Pía Barros, que se declara "feminista a mucha honra" ha destacado en el cuento, aunque también ha escrito algunas novelas. Además, ha publicado una treintena de libros-objeto con material literario ilustrado por destacados artistas gráficos chilenos, lo que le ha valido la obtención del Fondart (Fondo Nacional de las Artes) en dos oportunidades. Obtuvo también la Beca de la Fundación Andes , con la que escribió la primera novela de difusión digital en Chile, Lo que ya nos encontró, y la Beca del Escritor, del Consejo Nacional del libro y la lectura.
Sus cuentos han sido publicados en más de treinta antologías, tanto de Chile, como de Alemania, Costa Rica, Ecuador,Estados Unidos (algunos traducidos por Martha Manier y Diane Russell), Francia, Hawaii, Italia, Rusia, Venezuela, entre otros. En Chile, ellos comparten publicación con cuentos de escritores como Roberto Bolaño, Alberto Fuguet, Antonio Skármeta, Diamela Eltit e Isabel Allende.
Dirige los talleres literarios Ergo Sum desde 1976; también es directora de Ediciones Asterión
Las ganas
Yo no sé de dónde me vienen estas ganas, pero cuando aparecen no hay nada, pero nada y no queda otra que satisfacerlas, quebrarles el punto, no sé-. La cosa es que a Dávalos le dio sed y se fue por cervezas al kiosco de don Mario,
Lo vi desde lejos y supe que era el elegido con el que me sacaría las ganas. Le miraba el cuerpo a las colegialas por sobre el jumper azul y les susurraba obscenidades al pasar. Era perfecto.
Me acerqué a él y le di la oportunidad de apreciar lo contundente de mis pechos antes de decirle que tenía unas ganas incontrolables pero que él era la respuesta. Yo no miento, así es que se lo dije así, de sopetón, lo de mis ganas, claro. Se anduvo como desarmando un poco, pero creo que vio en mi la lotería, el numerito premiado completo cuando le dije que nos fuéramos por ahí, en esa plaza, detrás de aquel árbol donde nadie nos viera, porque mis ganas apremiaban y no era cosa de hacerlas esperar. El tipo no caminaba, corría que casi le topaban los talones con la nuca hacia el sitio oscurecido por el follaje del árbol y los arbustos que dejaban un espacio apropiado donde cabríamos los dos. Estiró las manos temblorosas hacia mis nalgas y yo abrí la mochila, Mis ganas primero, dije, después saqué el bisturí y le cercené el cuello de un golpe limpio varias veces ejecutado. Los ojos se le abrieron silenciosos. Cuando caía, con el dedo índice obtuve algo de sangre que me llevé a la boca. Mis ganas se aplacaron.
Después, corrí donde Dávalos y
JA JA Fina ironía y un final casi anunciado .
ResponderEliminarY si, las flores del mal dan para todo.
Moraleja: A veces hay que quedarse con las ganas.
Saludos. anelia arellano