CELIA FISCHER
Su cuna fue el cosmos, adonde retornará.
Por eso no tiene marcas, es orejana
Nació en
1943, en Buenos Aires. Sus raíces alemanas se entrelazan con su patria
espiritual, el noroeste argentino. Es licenciada en letras, con estudios en
Ciencias Exactas. Actualmente dicta clase de las literaturas Rusa y Alemana.Ha publicado
reseñas en revistas especializadas y ensayos en Actas correspondiente a su
participación en Congresos de Literatura Alemana y de Narratología.En 1997 publicó el libro de ensayos
literarios La Soledad , una estética. Sus
libros de poesía son: Samotracia (1997); De secretos y volcanes (2001); Fin de
lo perdido (2007); Irrintzi (2009);
Detrás del hilo azul (2010).
VEN A
MI CASA
Ven a mi casa en otoño,
cuando apenas comiencen a cerrarse
las puertas que quedaron abiertas
al incierto fluir de los ángeles.
Puertas nacidas en luz de uvas consagradas,
destellando soles y lunas y extrañas visiones
que caminan lejos y solas,
un cansado amor perdido en telarañas
y ruido de tacuaras
golpeando siestas con frutos incendiados,
como ese aroma en el aire puesto a cautivar
cuerpos enloquecidos por el abrazo
devorado con ansias hasta el abismo.
Ven a mi casa cuando las hojas
se duerman despacio en la mirada,
cuando poco a poco se vuelva incierto
el íntimo palpitar del pecho
y noches intactas en sus brasas
oyen como el viento desmigaja horas,
que pudiendo tributar su fuego al día,
se quedaron dobladas en despedida.
Ven cuando ya no tengas un lugar adónde ir,
cuando hablando solo me llames
y se encierre tu voz en la boca ciega.
Ven a mi casa en otoño pero no me
busques,
Ya no existo.
PLANOS DE CIUDAD
La verdadera isla,
un punto caótico del aire
que no vuelve al aire,
una línea blanquísima
de espaldas a figuras sin materia
que la lluvia desaparece,
en calles abriéndose al desierto
y el fin del mundo maloliente
en el baile silencioso de cartones
por el puente invertido de la luz.
La verdadera isla
desaparece en el caracol azul
del sillón abundado de nadie,
en su punto de
fuga.
Ingrávidos garabatos
fictician una nieve que se olvida.
Para entrar en la belleza
los árboles traen
el espacio
y en las nubes
vemos pasar,
descalzo,
al tiempo.
"Para entrar en la belleza
ResponderEliminarlos árboles traen el espacio
y en las nubes
vemos pasar,
descalzo,
al tiempo."
Poeta de delicado lirismo y suave melancolía que nos habla de la belleza y del paso del tiempo.
Gracias Celia por tu decir.
Ofelia
Gracias, Ofelia, sos muy generosa y de sostenido aleteo, como el mirlo que te lleva en sus ojos. Celia.
EliminarQuerida Celia, conmueve leerte en estos poemas; tanto en el primero, desde donde se instala el clima de esa estación tan rilkeana, donde con tanta sobriedad nos vemos pasar en el alto símbolo de esa casa que acaso habitamos y que sin duda nos ha de sobrevivir.
ResponderEliminarY el segundo, poema de la soledad en medio de la multitud, del supremo abandono, de los pasos que se encaminan, en la suciedad de la urbe, a ninguna parte. Se intuye que tu mirada busca otra luz, otro azul, los grandes espacios abiertos. Un gran abrazo. Alejandro Drewes.
Ale, tu interpretación me toca el alma y desde ella te saludo, amigo poeta. celia.
ResponderEliminar- Sentimientos análogos vibran en el lector en el tiempo y el olvido sobre un camino de suavidades emocionales que desbordan. Es la sensación que produce leer a la autora.-
ResponderEliminarGracias por ofrecernos su poesía.
Celmiro Koryto
El tiempo, maestro y castigo, nos junta en el camino. Saludos, Celmiro. Celia.
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