La seda arropa un sillón, evita la pura desnudez del uso. Es el arte que viste el pragmatismo. El deseo y la necesidad en una unión indisoluble. Me la regaló una amiga viajera que vive en Barcelona y llegó hasta mi casa en las manos de otra amiga.
Vietnam que fue durante tanto tiempo para mi sólo guerra y NAPALM, ese fuego en la piel con el que el imperio quiere grabar en el cuerpo del otro la democracia o un sólo modo de vida posible, el de ellos.
Vietnam que fue la foto de una niña corriendo quemada.
Vietnam que fue el nombre de una rabia y un amor
Vietnam que fue ese ardiente deseo de justicia de mi adolescencia.
Ahora inesperadamente es una tela con flores delicadas que casi vuelan en la tela sus arabescos de belleza-
La tela es reversible y desde el otro lado de la trama, de la historia, las mismas flores en colores más suaves.
Desde lo oculto surgen los matices. Ese rojo oscuro, se vuelve un rosa poderoso, un gris acariciante.
Tiempo que pasó desde aquella fiesta celebrando cerca del mar azul la paz y una victoria arrasada de muertes.
Tiempo que trae en la femenina envoltura de la tela la vida que pulsa. La amistad que desoye las distancias y se hace presencia en mi casa cobijo
En cada objeto tantas historias Tela que consuela las heridas de haber visto a la niña vietnamita corriendo desnuda encendida de horror.
Esta seda me viste el alma
. Cristina Villanueva
Un fluir de ideas ante la seda que no llega a tapar los horrores de Vietnam. La voz de Cris se viste de amor por el escabroso territorio de la guerra.Gracias por la memoria, también.
ResponderEliminarSaludos.
MARITA RAGOZZA
La sensibilidad y la pluma de Cris abarcan los temas candentes del mundo, aun los más escabrosos de la historia, y los transforma en una tela colorida dentro de lo que fue horror en la lucha por la independencia del pueblo vietnamita. La tela que le regaló una amiga motivó este texto de Cristina. Gracias, Cris.
ResponderEliminarandrés
Tiene textura tu texto, Cristina. Tiene la suavidad de la seda que no logra , a veces, como lo marcas muy bien, tapar el horror.
ResponderEliminarGracias.
amelia
Podés extraer colores y texturas, aromas y perfumes para hacer de tu casa un cobijo de recuerdo y amistad además de no olvidar que del mismo lugar que llegó la seda, te llegó aquella crispación lacerante del horror.
ResponderEliminarFelicitaciones
Cristina
De tantos recuerdos que duelen pudiste lograr textura de seda en tu voz, Cristina, es admirable tu texto. Un abrazo
ResponderEliminarBetty badaui