martes, 26 de junio de 2012

Marita Ragozza De Mandrini


De mi bisabuelo paterno- el cual no conocí-  y durante mi infancia escuché varias anécdotas reales de su vida, que pasaban de boca en boca. Yo las recibí  de mi padre, con su chispa, su sonrisa como repicar de campanas y su histrionismo, atributos que no heredé, teniendo  en cuenta mi naturaleza melancólica. Hoy he podido   plasmar una de esas historias, la cual no la entendí bien hasta haber pasado algunos años, ya que la infancia de mi generación era más larga.Aquí, con gran satisfacción, en homenaje a mi padre, a través de mi bisabuelo.


SABIDURÍA

Mi bisabuelo Giuseppe vino de Italia a “hacer la América” con un título de farmacéutico bajo el brazo y se instaló en el barrio de la Boca  de Buenos Aires.
Fue todo un personaje, porque no solo era el boticario que elaboraba medicinas, sino el consejero, el sabio, el alfabetizado  que leía cartas, prescribía en dolencias menores y preparaba brebajes para algunos males curables por sugestión.
Todos a la redonda eran sus clientes, pero los más humildes fueron sus preferidos y para ellos tenía una dilecta atención.
Uno de los convecinos logró que una empresa forestal lo contratara durante un año, en el norte del país, creo que  para los quebrachales.
- Mire, don Giuseppe, me da pena dejar solos a mi mujer e hijos, pero ellos se arreglarán mejor sin mí, y yo al tener comida y techo puedo hace una suma, volver y terminar de levantar el cerco, agrandar la cocina, hacer el piso del cuarto de los chicos, hasta podré  comprarme una radio, así no lo molesto los domingos yendo a su casa a escuchar los partidos, y. . .y. . .
Resultó que el susodicho fue enviado a su casa seis meses más tarde   de lo previsto,  aproximadamente a mediados de junio del año siguiente de su viaje laboral y encontró a su mujer encinta y pronta a dar a luz. Como lo recibió tan naturalmente y con alegría, también muy naturalmente le adjudicó la paternidad del hijo que llevaba en el vientre.
Ante las dudas de su  marido la mujer puso tal empecinamiento y se sintió tan ofendida que aunque deseaba creerle con todas sus fuerzas,  estaba perplejo y no tenía paz. Entonces decidió consultarle a Giuseppe.
Mi bisabuelo se dio cuenta enseguida sobre lo que pudo haber ocurrido. Las noches largas de la mujer, el agobio del trabajo duro, los chicos, las noches y los días largos, la soledad. . . ella tuvo que sacarle a la vida alguna ilusión.
Le dijo al esposo que se tranquilizara pues iba a consultar algunos “libros europeos”.

La idea surgió  cuando encontró folletos de una empresa  turística que ofrecía  promociones de viajes con ofertas de estadía   por “cuatro noches y cinco días.”
Mandó a llamar al contrariado  progenitor, se los mostró y se los leyó, explicándole que la ciencia había encontrado que en algunos casos,  la gestación se calculaba por días y por noches: nueve meses en días y nueve meses en noches.
Resuelto. Las cuentas así daban. Siempre obtuvo de la mujer una mirada de admiración y callado agradecimiento.

Giuseppe consideraba que la armonía y la felicidad bien valían, por excepción, contradecir a la biología, y que la vida valía mucho más que una demostración científica. 

Marita Ragozza De Mandrini

3 comentarios:

  1. Que maravilla Marita . Muy adecuado el título : Sabiduría.
    Felicitaciones.
    AMELIA

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  2. Qué hermoso poder recrear estas historias y que trasciendan al personaje Giuseppe que bien merecido lo tiene, saludos, Carlos Arturo Trinelli

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  3. Qué abuelo, Marita!! Quisiera saber las anécdotas de las vidas de mis propios abuelos, que conocí pero sin saber nada de ellos.

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