viernes, 11 de mayo de 2012



CELIA FISCHER

Su cuna fue el cosmos, adonde retornará.
Por eso no tiene marcas, es orejana

Nació en 1943, en Buenos Aires. Sus raíces alemanas se entrelazan con su patria espiritual, el noroeste argentino. Es licenciada en letras, con estudios en Ciencias Exactas. Actualmente dicta clase de las literaturas Rusa y Alemana.Ha publicado reseñas en revistas especializadas y ensayos en Actas correspondiente a su participación en Congresos de Literatura Alemana y de Narratología.En  1997 publicó el libro de ensayos literarios  La Soledad, una estética. Sus libros de poesía son: Samotracia (1997); De secretos y volcanes (2001); Fin de lo perdido (2007); Irrintzi  (2009); Detrás del hilo azul (2010).

VEN  A  MI  CASA

Ven a mi casa en otoño,
cuando apenas comiencen a cerrarse
las puertas que quedaron abiertas
al incierto fluir de los ángeles.
Puertas nacidas en luz de uvas consagradas,
destellando soles y lunas y extrañas visiones
que caminan lejos y solas,
un cansado amor perdido en telarañas
y ruido de tacuaras
golpeando siestas con frutos incendiados,
como ese aroma en el aire puesto a cautivar
cuerpos enloquecidos por el abrazo
devorado con ansias hasta el abismo.

Ven a mi casa cuando las hojas
se duerman despacio en la mirada,
cuando poco a poco se vuelva incierto
el íntimo palpitar del pecho
y noches intactas en sus brasas
oyen como el viento desmigaja horas,
que pudiendo tributar su fuego al día,
se quedaron dobladas en despedida.
Ven cuando ya no tengas un lugar adónde ir,
cuando hablando solo me llames
y se encierre tu voz en la boca ciega.
Ven  a mi casa en otoño pero no me busques,
                  Ya no existo.

PLANOS  DE  CIUDAD

La verdadera isla,
un punto caótico del aire
           que no vuelve al aire,
una línea blanquísima
de espaldas a figuras sin materia
que la lluvia desaparece,
en calles abriéndose al desierto
y el fin del mundo maloliente
en el baile silencioso de cartones
por el puente invertido de la luz.
La verdadera isla
desaparece en el caracol azul
del sillón abundado de nadie,
               en su punto de fuga.
Ingrávidos  garabatos
fictician una nieve que se olvida.

Para entrar en la belleza
               los árboles traen el espacio
y en las nubes
               vemos pasar,
                            descalzo,
                                  al tiempo.

6 comentarios:

  1. "Para entrar en la belleza
    los árboles traen el espacio
    y en las nubes
    vemos pasar,
    descalzo,
    al tiempo."

    Poeta de delicado lirismo y suave melancolía que nos habla de la belleza y del paso del tiempo.
    Gracias Celia por tu decir.

    Ofelia

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    Respuestas
    1. Gracias, Ofelia, sos muy generosa y de sostenido aleteo, como el mirlo que te lleva en sus ojos. Celia.

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  2. Querida Celia, conmueve leerte en estos poemas; tanto en el primero, desde donde se instala el clima de esa estación tan rilkeana, donde con tanta sobriedad nos vemos pasar en el alto símbolo de esa casa que acaso habitamos y que sin duda nos ha de sobrevivir.
    Y el segundo, poema de la soledad en medio de la multitud, del supremo abandono, de los pasos que se encaminan, en la suciedad de la urbe, a ninguna parte. Se intuye que tu mirada busca otra luz, otro azul, los grandes espacios abiertos. Un gran abrazo. Alejandro Drewes.

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  3. Ale, tu interpretación me toca el alma y desde ella te saludo, amigo poeta. celia.

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  4. - Sentimientos análogos vibran en el lector en el tiempo y el olvido sobre un camino de suavidades emocionales que desbordan. Es la sensación que produce leer a la autora.-
    Gracias por ofrecernos su poesía.

    Celmiro Koryto

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  5. El tiempo, maestro y castigo, nos junta en el camino. Saludos, Celmiro. Celia.

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