Augusto:
Esta es la última carta que te escribo.Te lo juro. He esperado una noticia tuya durante estos meses y nada Ahora se que lo del viaje era una mentira imperdonable. Imperdonable. Vos sabes que te he amado de la única forma que puedo obsesionadamente. Así también te he odiado, quizás mucho más. Lo único que me queda claro es que nos unió el deseo, un deseo animal Ahora lo que siento (y por eso que me decidí a escribirte) es una rabia sorda que me carcome, que la siento en las vísceras sube por mis piernas y se aloja en mi pecho.
Me da ganas de romper todo destrozar el mundo de gritar y gritar pero me paralizo me quedo quieta me clavo las uñas me muerdo la boca y esto no lo aguanto si sigo así voy a volverme loca.
Ayer salí como una cabra loca extraviada por el viento de norte no sé cuanto anduve y por donde anduve, no se quien me trajo a casa lo único que se es que cuando desperté tenía un sabor amargo en la boca y la cabeza se me partía tenía una sensación de angustia, de premonición, intolerable
Mi cama amaneció mojada de sangre menos mal porque si hubiera continuado el embarazo te juro que lo aborto no quiero un hijo que puede ser una mierda como su padre. Quiero cortar con todo lo que me acerque a vos mutilarme si es necesario hacerme una lobotomía borrarte de mi vida, no pensar no soñar no respirar.
Te imagino pidiéndome cordura ¿Qué derecho tienes, hijo de puta para pedirme cordura? ¿Donde te llevó tu serenidad, tu Dios, tus putas ideas de paz? ¿Como podes pedirme cordura si sos un cabrón cobarde? Juzgabas lo que vos llamabas mis excesos ¿De que te sirvió tu orden, tu equilibrio? Mira aun debes estar agradecido que yo conseguía sacar el animal que tan negado que había en vos. Nunca te lo perdonaré Nunca. Primero no te perdono tu silencio Debiste decírmelo No tenes el derecho de elegir por mi vida. Sos un egoísta siempre lo fuiste decías querer cuidarme pero lo que buscabas era tu propia tranquilidad ¿Por qué no compartir conmigo? ¿Porque, porque? Me lo pregunto mil veces y no lo entiendo.
¿Qué hago yo ahora, me queres decir que hago?
Tengo clavada en mis retinas las miradas de las viejas harpías cuando me dieron la noticia, no me importa la mirada de censura de tu madre ni la sorpresa de la mía lo que no me aguanté es esa puta mirada de lástima.
¿Cómo crees que reaccione cuando me entere de tu muerte? ¿Con dolor, tristeza, llanto? No fue así .lamente no tener tu cuerpo muerto a mi lado para patearte la cabeza, si hasta me imaginé tus sesos desparramados por el piso. ¿Crees que con una carta ibas a solucionar esta traición, esta infamia, esta cabronada que no tiene nombre? ¿Sabes que hice con la carta? La quemé sin abrirla por lo tanto jamás tendrás la satisfacción de reparar el daño: aun no he aprendido leer las cenizas.
Si estás en algún lugar aunque sea como polvo no te me acerques, aléjate de mi déjame sola con esta rabia que es lo única fuerza que me queda y me permite seguir viviendo porque si no tomo una resolución drástica es porque aun me queda un resabio de duda ante tu certeza de otra vida y no quiero volver a verte ni en esta vida ni en otra.
Carmen
No puedo dejar de preguntarme qué hará esta mujer después de terminar la carta...Quizás el único camino que le quede será el de volver a la normalidad.
ResponderEliminarRelato tan realista que creo conocer a Carmen, pero si me equivoco, estoy segura de haberme topado con otra tan obsesiva como ella.
El relato es absolutamente realista. No está forzado. Hay mujeres que reaccionan así. Yo no me incluyo porque me quedo sentada y sólo maldigo al estilo gitano y con tanta fuerza, que si luego de un tiempo me entero que el señor en cuestión pasó a otra vida, me entra un poco de remordimiento momentáneo pero después brindo con champaña . ¡Las reacciones humanas son tan diversas!!
ResponderEliminarGracias, Amelia. Me gustó
Cristina
Un texto desesperado producto de un amor desesperado, una desmesura que solo puede producir la no correspondencia, C.A.T.
ResponderEliminarUn texto crudo obsesivo donde el dolor del remitente vivo lucha su rabia. Un juego de palabras entre dos cartas una quemada otra abierta que el lector lee.
ResponderEliminarEl amor es una enfermedad que no todos saben curar.
Celmiro Koryto
Comentarios que he puesto y se han volado. Una pieza escrita con la maestría y el manejo literario y emocional de Amelia. Cuídate de los "Idus", querida amiga, que rondan a tus espaldas. Magnífica muestra de tu talento.
ResponderEliminarAndrés
Intensa carta de un amor que dejó bronca, con estilo femenino y literario a la cual muchas mujeres nos sentimos identificadas.Le deseo a Carmen que no tome ninguna resolución drástica.
ResponderEliminarAmar demasiado duele.
Felicitaciones Amelia.
MARITA RAGOZZA