sábado, 19 de octubre de 2013

Ester Mann


HACIENDO LA CALLE
          
La basura no me molesta para nada. No sólo no me afecta, sino que me complazco en hurgar dentro de esos inmensos contenedores para buscar mi comida...
Lo más extraño es que el olor no me disgusta...Y eso que ahora mi olfato es muy fino... Puedo encontrar entre la masa de bolsas de plástico, papeles y cartones, el paquete que tiene los mejores restos comestibles.
En fin, evidentemente no es sólo mi forma lo que cambió, también mis gustos, mis costumbres, la calidad de mis sentidos, mi sexo...
Sin embargo, hay algo que conservo de mi vida pasada: mi andar rítmico y elegante, mi piel sedosa, mis ojos grandes y verdes...Perdí en cambio mi grácil cintura, mis largas piernas, mi negra mata de pelo. Los hombres se volvían locos por mí, y yo, ¡Dios me salve! los aproveché...
Empleé mi talento para atrapar a los hombres en mis redes, para conseguir su dinero, sus regalos de joyas, pieles, ropa...Ellos me mantuvieron durante trés décadas al nivel de una mujer rica. Luego vino la enfermedad, que rápidamente me llevó a la muerte.
Mi vida anterior fue corta, es verdad, pero la disfruté por entero. Me placía el poder de mi belleza, y aunque era muy inteligente, y podría haber estudiado para bien de mis semejantes y del mío propio, preferí ser una "mantenida", ejercer mi poder y mi inteligencia entre las sombras de los dormitorios, en la penumbra de los bares con la complicidad de los camareros.
También mi cultura y mi sensibilidad eran la mercancía que atraía a los mejores postores. Los pobrecitos podían encontrar en mi regazo comprensión, consuelo y un contrincante apropiado para sus veleidades intelectuales.
Nunca amé: en la soledad de mi cuarto... despreciaba y me mofaba de los amantes ocasionales. Me alejé de mi familia; mis padres y hermanos no podían entender el sentido de esa vida mía. Mis padres se culpaban de haberme dado demasiada libertad y no haberme insuflado ideales, responsabilidad, un objetivo...¡¡Pobres! Una vez que se prueba el sabor del poder, todo el resto es insulso. Si hubiera dedicado mi vida a una carrera política, me hubieran aplaudido. No sospecharon que realmente fui una política, aunque no me presenté nunca a elecciones...
Sí, esta vida es mi castigo. Ahora estoy solo, sin hogar, sin una mano amiga, huyendo constantemente de chicos y piedras, refugiándome entre los tachos cuando arrecia la lluvia.
Si tenía que aprender que la vida tiene el sentido que uno le da, y que la búsqueda de poder desnaturaliza ese sentido, pues lo he aprendido...
Nada mejor que ser un gato callejero para saberlo....



11 comentarios:

  1. Muy buena elección para decir la realidad. Impecable, Ester. Gracias, y gracias por volver.
    Celia.

    ResponderEliminar
  2. Un muy buen final para esta "analogía" de personajes-vidas. Original, bien armado...me gustó!

    Saludos Ester.

    ResponderEliminar
  3. El personaje tan bien descripto me fue llevando hasta el final donde me gana lo inesperado, me encantó.
    Un abrazo,Ester
    Betty

    ResponderEliminar
  4. Se habla de reencarnación, como lo hacen las religiones de La India, y se habla de resurrección: Son cosas distintas.
    La religión Católica ha adoptado la resurrección porque es el regreso del alma al mismo cuerpo destruido por la muerte, mientras que en la reencarnación el regreso es el encuentro con la unidad del universo.
    Quizás sea preferible reencarnar, y en un gato mejor.
    Otra forma de narrar que destaca a Ester. Felicitaciones y un abrazo

    ResponderEliminar
  5. Ja ja Confieso que tengo mente retorcida...me sorprendió el final.
    Me encantó Nurit, un abrazo!!

    ResponderEliminar
  6. No es solamente una historia de vida callejera, sino que también se le puede encontrar otras connotaciones que van más allá de lo anecdótico, y transmite la complejidad de la sociedad que vivimos.
    La autora tiene una mirada tan sagaz como la de un gato. Recorrre la vida y el mundo, sus personajes y voces, y luego , cuenta.
    Una gran alegría volver a leerte , Ester. Cariños.
    MARITA RAGOZZA



    ResponderEliminar
  7. Un relato lúdico usado con maestría para desnudar una conducta con la licencia de otorgar al reencarnado la memoria de su vida pasada, ameno y entretenido como siempre, saludos, Carlos Arturo Trinelli

    ResponderEliminar
  8. Con brevedad dos historias de encarnaciones una humana y otra animal que conforman este inteligente relato...

    Celmiro

    ResponderEliminar
  9. !Y que gato nos metiste con tu sutileza de observadora que se mete en los recovecos de la mente y de las emociones! ¿Me permitís preguntar? ¿Y si la vida pasada fuera ahora en esta vida que esta pasando de la que ya parte va quedando atrás? ¿Y si el gato fuera una metáfora, una imagen del no haber conocido otra salida que la narrada, hoy, envejecida? Suelo ver muchos gatos a diario revolviendo las basuras. No arañan ni dicen miau. Y los escucho por las noches cuando se mantienen despiertos, porque solo pueden dormir tranquilos en la claridad del día habitado que los protege del ataque y la traición nocturna. Beso, Nurit.

    ResponderEliminar
  10. Muy bueno, Nurit. Excelente narración. Fantasía, realidad, y metáfora.Gracias
    Cristina Pailos

    ResponderEliminar
  11. Ester, a menudo disfruto leyéndote, siempre destaco la posibilidad de algunos escritores de transmitir tanto en un breve texto, además la manera de referirte a un tema delicado como la reencarnación. Inteligente y bien planteado. Un abrazo. marta comelli

    ResponderEliminar