Sección A3 División 24 Sepultura 2 a mi padre Luis y a Renzo Las coordenadas correspondientes a la tumba de mi padre, escritas en un papel sin importancia mostraban una extraña cartografía para delimitar, como en un viejo juego de batalla naval la ubicación en la ciudad de los muertos, de esa especie de inquilinos de la eternidad o lo que fuese que hay después de esto.
Sobre la tierra había crecido musgo, ayudado por la sombra y la humedad y la plaquita que contenía su nombre estaba un poco herrumbrada el horario favorecía la ausencia de otros visitantes, así que me senté a su lado prendí un cigarrillo intentando pensar algo acerca de este misterio llamado muerte.
En eso estaba, cuando llegó un tipo en bicicleta a la tumba vecina, que arrodillado comenzó a rezar vaya a saber qué cosa y al finalizar se acercó a pedirme un cigarrillo a la par que me contaba los motivos de su concurrencia: allí yacían los que habían sido sus padrastros dos personas muy humildes, que le habían dejado lo que tenían que a la vista, era poco, casi nada nos saludamos y partió en su destartalada bicicleta.
Mientras lo miraba alejarse, llegó un auto, cargado de gente que mostraba signos de su posición social claramente en las antípodas del personaje anterior.
Esta vez, el que se acerca a pedirme fuego, es el chofer del vehículo que me ilustra quiénes son y a quien vienen a ver : el dueño de media ciudad, un personaje siniestro, un tipo que supo cultivar el arte de la usura y la acumulación de bienes, actividades primarias de una vida dedicada al dinero y perfeccionada por el desprecio de aquello que no respondiera a esa lógica simple y brutal estos, como el anterior, partieron, y el que saluda es el chofer con un guiño que parece buscar complicidad.
Al quedarme solo nuevamente, pienso en esta breve secuencia extraña y cargada de simbolismos parece tener significancia o representación real pero no alcanzo a precisar si constituye una alegoría de la sociedad o algo similar.
Apago el último cigarrillo y ahora, al mirar el lugar donde reposan los restos de mi padre me doy cuenta que todo ha sido una broma suya una broma acerca de explotadores y explotados.
Me sonrío y siento su voz, entremezclada en el viento, diciéndome: todo esto no es más que otro negocio hijo morir es gratis o casi, pero el post-morten te va a costar un billete siempre veámoslo en perspectiva, susurra y me interroga:
¿ en qué lugar del féretro guardan su fortuna los explotadores ?
el viento cesa de repente y con él las palabras de mi padre.
Me agacho a darle un beso a la tierra que abriga sus huesos, mientras pienso que el mas allá tal vez no sea tan mal lugar, por lo menos para gente como él, que soñaba un mundo diferente camino algunos pasos y voy al encuentro de mi amigo en este encantador hostel para melancólicos sus ojos cargaban dolor y parecían contener un mensaje lo abrazo y antes que me diga nada le advierto que tengo una historia increíble. Andrés Bohoslavsky |
Un puzzle fantástico , confieso , se me perdió una pieza: Donde queda el hostel para melancólicos?
ResponderEliminarAmelia
...siglas para encontrar el muerto y jeroglíficos para seguir en vida.
ResponderEliminar-Irónicamente contado-
Celmiro Koryto
Una genialidad escrita en clave irónica y mordaz. Ambrose Bierce escribiría así hoy...
ResponderEliminarAlejandro Mildestein
Contar la lucha de clases de esta manera es una genialidad. Me identifico con esta poesía, cruda y real. De lo mejor en mucho tiempo.
ResponderEliminarClaudia Figueroa