Banalidades
Tengo la manía de buscar temas para posibles cuentos, que, está de más decirlo, casi nunca escribo. Muchos me parecen estúpidos, sin interés y otros rebuscados, aunque los haya extraído de la realidad. De hecho, he conocido gente con existencias tan complicadas que nadie podría creer que fueron vividas en la realidad y no entre las páginas de una novela romántica. Por eso se me ocurrió que mezclando los destinos de la gente puedo inventar algo interesante y a la vez creíble.
Por ejemplo, alguien de mi familia, que conozco bien. Digamos que se llama Pepe. Se casó con una piba lindísima cuyo padre tenía una fábrica y enseguida lo puso a él a trabajar ahí. Lo fue ascendiendo y cuando el suegro se retiró Pepe quedó a cargo de la empresa. Claro que la chica engordó, y que resultó tener un carácter muy dominador y además. quería a su padre más que a su marido. En fin, como Pepe era un tipo más bien pasivo y resignado, y no quería perder el trabajo, siguieron juntos, él trabajando duro para el suegro y ella inscribiéndose en cursos de la universidad. Tuvieron hijos, los hijos crecieron y Pepe y su mujer fueron envejeciendo…Dos de los hijos se casaron y se fueron del país. El tercero, el que se quedó, nunca se casó, no les dio nietos. Pepe y su mujer quedaron solos. Ah! Eso sí, muy buena posición económica, muy buena!! Claro que la salud no les permitía viajes largos, e incluso tampoco cortos… Así que estaban solitos, con la platita en el banco y sin poderla gastar ¿Qué fue lo que les amargó la existencia, qué errores cometieron que podrían haber evitado?
Eso nunca lo sabremos, ¿verdad? Porque en este crucigrama la solución no está a la vuelta de página…
Cuando Pepe era chico quería ser arquitecto, pero hocicó y se conformó con ser el yerno del dueño. Si hubiera tenido más carácter, si se hubiera hecho respetar… Pero no podía, no era cuestión de decisión, los moldes en que nos movemos son rígidos, no permiten más que pequeños cambios, ajustes infinitesimales. Nada de cambiar de dirección, de carácter, de ambiciones, no, no. Tu padre era así, tu madre asá y cada uno es el resultado de sus traspiés, de sus aciertos, y los de los abuelos y tatarabuelos, así hasta el principio de los tiempos, hasta Adán y Eva o el primer mono parado en dos pies, lo que guste a cada uno.
Cada tanto, una guerra, un terremoto o un incendio generan cambios dramáticos. Éste que iba ser un niño mimado, quedó huérfano, el otro cuya familia era religiosa, perdió la fe y el tercero, que vivía en un país en bancarrota y asolado por guerras internas, recibió ayuda de la UN y llegó a ser médico.
Asi se van dando los grandes cambios en los destinos individuales, las decisiones propias no cambian las tendencias esenciales, son sólo arreglos cosméticos.
Por eso Pepe y muchos otros Pepes, por los siglos de los siglos seguirán abandonando los estudios para trabajar con suegros, tíos o hermanos mayores, sus mujeres continuarán dominándolos y sus hijos buscarán sus destinos lejos del autoritarismo de la madre y la debilidad del padre.
Releo lo escrito y puedo ya escuchar los comentarios de amigos y conocidos: ¡no es verdad! Tu concepción es determinista, no crees en la libertad individual; te diré que yo soy socialista y mis viejos eran católicos acérrimos. O también, yo era católico y mis hijos son hippies, el padre de Lenin era un simple funcionario, etc. etc.
Pero católico o revolucionario tú eres terco como tu padre, ordenado como tu abuelo y te gusta la buena mesa como a tu mamá… O tal vez eres ingenua como tu tía y tienes buenas manos para los trabajos de la casa como tu abuela… El abuelo sacrificó su vida por levantar un imperio económico y el nieto se consagró a participar como voluntario en una de las guerras de Africa.
Resumiendo, no importa mucho qué decisiones tomamos: estudiar una carrera, casarnos jóvenes, luchar por la justicia o retirarnos a un monasterio tibetano. Todo depende de cómo se desarrollan las circunstancias de una vida, del momento histórico, del lugar geográfico y de muchos otros pequeños factores que no dominamos.
Otra vez leo lo que escribí, pero ¿cómo? ịị Pero si estaba analizando las ideas para un cuento!! En los últimos tiempos siempre me pasa lo mismo, en lugar de escribir sobre personas individuales me meto con las verdades universales, con la filosofía de la vida y otras generalidades…
Parafraseando a Wimpi * concluiré diciendo…¡y que todo sea para bien!
* Wimpi es un seudónimo de Arthur García Núñez (Montevideo, 1906 - Buenos Aires, 9 de setiembre de 1956), periodista y narrador uruguayo.
Nurit : Fantástico. Como de casualidad - que no creo casual, sale el relato- muy ingenioso.
ResponderEliminar...y por supuesto hay un determinismo social que nos va produciendo....
Un abrazo,
amelia
"Caracter" ¡Qué bella manera de hacernos ver que los caminos que transitamos son en gran parte decisión propia!
ResponderEliminarQue los valores son nuestra elección (ya por semejanza con quienes elegimos como modelos o diferencia)
Ester: Cuando pretendes escibir "banalidades" te surgen ideas movilizadoras...
Ester había encarpetado este escrito en un baúl y lo depositó en la isla de los tesoros perdidos. En general y particular, Ester escribe en un escritorio abierto al público y sin convencionalismos. Creo que es el mérito de ser sincera y abierta.
ResponderEliminarandrés
Ester
ResponderEliminarQue la seriedad que le das a tus banalidades salga siempre a la luz porque aquí hay ojos ávidos de leer ese estilo trivial que dice tanto.
Celmiro Koryto
Si la autora fuera banal o superflua no hubiera podido escribir la reflexión de estas vidas que nos ofrece y que también ella las ha extraído de la trastienda de la memoria.
ResponderEliminarNo hay receta para la vida. Quizás los fugaces y pequeños detalles, el hoy, y siempre el inconfmormismo.
No es casual que haya mencionado a Wimpi.
Banalidades. . . que no lo son.
Felicitaciones y cariños.
MARITA RAGOZZA