Ciudades inventadas
Inventar ciudades, imaginar espacios, soñar un barrio o un pueblo no es prerrogativa de escritores y poetas.
El niño juega. Coloca sus pequeños autos, camiones, micros en doble vía. Unos van y otros vienen. A los costados clava unos palitos y los cubre de hojas. Desparrama muñequitos que pasean o que intentan cruzar la calle. Luego abre unas cajas y despliega a un lado, una plaza y al otro, rieles y en un momento el tren a pila aparece estrepitoso. El niño está tratando de reflejar el mapa de su imaginación que hoy puede estar ubicada en el dormitorio, mañana en el patio, o en el comedor. Nos acercamos para acompañarlo en su juego y al rato, nosotros también sentimos que la estamos habitando. No nos sorprende porque todos fundamos ciudades en los primeros años de nuestra vida .
Yo llegué a crear una especie de golem que cumplía muy bien su función de hermanito imaginario. Sufría bastante con Pablito porque sólo yo lo veía y cuando lo pisaban o se sentaban sobre él y lo aplastaban me enfurecía y se me saltaban las lágrimas. Después supe que a otros chicos les ocurría lo mismo con esos hermanos de fabricación misteriosa. Claro que las confesiones mutuas sobre estos engendros vinieron mucho después porque entonces era un secreto muy privado . Quizás por esa experiencia o por mi simpleza sin remedio, llegué a la conclusión que los buscadores de oro, los conquistadores, los aventureros insaciables en procura de enormes extensiones de tierras, islas, montañas son niños muy perversos y anormales porque hasta perecieron en pos de posesiones o de tesoros ,según relatos de origen dudoso. Tampoco titubearon en ejercer la mayor ferocidad si hallaban impedimentos para alcanzar el objetivo. Arrasar y matar formaba parte del plan. Y no sé por qué me refiero al pasado, si detrás de todas las guerras y conflictos contemporáneos se esconden poderosísimos intereses y se crean burdas leyendas de peligros que hay que destruir . Se podría decir mucho de los torrentes de relatos ficticios que recibimos todos los días por los medios y de historias tergiversadas, pero es asunto para sociólogos y politólogos.
Y lo de escritores, poetas , artistas y ciudades imaginarias también va por otro lado. Creo que Nietzsche decía que a los artistas nunca les gusta la sociedad tal cual es, y aunque no lo haya dicho, yo lo subscribo porque los creadores y los locos necesitan un ámbito donde colocar sus fantasmas, sus fantasías, y los conflictos de sus golems mucho más problemáticos que mi hermano Pablito.
Pero respecto de los escritores latinoamericanos en particular, creo que hay una cierta herencia de aquellos extraños descubridores y conquistadores peninsulares, como lo dejó en claro García Márquez en su conocido discurso de 1982 con motivo de recibir el Premio Nobel. …”“Los Cronistas de Indias nos legaron otros (relatos) incontables. Eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna Juventud , el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el norte de México, en una expedición venática cuyos miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron”…
Existieron varias leyendas de El Dorado. Algunos prefirieron la leyenda incaica y la buscaron por el lago Titicaca y otros suponían que estaba ubicada en alguna parte de la selva amazónica. En ambos casos encontraron enormes territorios desolados, espesas, oscuras y temerarias selvas y siempre escasez de provisiones. El altísimo arrojo de aquellas ambiciones se tuvo que conformar con la muerte y la desgracia.
La independencia del dominio colonial no significó curarnos del exceso de imaginación ni tampoco de la demencia y nuestros escritores siguieron encontrando magia en un realismo fantástico de extravagancias que copulan con miserias, hambrunas y yermos. Esperanzas, frustraciones y el eterno retorno.
Podría decirse que hay muchas ciudades ficticias en la literatura universal, pero en nuestro continente hay profundas razones para interpretar que el lugar donde ubicamos nuestros fantasmas es una preocupación que nos viene de lejos, y por eso no me pareció un rodeo inútil, hacer una breve visita a El Dorado y a la Ciudad de los Césares antes de continuar el viaje hacia Macondo de Garcia Marquez, Comala de Rulfo o Santa María de Onetti
El Dorado
Se la cartografiaba un poco móvil, en algún lugar de la Selva Amazónica nada preciso. A veces, en lo que es hoy Bolivia,y otras más hacia el Ecuador o Brasil o quizás más al norte. La ciudad, según se decía , fulguraba enceguecedora por estar enteramente construída en oro –edificaciones y pavimento- y era tanta la cantidad del tentador mineral que lo que sobraba se descartaba.
Se despacharon varias expediciones en el siglo XVI por el oro para la Corona pero fue siempre un fracaso que se reiteraba.
En el siglo XVIII reflotó la curiosidad de los aventureros y se lanzaron al encuentro del tesoro escondido por los Incas después de haber sido asesinado por los conquistadores y los Andes majestuosos fueron otra vez testigos del sangriento festín de los cóndores.
El algún valle cordillerano de la Patagonia , entre Chile y Argentina parece que le dieron lugar en el mapa a esta leyenda mítica después de varios traslados sin suerte por la geografía del cono sur .
También se la llamó Ciudad Encantada o Trapalanda y no resulta novedoso que la imaginaran riquísima en oro y plata, pero sí es llamativo que estaba poblada casi exclusivamente por blancos.
Era una ciudad encantada de huincas 1) náufragos, exiliados, desertores y en menor medida por mitimaes 2) descendientes del Imperio Incaico. Los delirios de aquellos aventureros no cejaban ni ante los vientos fuertes y helados de la Patagonia. Se la buscó intensamente durante la colonia. Acudieron a la zona varias expediciones y es por eso que hay varias versiones y el origen de la leyenda se explica en varias historias independientes.
Pero la pregunta que surge inevitable es sobre el ampuloso nombre. ¿Habría llegado a tanto aquella poderosa imaginación aurífera? Seguro que no. Me temo que la mayor parte de aquella ralea jamás haya oído hablar de los Césares.
Todo es mucho más simple. La primera referencia sobre una rica ciudad perdida data del siglo XVI . Durante la expedición de Sebastián Gaboto al Rio de la Plata , unos catorce hombres al mando del Capitán Francisco César partieron a explorar el territorio inmenso, desconocido y con la ayuda de mala cartografía no se sabe bien para donde rumbearon. Algunos creen que estuvieron en Córdoba; otros sostienen que llegaron al pie de los Andes . Lo cierto es que luego de tres meses, César regresó con tan sólo seis soldados y una nueva historia fanfarrona de riquezas soñadas. Siguieron las búsquedas. Hubo muchas expediciones más pero parece que algunos no tan crédulos y con cierto sentido del humor,o por el exceso de familiaridad con lo inexistente empezaron a denominar a la fabulosa ciudad simplemente como lo de César y a sus habitantes los Césares.
La ciudad de los Césares en la literatura
Precisamente , La Ciudad de los Césares fue el título de una novela juvenil que el escritor chileno Manuel Rojas escribió en 1936. Un grupo de viajeros encuentra la ciudad, mientras siguen las huellas de un minero desaparecido pero hallan a los descendientes de los españoles y a patagones al borde de la guerra civil.
También apareció una versión más libre del mito en 1945: Pacha Pulai, única novela del periodista chileno Hugo Silva. Su lectura en las escuelas chilenas fue obligatoria durante mucho tiempo. No sé si sigue gozando esa distinción en la actualidad.
Martinez Estrada, en Radiografía de La Pampa hace referencia a Trapalanda o Ciudad de los Césares para tratar el conflicto entre ilusión y ficción que se produce en los conquistadores cuando llegan al continente Americano. En este texto, la famosa ciudad significa el sin fin de riquezas que no son, y la apuesta a un futuro que nunca se cumple.
Más allá de las polémicas alrededor de la perspectiva histórico-política de Martinez Estrada en la historia del pensamiento argentino creo que Horacio Gonzalez se refirió a la misma como una “construcción alegórica que nos pone frente a una idea de tiempo muy crispado, donde el presente aparece interrogando al pasado, el pasado aparece inconcluso y siempre rehaciéndose”
Y desde esa óptica es el propio Martinez Estrada quien se refiere a la Ciudad de los Césares o Trapalanda como “el país ilusorio, el imperio de Jauja que atrajo al conquistador y al colono con su promesa de oro y especias que podría transportar a su tierra natal, sin pensar, es claro, en que los piratas le abordarían el barco. La desilusión de quien en vez de Trapalanda pisaba una tierra agreste, que sería preciso labrar y sembrar, regar con sudor y sangre. El intruso decepcionado concibe una seudotrapalanda que en su frustración no le recuerde la derrota. Quiere lo que no tiene, y lo quiere como lo que quiso tener”.
En la próxima entrega encontraremos, por fin, las ciudades surgidas de las fantasías de los escritores. Mientras tanto, para descansar un poco de tanta pesadilla conquistadora pueden visitar otra ciudad que no existe : Springfield 3)en los Estados Unidos, donde viven los Simpson, una familia que tampoco existe. Con toda seguridad los van a encontrar mirando televisión que tampoco existe porque si apagamos nuestra pantalla, nada queda ni para ellos ni para nosotros. ¿Existiremos en realidad o habrá otra pantalla, otra cámara más grande detrás de nosotros y sólo somos títeres sentados en un mundo donde los límites entre la realidad , lo virtual , lo ficticio se han vuelto más confusos que la historia de lo de César?.
1)Huinca : blanco, persona de raza blanca
2 )Mitimaes: Persona perteneciente a una comunidad trasladada desde su lugar de origen a otra zona del Imperio de los incas para cumplir diversas tareas, principalmente económicas y militares
3) Springfield : En los Estados Unidos hay varias localidades que se llaman Springfield pero ninguna coincide con la de Homero y familia. Siempre se cambia la flora , la fauna y los elementos que podrían ayudar a identificarla y darle un lugar en el mapa.
Como siempre, Cristina, apasiona encontrar en tus escritos nuevos interrogantes, elementos históricos o imaginarios que queremos seguir investigando. Muchas gracias y esperamos lo que vendrá.
ResponderEliminarGracias Ester, pero producto de mi apuro en enviar el artículo, supongo, se me pasaron algunos errores , En El Dorado, faltó decir que el asesinado había sido Atahualpa y se me pasaron algunos tiempos de verbo mal usados en distintos lugares del texto.
ResponderEliminarDisculpen todos. Quizás no se dieron cuenta porque estaban entretenidos con el viaje,pero el sueño hipnótico siempre dura poco.
Cristina
El viaje resulta sin dudas encantador. Si bien el motor de los conquistadores era la codicia el expedicionar tiene siempre algo de romántico. También supongo que algunos naturales habrán alimentado el mito para hacerlos seguir de largo. Bueno, tengo mi pasaje aguardaré para seguir la marcha. Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarEs realmente un trabajo muy serio y responsable el tuyo, Cristina. Has invertido esfuerzo, te has documentado y nos prometés nuevas entregas que serán parte, luego, de una crónica de ciudades. Te felicito y como editor agradezco tu tarea responsable y gratificante.
ResponderEliminarAndrés
Gracias querida Cristina : eres para mí un disparador de lecturas y aprendizajes. Alguna vez me dijiste que valorabas la creativid, pero lo primero es recuperar la verdadera hitoria.
ResponderEliminarGracias de nuevo, Cristina.
amelia
Me encantan tus textos, Cristina, ya lo sabes , pero en este caso tengo un aporte , no , a las cuidades no la inventan los poetas , pero si, algunos políticos. JA JA . Cualquier duda, consulte por mail.
ResponderEliminarun abrazo.
amelia
He puesto un comentario y ha volado, como las plumas de un palomar... "Creo haberte escrito, y si no fue así aquí va, no regalo comentarios aduladores, y para tus escritos sólo hay reconocimiento abierto, sin tapujos ni reservas. Es lo que pienso, tus trabajos son serios y no tienen la "majestuosidad" de ciertos intelectuales que la pasan un cepillito con laca a sus trabajos, y luego "brillantina" para barnizar vaciedades...
ResponderEliminarLo que escribiste pues escrito está y habrá tiempo para repasarlos cuando tus textos sobre las ciudades los juntemos en una obra mayor.
(de la carta personal que te mandé) Andrés
El arte vivo es siempre un lugar para soñar e inventar. la creación de ciudades son los espacios ideales para poder exagerar, profundizar y fundar personajes y situaciones.
ResponderEliminarCon gran solvencia Cristina logra hacer un recuento serio de ciudades famosas en literatura donde la magia y el inconformismo hacia la sociedad en que se vive, son propicias para la temática de escritores y poetas.
Felicitaaciones.
MARITA RAGOZZA
Qué interesante texto Cristina, tienen esa mezcla de realidad, cosas de la vida puestas en la narrativa y otro costado que nos informa y desburra. Felicitaciones
ResponderEliminarPedro Altamirano
Cristi, estaba segura de haberte dejado un comentario ....diciendo que coincidía con Marita, en que estas pinceladas por la obra y la mencion de alguien hace que volvamos sobre su obra...y si bien Onetti me gusta pero no me copa,anoche me puse a darle una leída y volver sobre su voz. Gracias por estos textos que me encantan.
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