Mahmud Darwish
(1914-2008
Mahmud Darwish no sólo es uno de los más
grandes poetas árabes contemporáneos sino también una leyenda viva: sus
libros circulan a millares por todos los países árabes y los estadios se llenan
para escuchar sus recitales poéticos, acontecimientos irrepetibles que nadie
quiere perderse. Hombre laico y moderno, refinado y elegante, Darwish es un
palestino de diálogo, aunque su voluntad no se doblegue fácilmente ni esté
dispuesto a hacer concesiones humillantes. Una de sus mayores esperanzas fue revitalizar
la literatura palestina, procurar a toda costa que los problemas políticos no
la paralicen. Y para los palestinos, la proximidad física de su poeta es como
una fiesta continua, un símbolo de la cultura palestina. No obstante, a pesar
de haber alcanzado con creces las metas soñadas, el poeta, desde su actual
residencia entre Jordania y Cisjordania, aspira a poder regresar algún día a su
tierra natal, Galilea, donde nació el 13 de marzo de 1942. Procedente de un ambiente campesino, sus primeros años los pasó en Birwa, una
pequeña aldea de Galilea, situada a unos nueve kilómetros de Acre, donde sus
padres poseían unas tierras que cultivaban para poder vivir. En 1948, tras la retirada de las tropas británicas de Palestina y la
implantación del Estado de Israel, su familia –como miles de familias
palestinas- se vio obligada a huir de su casa para salvar la vida.
Permanecieron un año en el Líbano y al regresar a Palestina se encontraron con
que Birwa había sido completamente destruida por el ejército israelí, al
igual que otras muchas aldeas. Tuvieron que instalarse en Dair Al Asad aunque
de forma clandestina porque durante el año que habían permanecido refugiados en
El Líbano, las autoridades israelíes habían elaborado unos censos, y los que no
figuraban en los mismos, no tenían derecho a vivir en el nuevo Estado de
Israel.
Clandestino en su propio país y posteriormente ciudadano de segunda categoría
en un Estado que le rechaza, el adolescente se refugia en los libros y plasma su identidad con lo único que le
queda: el lenguaje. (María Luisa Prieto)
Pasajeros entre palabras fugaces
Pasajeros entre palabras fugaces:
cargad con vuestros nombres y marchaos,
cargad con vuestros nombres y marchaos,
quitad vuestras horas de nuestro
tiempo y marchaos,
tomad lo que queráis del azul de mar
y de la arena del recuerdo,
tomad todas las fotos que queráis
para saber
lo que nunca sabréis:
cómo las piedras de nuestra tierra
construyen el techo del cielo.
Pasajeros entre palabras fugaces:
vosotros tenéis espadas, nosotros
sangre,
vosotros tenéis acero y fuego,
nosotros carne,
vosotros tenéis otro tanque,
nosotros piedras,
vosotros tenéis gases lacrimógenos,
nosotros lluvia,
pero el cielo y el aire
son los mismos para todos.
Tomad una porción de nuestra sangre
y marchaos,
entrad a la fiesta, cenad, bailad...
luego marchaos
para que nosotros cuidemos las rosas
de los mártires
y vivamos como queramos.
Pasajeros entre palabras fugaces:
como polvo amargo, pasad por donde
queráis, pero
no paséis entre nosotros cual
insectos voladores
porque hemos recogido la cosecha de
nuestra tierra.
Tenemos trigo que sembramos y
regamos con el rocío de nuestros cuerpos
y tenemos, aquí, lo que no os gusta:
piedras y pudor.
Llevad el pasado, si queréis, al
mercado de antigüedades
y devolved el esqueleto a la
abubilla
en un plato de porcelana.
Tenemos lo que no os gusta: el
futuro
y lo que sembramos en nuestra
tierra.
Pasajeros entre palabras fugaces:
amontonad vuestras fantasías en una
fosa abandonada y marchaos,
devolded las manecillas del tiempo a
la ley del becerro de oro
o al horario musical del revólver
porque aquí tenemos lo que no os
gusta. Marchaos.
Y tenemos lo que no os pertenece:
una patria y un pueblo
desangrándose,
un país útil para el olvido y para
el recuerdo.
Pasajeros entre palabras fugaces:
es hora de que os marchéis.
Asentaos donde queráis, pero no
entre nosotros.
Es hora de que os marchéis
a morir donde queráis, pero no entre
nosotros
porque tenemos trabajo en nuestra
tierra
y aquí tenemos el pasado,
la voz inicial de la vida,
y tenemos el presente y el futuro,
aquí tenemos esta vida y la otra.
Marchaos de nuestra tierra,
de nuestro suelo, de nuestro mar,
de nuestro trigo, de nuestra sal, de
nuestras heridas,
de todo... marchaos
de los recuerdos de la memoria,
Pasajeros entre palabras fugaces.
(Traducción de María Luisa Prieto)
Desgarradores y vehementes versos, rebeldes alusiones a la violencia del exilio, de todos los exilios,búsqueda para encontrar patria en el hostil mundo que le tocó vivir.
ResponderEliminarAún así su escritura es guía para todos los obligados a emigrar.
Felicitaciones a la Revista por esta publicación.
MARITA RAGOZZA
felicito a los responsables de la edición y publicación, de esta Revista Literaria y Cultural.
ResponderEliminarJulio Taborda Vocos
Publicar a Mahmud Darwish genera la ira de los culpables, de los que son parte de la única democracia del medio Oriente, de los "demócratas" con sangre en las manos. En el 2012 ya no se puede callar más, no se puede ser hipócrita...
ResponderEliminarandrés