Silvina Friera |
“Son escritoras que se
encontraban olvidadas”
La cordobesa María Teresa
Andruetto, codirectora, junto a Carolina Rossi, de la colección, explica el
sentido del “rescate” de autoras como Fina Warschaver, Libertad Demitrópulos,
Amalia Jamilis, Elvira Orphée, Paula Wajsman y Andrea Rabih, tan interesantes
como ocultadas.
Un sexteto de acrobáticas escritoras
sobrevuela el cielo de un enigma. La rueda del destino gira, impulsada por un
compás que parece idéntico y glorioso como la eternidad. Pero la apariencia es
una emboscada que no puede disimular ni reducir el abismo entre la alabanza y
el silencio. Antes de que el olvido teja su filigrana, nace el culto de una
pequeña pero vigorosa cofradía de lectores. Hubo un tiempo de ascenso y
consolidación de seis magistrales autoras, de la mano de obras que
transgredieron las leyes de la gravedad literarias. Fina Warschaver, Libertad
Demitrópulos, Amalia Jamilis, Elvira Orphée, Paula Wajsman y Andrea Rabih
regresan por la “revancha”, gracias a la colección “Narradoras Argentinas” que
el sello cordobés Editorial Universitaria de Villa María (Eduvim) lanzará
durante este año. Decir que nunca se fueron sería sólo una expresión de deseo.
Sus libros se esfumaron de la faz de la tierra editorial, suelo tan mezquino
como imprevisible. En el mejor de los mundos posibles, quedaron atrincherados
en los polvorientos estantes de las librerías de viejo, hasta que un terco buscador
–o buscadora– los rescató y volvieron a deambular secretamente. A esta desidia
y omisión se añaden otras. Muchas han dejado o aún tienen textos inéditos.
El objetivo de esta
colección anfibia –en soporte papel y digital– es rescatar y poner otra vez en
circulación escrituras de narradoras relevantes de la literatura argentina,
cuyas obras permanecen inéditas, olvidadas, agotadas o perdidas; acompañadas de
estudios preliminares –de ensayistas del país o del extranjero– y con un
recorrido bibliográfico de cada una de las escritoras. Se impone desglosar los
títulos de “Narradoras Argentinas” para comprender la magnitud de la faena que
están emprendiendo la escritora cordobesa María Teresa Andruetto y Carolina
Rossi, directoras de la colección. La mamacoca es la novela inédita que dejó la
genial Libertad Demitrópulos (ver aparte), que se publicará con prólogo de Nora
Domínguez. El reconocimiento y otros cuentos, de Amalia Jamilis, incluye sus
dos primeros libros de cuentos, Detrás de las columnas (1967) y Los días de
suerte (1968), más un relato inédito que da título al libro, encontrado
recientemente por sus hijas. El autor del prólogo es Elvio Gandolfo,
infatigable difusor de la obra de Jamilis.
Hay silencios que asumen
dimensiones catastróficas cuando obturan el puente con quien quizá sea una de
las autoras “más secretas” del conjunto de narradoras recuperadas: Paula
Wajsman. El primero en descubrirla fue Daniel Divinsky, cuando publicó Informe
de París (1990) en Ediciones de la
Flor ; novela ponderada por Elsa Drucaroff y Angélica
Gorodischer como “una de las escrituras más interesantes de esa década”, la de
los años ’90. Ahora a través de Eduvim, editorial que dirige Carlos Gazzera, se
lanzará la novela inédita de Wajsman, Punto atrás, preservada gracias a una
amiga y a la sobrina nieta de la escritora, con prólogo de Susana Rodríguez.
Andrea Rabih murió a los 34 años, en noviembre de 2001. Su Obra completa reúne
los relatos de Cera negra (que publicó en Simurg, un año antes de su muerte),
la novela inédita Todos contentos, y una serie de cuentos también inéditos en
torno de la enfermedad, escritos en una carrera contra la muerte, agrupados
bajo el título de Melanoma, prologados por Carlos Gamerro, escritor de su
generación y amigo de Rabih (ver aparte). En el plano de las reediciones, la
colección incluye Dos veranos, primera novela de Elvira Orphée, editada en
1956, con prólogo de la escritora española Rosa Chacel, el antológico artículo
que le dedicó en la revista Sur, en 1957. Y el libro de cuentos El hilo grabado
(1962), de Fina Warschaver, prologado por Drucaroff, principal divulgadora de
esta escritora, militante socialista, feminista y autora de libros de ficción,
ensayos literarios e históricos.
Andruetto, directora de la
colección “Narradoras Argentinas”, subraya que para poder concretar este
proyecto contaron con todo el apoyo y la confianza de los herederos, y con el
entusiasmo de los prologuistas convocados, “apoyo y entusiasmo sin los cuales
esta tarea hubiera sido imposible”. Y anticipa que ya están realizando los
contactos necesarios para editar más obras agotadas o inéditas de las mismas
escritoras y otras de valor excepcional, “escritoras que se encontraban, a
nuestro juicio, olvidadas”. La propuesta de recuperación –revela Andruetto– no
incluye a autoras del siglo XIX porque hay otro espacio editorial, la colección
“Las Antiguas” del sello Buena Vista, que las reúne. El punto de partida
cronológico de la colección postula hurgar en las narradoras que comenzaron a
publicar hacia la década del ’30 del siglo pasado en adelante, en lo que se
podría considerar, pese al tiempo transcurrido, “mujeres atravesadas por
conflictos e intereses próximos a nuestra contemporaneidad”.
“Nos interesa tanto la
calidad de esas escrituras como su diversidad, cuentistas o novelistas de
diversas líneas estéticas, diversos posicionamientos ideológicos, diversas
trayectorias políticas y privadas, diversas extracciones sociales, culturales,
geográficas”, resume Andruetto a Página/12. “Este abanico de enorme riqueza nos
obliga a barrer de un plumazo los clichés y cotos de lo femenino.” La lupa está
enfocada hacia el enorme potencial de escritoras que produjeron y editaron en
las décadas del ’50 al ’70 y que –como apunta la directora de la colección–
“debieron romper varios techos de cristal”. Después serían “arrancadas de cuajo
de la circulación literaria nacional” con la llegada de la dictadura y luego,
por infinidad de razones, “ya no regresarían al campo literario con la
recuperación democrática”.
¿Escribirían para conjurar
la muerte? Quién sabe; la pregunta, inscripta con mayor o menor fuerza en el
horizonte de inquietudes lectoras, no puede esquivar una doble paradoja:
quienes formulan el interrogante y las autoras han tenido y tienen conciencia
de la finitud. El inventario de escritoras desplazadas al desván de los
recuerdos es como una llaga en el rostro de la literatura argentina. Un tiempo
las exalta, las reconoce y legitima; otro, en cambio, las abandona en el mar de
la indiferencia. El rostro de Jamilis (1936-1999) es el de una diva trágica,
una suerte de Irene Papas más bella. En las fotos, sus ojazos destilan una
pátina de tristeza. O de melancolía. Como lo repitió tantas veces Gandolfo,
Jamilis tiene al menos una decena de cuentos “maestros y contundentes”. Lejos
de gravitar por el efímero universo de las ediciones de cabotaje, sus libros
fueron publicados por sellos como Losada, Emecé, el Centro Editor de América
Latina, Legasa y Catálogos: Detrás de las columnas (1967), Los días de suerte
(1968), Los trabajos nocturnos (1971), Ciudad sobre el Támesis (1988) y Parque
de animales, respectivamente. Los relatos de esta escritora que nació en La Plata pero se radicó en
Bahía Blanca, donde murió, han sido incluidos en prestigiosas antologías
editadas en la Argentina ,
Alemania, Estados Unidos y México.
Libertad Demitrópulos
(1922-1998) lo hizo. “¿Qué otra escritora argentina ha alcanzado en las últimas
décadas las cimas de perfección que se pueden leer en Río de las congojas
(1981)?”, se pregunta Nora Domínguez. “El yo de Libertad viajó, mutó, se
dispersó en historias de mujeres de distintas épocas, tierras, razas y clases
sociales, mujeres que experimentaron las diversas peligrosidades de enunciarse
con un yo: heroínas, criollas, españolas, indias, inglesitas engañadas. En esta
construcción variada y dispersa se sostiene en parte el valor de su escritura.”
A fines de los años ’40, una joven Demitrópulos, que hacía nacido en Ledesma
(Jujuy), llegó a Buenos Aires. Pronto comenzó a trabajar en el Hogar Escuela
Eva Perón, donde conoció a Evita, de quien escribiría una biografía, publicada
en CEAL en 1984 y reeditada por Ediciones del Dock. Entonces ya era una
“peronista visceral”, metamorfosis que se produjo cuando vio cómo eran
explotados los trabajadores de la zafra en el Ingenio Ledesma. Autora de Los
comensales (1967), La flor de hierro, Sabotaje en el álbum familiar (1984) y Un
piano en bahía desolación (1994), entre otras novelas, en Río de las congojas
narra desde una perspectiva polifónica la segunda fundación de Buenos Aires a
través de las voces de dos mestizos, una criolla y un negro. Huérfanos,
marginales, bastardos y prostitutas abundan en toda su narrativa; son voces que
resisten la exclusión, que piden “reescribir la historia”.
Hija menor de una familia de
inmigrantes polacos, Paula Wajsman nació en San Juan, en 1939. A los cuatro años,
después del terremoto, se trasladó a Buenos Aires. Estudió Psicología, practicó
el psicoanálisis, la traducción y la investigación social. Vivió en Francia y
en Estados Unidos. Amiga y consejera de Manuel Puig, vinculada afectivamente
con Osvaldo Lamborghini, Wajsman publicó una sola novela en vida, Informe de
París, en 1990, cinco años antes de su muerte, en 1995. “No quiero hacer
misterios: estoy enferma, tengo ‘unos meses’ de vida. No sé cuántos. De ahí que
me haya vuelto una especie de punk (‘No future man’, le dijo al poeta Jorge
Naparstek en una carta). Por favor no tengas pena por mí: estoy viviendo, a
pesar de todo, una de las épocas más felices y fecundas de mi vida, aunque lo
sea en un aspecto muy restringido, ya que no laburo –tengo plata para vivir
también ‘unos meses’– y me dedico casi exclusivamente a escribir.” Además de la
novela Punto atrás, dejó inéditos dos libros de poesía y cerca de sesenta
cuadernos manuscritos con poemas, relatos de viaje y un libro de cuentos
titulado Crónicas e infundios.
Fina Warschaver (1919-1989),
valiosa narradora, dramaturga, poeta, ensayista y música casi desconocida, ha
sido redimida de la buhardilla de la “figura solitaria” de la literatura
argentina, aquella que parece no pertenecer a ninguna escuela –y a ninguna
época–, por Drucaroff. Warschaver provenía de una familia de inmigrantes
ruso-judíos que a comienzos del siglo XX se habían radicado en el Litoral
argentino, huyendo de las persecuciones y los pogroms de la Rusia zarista. A mediados de
los años ’30 inició su militancia política en el ala izquierda del Partido
Socialista, nucleada en la revista Cauce. Participó activamente en los
movimientos feministas, se vinculó con Salvadora Medina Onrubia, colaboró en el
Movimiento Femenino Antiguerrero y, más tarde, en la Unión de Mujeres de la Argentina. La
condición de la mujer sería, años después, uno de los ejes de su producción
literaria. “Mamá era un ser raro, de la estirpe de las amazonas. Como mi abuela
y mi bisabuela, afectadas por la fatalidad de su destino femenino”, dice Amós,
alter ego de Fina y personaje que recorre y enlaza los cuentos de su libro
Hombre-Tiempo (1973). Su primera novela, El retorno de la primavera (1947), fue
ponderada en su momento por el diario La Prensa como la aparición de un nuevo Roberto Arlt
en la literatura argentina.
Elvira Orphée (San Miguel de
Tucumán, 1930), que emigró a Buenos Aires a fines de los años ’40, publicó su
primer relato, “La calle Mate de Luna”, en la revista Sur, en 1951. Leopoldo
Brizuela lo define como un “extraordinario cuento coral sobre las sospechas y
chismes que un barrio tucumano va elaborando, a medida que avanza el calor,
acerca de una familia de forasteros porteños”. Esta escritora con una obra
extrema por su originalidad es autora de las novelas Aire tan dulce (1956), En
el fondo (1969) y Su demonio preferido; y de los libros de cuentos Ciego del
cielo (1991) y Las viejas fantasiosas (1981), entre otros títulos.
Aunque la colección “Narradoras Argentinas” está dirigida a un
público amplio, “tenemos la mirada puesta en la formación universitaria, en los
lectores interesados en literatura argentina y en literatura de género”, aclara
Andruetto. “Queremos acercar a lectores de las nuevas generaciones –y también a
los de mi generación– escrituras excepcionales y en cierto modo olvidadas que
dan cuenta de aspectos muy diversos de nuestro devenir.” Muy pronto los
lectores podrán descubrir en las páginas éditas e inéditas de estas formidables
narradoras una música remota, pero envolvente. ■
Felicidades por un excelente artículo que nos presenta a tantas mujeres ignoradas por la cultura oficial.Desde luego que el libro suena muy interesante y le deseo muchísimo éxito.
ResponderEliminarUn saludo cordial,
Silvia Cuevas-Morales
El artículo me permitió conocer sobre estas escritoras y la excelente idea del rescate, Carlos Arturo Trinelli
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