Ernesto Ramírez |
cuando dan las tres
el reloj de la plaza dio las tres
y la gente que iba siguió yendo
y la que venía continuó haciéndolo
yo no me encontraba entre ninguno de ellos
imparcial miraba sentado en un banco
de donde no me moví
a mi frente, en lo alto, las agujas partían hacia la hora
siguiente
mas no intenté comprender
por qué es inevitable que al dar las tres
la gente impasible siga abocada a su inmutable
quehacer
¿será las tres hora
impropia para el cambio
o tal vez por ser una hora bisagra
nos sorprende con la mitad del día hecho
y en marcha el desecho que seremos a la noche?
de todas formas a las tres y no muy lejos
tras un choque múltiple tres vidas se inhiben
una mujer y dos niños lloran abrazados frente a una losa
a un banco entran tres hombres armados
en un hotel dos mujeres y un hombre se encienden
en un claustro rezan tres monjas
en una aduana tres perros adictos buscan droga
y bajo un puente tres yonquis se inmolan en cuotas
cuando dan las tres y en cualquier parte
la vida sigue su curso sin importarle qué queda en el
camino
la mujer con tres hijos se queda sin empleo
el hombre con tres empleos se queda sin hijos
el hijo de tres años se queda sin futuro
y el feto de tres meses se queda en ellos
cuando dan las tres por todos lados
pasan cosas que a otras horas supieron acontecer
pasan tres aves en flecha
ciegas sordas mudas tres evoluciones conculcan
una paloma blanca insiste en ser tres
en un baldío tomado tres ratas husmean cubiles humanos
y del contenedor tres vencidos parten vencimientos de
supermercado
tres tristes tigres observan el mundo a rayas
tres monedas tiñen de felicidad el rostro de un niño
y tres billetes hacen desteñir a un hombre
cuando dan las tres en medio de una guerra por la paz
tres viejas no paran de hilar y de cortar
y el niño nacido en la hora trunca
berrando el llanto de la sangre instalada
un día, cuando den las tres,
ni historia tendrá.
Ramírez nos tiene acostumbrados a los poemas que no dan ni piden resuello: cuando den las tres es una muestra de este estilo que no perdona...
ResponderEliminarandrés
Directo, contundente, veraz, tres condiciones del poema, saludos, C.A.T.
ResponderEliminar