Las hormigas huyen despavoridas, las patea, las pisotea, las entierra con grandes puñados de tierra que lastiman sus manos y sus uñas. Deja la palangana en el piso y cae extenuada por el esfuerzo.
Los yuyos le molestan. Se rasca la cabeza.
Un piojo, dos piojos, tres piojos….
El amanecer la encuentra dormida en posición fetal.
Se encamina a la cocina pone el agua para el mate y se va al baño. Sentada en el inodoro, observa como la canilla gotea
Una gota, dos gotas, tres gotas….
Un chorro, dos chorros, tres chorros…
La mujer se estremece es agosto y en La Plata el hielo quema.
Un paso, dos pasos, tres pasos……..
Un diciembre cálido la recibe en la cocina.
Se sienta en una vieja silla de paja y comienza a cebar el mate. Coloca la yerba.
Toma la azucarera y con una cuchara de madera coloca el azúcar.
Una cucharada, dos cucharadas, tres cucharadas…
30 días, 29 días, 28 días………
Prende Radio Universidad, escucha el pronóstico del tiempo, va a cambiar el dial cuando la noticia la deja atónita.
Su cara tiene el color de la cera.
Toma la hoja del almanaque que reza: Diciembre de 1990
La arranca, la hace un bollo y la tira al piso.
Va al baño saca un frasquito.
Una pastilla, dos pastillas, tres pastillas…■
Cuando la soledad se hace obsesión, hay seres que viven muertos... Es un texto ágil que corre en los ojos como una frase, dos frases , tres frases y llega a un final desesperado.
ResponderEliminarMuy entretenido pese a lo sombrío del personaje.
Celmiro Koryto
El camino a la muerte, una de las rutas posibles de nuestra mente. Relato de alguien que vio a gente dirigirse a ese sendero y tal vez no pudo detenerlos.
ResponderEliminarEl señor Muerte en la tradición germánica era más impreciso, nuestra señora Muerte es exacta, ni uno, ni dos, ni tres instantes antes, saludos, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarAmigos:
ResponderEliminarSostengo que toda producción literaria , tiene algo - desde algún lugar- con lo autoreferencial-ésto, que pretende ser un relato ,también.
Les recuerdo que en la fecha mencionada Carlos Menen , indultó , a la Junta Militar reponsable de atrocidades....este cuento - y su protagonista - no vislumbraba , aun como terminaba la historia.
amelia
TUS CUENTOSL ANELIA, TIENEN ESA ESCRITURA QUE REÚNE LA INTRIGA, LA ESCRITURA QUE HUYE DE LOS MOLDES Y EL LUGAR COMÚN. fELICITACIONES.
ResponderEliminarMe ha perturbado especialmente el cuento, porque sin acusaciones ni alegatos - y con verdadero talento literario - se describe a la protagonista luchando por sobrevivir,con ese conteo insistente como un mantra para poder sostener la cordura, hasta que el final, la realidad dura y un veredicto que se arrastra como un ofidio injusto, se la traga.
ResponderEliminarGracias, Amelia por acercarte tanto al dolor, para que nos siga lastimando.
MARITA RAGOZZA
Las tristes invenciones de la soledad son infinitas. Es un mundo escondido, clandestino, distante de todo aunque se aloje en un edificio torre con miles de tonos bulliciosos y todo, en sus moradores, de la impresión de una elección similar en el estilo de vida conforme con ciertos patrones inexistentes.Me gustó
ResponderEliminarCristina