1
peaje
el tiempo,
impávido mas consciente
de la obsesión por su longitud y de que solo en nosotros
halla protagonismo su caudal inamovible,
persiste en debitarnos peaje.
controla nuestro pasar cercándonos al nacer
luego, como a un lebrel, nos lanza tras su cebo de futuro
en tanto arbitrario ajusta el cerco
e invierte el collar de púas,
marcándonos en la travesía
con furia variada según su criterio antojadizo;
condescendiente con unos
con otros vil, en ocasiones precoz en su afán
imperturbable siempre
ubicuo y vasto
siempre tiempo, el mismo tiempo
desde el mar a la montaña y del pañal al sudario
en carreta o en avión, tiempo, sólo tiempo
roca y oleaje, manantial y sicario
desde la placenta
hasta el obituario.
2
flores de espuma
por muelles desprovistos de gaviotas
arrastramos las vísceras del amor
que inútiles
se pudren tras nosotros
no hay barcos que atraquen
ni velas que se inflamen
no quedan bancos de coral
tampoco sueños
-ni faros que los
orienten-
la marea apenas rompe en olas sin aliento
el viento ha perdido el rumbo
y sus brújulas el mar,
ni neptuno era tan dios ni el tiempo tan sabio.
un colibrí adivina una flor en la corriente
batiendo alas se ofrece
fue sólo una ilusión de espuma
sobre la boca pragmática de un escualo.
El segundo es un buen poema por su llaneza y su ritmo.
ResponderEliminarVersos directos que cuestionan la existencia con un estilo que se afianza como propio, saludos, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarDisfruté más del primer poema, el tiempo, testigo, tirano, definidor, breve, extenso, todo en el poema, cruda realidad, poéticamente dicha. Felicitaciones Ernesto. Mi afecto. marta comelli
ResponderEliminar