ENRIQUE MOLINA
Nació en Buenos Aires el 2 de noviembre de 1910 y falleció el 13 de noviembre de 1997. Estudió abogacía y fue tripulante de barcos mercantes. Vinculado a las corrientes surrealistas de Latinoamérica, en 1952 dirigió en Buenos Aires la revista A partir de cero, en colaboración con el poeta y crítico de arte Aldo Pellegrini y los poetas, Juan Antonio Vasco, Olga Orozco, Julio Llinás y Carlos Latorre, entre otros. En 1967 formó parte del comité consultivo de la revista Rueda, junto a Aldo Pellegrini, Julio Llinás, Carlos Latorre y Francisco Madariaga. Su obra poética comienza ser publicada en la década del 40: Las cosas y el delirio(1941), Pasiones terrestres (1946), Costumbres terrestres o la redondez de la tierra (1951), Amantes antípodas (1961), Fuego libre (1962), Las bellas furias (1966), Monzón napalm (1968), Los últimos soles (1980), El ala de la gaviota, (1998), Hacia una isla incierta, (1992). Su única novela: Una sombra donde sueña Camila O’Gorman, fue editada en 1973. Como pintor se destacó en la creación de sugerentes imágenes que se corresponden con su obra surrealista en literatura. Pletóricas y sensuales imágenes constituyen el universo poético de Enrique Molina, que encuentra una definición en el breve comentario de Octavio Paz: (…) Nada más lejos que la descripción de la realidad: la poesía de Molina, como un cuchillo, no describe, se hunde en la realidad (…).
(de Costumbres errantes o la redondez de la tierra 1951)
AMANTES VAGABUNDOS
Nunca tuvimos casa ni paciencia ni olvido
pero un poco más lejos hacia nada
están las lámparas de viaje
temblando suavemente
los hoteles de garganta amarilla siempre rota
y sus toscas vajillas para el suicidio o la melancolía
-¡Oh el errante graznido sobre la cumbrera!
Dormíamos al azar con montañas o chozas
bajo las altas destrucciones del cielo prontas a arder con un fuego inasible
junto al árbol de paso que se aleja
a menudo asomados a ventanas en ruinas
a balcones en llamas o en cenizas
En esos lechos de comarca
la lluvia es igual a los besos te desudabas
girando dulcemente en la oscuridad con la rotación de la tierra
belleza impune belleza insensata
pero sólo una vez sólo una vez
juega el amor sus dados de ladrón del destino:
si pierdes puedes saborear el orgullo
de contemplar tu porvenir en un puñado de arena.
¡Cuántos rostros abandonados!
¡Cuántas puertas de viaje entreabriendo su llanto!
Cuántas mujeres que la luz ahoga
sueltan sus cabelleras de región indeleble besada por el viento
con aves inmóviles posadas para siempre en su mirada
con el silbo de un tren que arranca lentamente sus raíces de hierro.
Con la lucha de todo abandono y de toda esperanza
con los grandes mercados donde pulula cifras
injurias legumbres y almas cerradas sobre sus negros sacos de semilla
y los andenes disueltos en una espuma férrea
-desvarío tiempo y consumación-
tumba de viejos días
bella como el deseo en las venas terrestres
su fuego es la nostalgia
la celosía del trópico tras la cual hay arañas cortinas en jirones y una vieja vitrola
con la misma canción inacabable
pero los amantes exigen frustraciones tormentos peligros más sutiles:
su pasado es incomprensible y se pierde como el mendigo
dejando atrás en el paradero borrascoso.
(de Amantes antípodas 1961)
ALTA MAREA
Cuando un hombre y una mujer se han amado
se separan
se yergue como una cobra de oro el canto ardiente del orgullo
la errónea maravilla de sus noches de amor
las constelaciones pasionales
los arrebatos de su indómito viaje sus risas a través de las piedras sus plegarias y cóleras
sus dramas de secretas injurias enterradas
sus maquinaciones perversas las cacerías y disputas
el oscuro relámpago humano que aprisionó un instante el furor de sus cuerpos
con el lazo fulmíneo de las antípodas
los lechos a la deriva en el oleaje de gasa de los sueños
la mirada de pulpo de la memoria
los estremecimientos de una vieja leyenda cubierta de pronto con la palidez de la
tristeza y todos los gestos del abandono
dos o tres libros y una camisa en una maleta
llueve y el tren desliza un espejo frenético por los rieles de la tormenta
el hotel da al mar
tanto sitio ilusorio tanto lugar de no llegar nunca
tanto trajín de gentes circulando con objetos inútiles o enfundadas en ropas polvorientas
pasan cementerios de pájaros
cabezas actitudes montañas alcoholes y contrabandos informes
cada noche cuando te desvestías
la sombra de tu cuerpo desnudo crecía sobre los muros hasta el techo
los enormes roperos crujían en las habitaciones inundadas
puertas desconocidas rostros vírgenes
los desastres imprecisos los deslumbramientos de la aventura
siempre a punto de partir
siempre esperando el desenlace
la cabeza sobre el tajo
el corazón henchido por la amenaza tantálica del mundo.
Y ese reguero de sangre
un continente sumergido en cuya boca aún hierve la espuma de los días indefensos
bajo el soplo del sol
el nudo de los cuerpos constelados por un fulgor de lentejuelas insaciables
esos labios besados en otro país en otra raza en otro planeta en otro infierno
regresaba en un barco
una ciudad se aproximaba a la borda con su peso de sal como un enorme galápago
todavía las alucinaciones del puente y el sufrimiento del trabajo marítimo con el
desplomado trono de las olas y el árbol
de la hélice que pasaba justamente bajo mi cucheta
este es el mundo desmedido el mundo sin reemplazo el mundo desesperado
como una fiesta en su huracán de estrellas
pero no hay piedad para mí
ni el sol ni el mar ni la loca pocilga de los puertos
ni la sabiduría de la noche a la que oigo cantar por la boca de las aguas y de los campos
con la violencia de este planeta que nos pertenece y se nos escapa
entonces tú estabas al final
esperando en el muelle mientras el viento me devolvía a tus brazos como un pájaro
en la proa lanzaron el cordel con la bola de plomo en la punta
y el cabo de manila fue recogido
todo termina
los viajes y el amor
nada termina
ni viajes ni amor ni olvido ni avidez
todo despierta nuevamente con la tensión mortal de la bestia
que acecha en el sol de su instinto
todo vuelve a su crimen como un alma encadenada a su dicha y a sus muertos
todo fulgura como un guijarro de Dios sobre la playa
unos labios lavados por el diluvio
y queda atrás
el halo de la lámpara el dormitorio arrasado por la vehemencia del verano
y el remolino de las hojas sobre las sábanas vacías
y una vez más una zarpa de fuego se apoya en el corazón de su presa
en este nuevo mundo confuso abierto en todas direcciones
donde la furia y la pasión se mezclan al polen del paraíso
y otra vez la tierra despliega sus alas y arde de sed
intacta y sin raíces
cuando un hombre y una mujer que se han amado
se separan.
Un gran Escritor. Lo admiro profundamente. Gracias, muchas gracias por mostrarlo.
ResponderEliminarGra. Ur.
"todo termina
ResponderEliminarlos viajes y el amor
nada termina
ni viajes ni amor ni olvido ni avidez"
"y otra vez la tierra despliega sus alas y arde de sed intacta y sin raíces"
Siempre partimos, siempre volvemos...Maravilloso poeta. Gracias Artesanías
Olga Ajma
Amantes y vagamundos perdidos en la marea de elocuentes palabras que nos elevan y derriban entre las olas de un gran poeta que se merece todo mi aprecio.
ResponderEliminarCelmiro Koryto
Versos largos y profundos donde la sensualidad es alegría y la separación de los que se han amado deja atrás " un mundo indefenso".
ResponderEliminarEs uno de los grandes poetas latinoamericanos.
MARITA RAGOZZA
Es un poetazo,para leer , releer y no cansarse.
ResponderEliminarDespliega tal intensidad que toca nuestras fibras mas íntimas.
amelia
Agradezco los comentarios y a Ofelia Funes por aportar esta obra de Molina, cuya segunda parte publicaremos a la brevedad.
ResponderEliminarIndefectiblemente el REY DE LA IMAGEN. Maravilloso, Enrique, dueño absoluto de un lenguaje propio, inconfundible y sumamente sensual. "Alta marea" sin dudas uno de los mejores poemas de la historia universal.Susana Macció
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