Aserrando una rama
Nasrudín subió a un árbol para aserrar una rama. Alguien que pasaba, al ver cómo lo estaba haciendo, le avisó:
-¡Cuidado! Está mal sentado en la punta de la rama... Se irá abajo con ella cuando la corte.
-¿Piensa que soy un necio que deba creerlo? ¿O es usted un vidente que pueda predecir el futuro? -preguntó Nasrudín.
Sin embargo, poco después, como siguiera aserrando, la rama cedió y Nasrudín terminó en el suelo. Entonces corrió tras el otro hombre hasta alcanzarlo:
-¡Su predicción se ha cumplido! Ahora dígame: ¿Cómo moriré?
Por más que el hombre insistió, no pudo disuadir a Nasrudín de que no era un vidente. Por fin, ya exasperado le gritó:
-¡Por mí podrías morirte ahora mismo!
Apenas oyó estas palabras, Nasrudín cayó al suelo y se quedó inmóvil. Cuando lo encontraron sus vecinos lo depositaron en un féretro. Mientras marchaban hacia el cementerio, empezaron a discutir acerca de cuál era el camino más corto. Nasrudín perdió la paciencia y, asomando su cabeza fuera del ataúd, dijo:
-Cuando estaba vivo solía tomar por la izquierda; es el camino más rápido
Y así ocurre hasta con la política cuando ataca la fascinación o el fanatismo. Y así ocurre con la literatura y el arte cuando se le rinde culto al prestigio .
ResponderEliminarLos cuentos anónimos y folklóricos siempre son buenísimos y las culturas más antiguas tienen riquísimos repertorios.
Cristian
El soberbio , obediente. Muy bueno.
ResponderEliminarG.U.
ESo demuestra que no hace falta ser un erudito para complacer al vulgo literario sino saber cuales son las verdaderas palabras.
ResponderEliminarFresco irónico y divertido sin duda.
Celmiro Koryto
Una enseñanza de la sabiduría popular, Carlos Arturo Trinelli
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