martes, 12 de julio de 2011

JOSE GONZALEZ CARBALHO por JOSÉ JUDKOVSKI

“Un camino que no acaba nunca”

Señor Presidente

El día 20 de junio del año 1958 nos enteramos de la muerte de José Gonzalez Carbalho, ocurrida el día anterior en su casa, sita en Ruy Diaz de Guzman 79 de la Ciudad de Buenos Aires, a pocas cuadras de su amado Parque Lezama.
Allí estuvimos.
Había fallecido una de las voces mas delicadas de la lírica de nuestro País.
“No te duermas pastor, no es el instante, que hay por hacer trabajos todavía.…
Levántate pastor, sueña otras cosa
No te resignes a tu triste almohada,
Que un alba de verdores y de rosas
En los vientos anuncia tu llegada.

Fragmento de “En la muerte de Miguel Hernández” (1943)

José Gonzalez Carbalho  nació en Buenos Aires, en el barrio de San Telmo, el 18 de diciembre de 1899.
Poeta de “lágrimas escondidas”, hombre que con bondad permanente había logrado la santidad terrenal.
Muchos de sus cuentos y poemas nos hablan de su niñez, cuando el asombro engalanaba sus días.
Su poemario “Cuando estuve en Belén” es quizás una de las joyas de nuestra lírica, encarando al niño callejero y alegre, dotado de  una tierna religiosidad, llena de generosidad e inocencia, como cuando se dirige a José, padre de Jesús:
“Señor, señor carpintero
Mire que trompo bonito.
Da gusto ver como gira
Soltándolo con un hilo,
Tan serenito en su vértigo
Que parece estar dormido.
Levantarlo con la mano
Mientras baila, es un prodigio.
Señor, señor carpintero,
Tómelo para su Niño.
Y también la mas flamante
de mis bolitas de vidrio.
Y mi balero adornado
Con clavos de bronce fino.
No me queda nada más.
Ya dí vuelta mis bolsillos
(solo un trocito de tiza,
Y el sacapuntas sin filo)
Señor, señor carpintero,
Son para que juegue el Niño”

Fragmento de “Oración antes de quedar dormido”
Ejerció como periodista en los diarios “Crítica”, “Noticias Gráficas” y “La Prensa”, engalanando con su prosa fina y  profunda sus notas. Así,  bajo el título “Los atardeceres de ayer”,  en su sección“La estrellita del troley”, en el diario “Noticias Gráficas” del 3 de enero de 1949 escribe, refiriéndose al Buenos Aires pasado:
“Aquel Buenos Aires con  cancelas que parecían de encaje y patios que se veían desde la vereda, con sus malvones, sus helechos y sus jazmines del país, atraían la benevolencia de la altura y la luz de la tarde sentía como pena de abandonar la ciudad… El patio tenía una acústica que alargaba los rumores de la existencia pacífica y remansada… Se estaba a la espera de algo…”
Prosa poética admirada por Don Antonio Bucich en su nota “Gonzalez Carbalho, porteño del sur”(“La Prensa”, 1960)
Nuestro poeta amaba su ciudad, que  admiraba en sus solitarias caminatas.
“Romance en que se nombra
Las calles de mi barrio.
Patricios, Gualeguay,
Montes de Oca, Salado.
Mis amigos del Norte.
Yo perdido en el Bajo.
Por el fácil declive
Del suburbio nostálgico,
Con el baldío torvo
Y el callejón de un tango,
Me llevaré una novia,
Noche a noche del brazo,
Por los puentes de hierro,
Por el puerto en descanso…”

Fragmento de “Cantado para un Barrio del Sur”(1933)
Amaba la ciudad con el mismo espíritu de su admirado Onofrio Pacenza, notable artista plástico, interesado en los rincones de la ciudad gobernados por la soledad y el silencio que encontraba en modestas barriadas, con callecitas humildes y paredes descascaradas.
En Gonzalez Carbalho la poesía era una forma de vida, una manera de acercarse a Di-os.
Solo los aristócratas del espíritu que evitan que los fronterizos de la belleza la rebajen, son los auténticos elegantes de la vida.
Y él lo fue. ¡Siempre!
Alguna vez,  hurgando en la vida de Eliseo Montaine, dibujante, comediógrafo y humorista, me encontré con una de sus “humoradas”:
“AVISO LUEGO DE UN FUERTE TEMPORAL: Busco costado derecho de casa prefabricada. En la ventana debe haber una señora contemplando el crepúsculo”
Es la fórmula de Gogol: “Reir entre lágrimas”
También en el humor puede haber elegancia. Gonzalez Carbalho lo intuía.
Fue un poeta solitario, por personalidad y por historia. Lo manifiesta, sin pudores en su obra, dedicada en varias oportunidades a recordar explícitamente a sus seres queridos.
Durante muchos años vivió solo. Había perdido a sus padres y a su sostén espiritual: su hermana María Irene.
Con motivo de editarse su “Antología, 1922-1948”, con selección y epílogo de Rafael Alberti y prólogo de Pablo Neruda, compone su poema mayor, verdadera obra maestra de la Poesía, bajo el título:“Elegía doméstica”.
Allí recuerda a su padre, al frente de la mesa familiar bendiciendo el pan y en mitad de la blanca mesa:
“…el milagro venía en la sopera
Soltando un ángel de humo y de misterio.”
Recuerda a su madre:
“luz ausente… viva en la diamantina arquitectura”
Recuerda a María Irene, su hermana:
“Virgen con una flor en los oscuros
Ojos y un evangelio de campana
Naciendo de tu voz, clave del día”

Entonces, muertos sus tres seres queridos, enfadado, enfrenta en su “Elegía” al reloj, metáfora del tiempo transcurrido:
“Reloj, te recrimino el triste apuro
…henos tú y yo con un encono oscuro
Solos, y la baraja de la vida
Ajustando al minuto que ha quedado”

Solo en su soledad, consciente de su absoluta orfandad, el poeta finaliza su Elegía:
“Oid mis voces, huéspedes del frío,
Vosotros, para siempre silenciosos
…Dadme la dulce mano en el rocío…
Y si teneis conciencia de estar muertos
Vedme con la canción interrogando…
Sobre la mesa sin mantel, vacía,
Sobre el hogar deshabitado
Que el pan ya no hay ternura que lo amase
Y el agua de la jarra, se ha secado.”

Pero, a pesar de su lacerante dolor, el poeta asumiendo el pensamiento platónico: “El tiempo es la imagen móvil de la eternidad”, dice en su poema “Aspiración”:
“Oigo en el aire en sombra
Pasar el ala inmaterial del tiempo.
Suena el llamado
De alguien que viene con mi propio aspecto.
Tiendo los brazos,
En el impulso de un abrazo enérgico.
Astros, sistemas,
Llenan mi abrazo y colman mi deseo”

Felleció el 19 de junio de 1958
En 1960, las autoridades del Colegio Nacional “Hipólito Yrigoyen” del barrio de Barracas, lugar donde ejercía como profesor de literatura (turno nocturno), impusieron el nombre del poeta en la Biblioteca del establecimiento.
Decía César Tiempo que la “fama” generalmente sonríe a los “fáciles” y “efusivos”.
Sin duda estas no eran características de José Gonzalez Carbalho.
Por ello, su nombre impuesto a la Biblioteca de su humilde y amado Colegio, donde transmitió los dones de la gran poesía, resultó su premio mayor.
Nuestro respeto y agradecimiento

José Judkovski
Acádemico de Número

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2 comentarios:

  1. No tenía conocimiento del poeta pero me produjo ternura saber que la biblioteca de ese colegio lleva su nombre y pienso, qué honor para el difunto. Carlos Arturo Trinelli

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  2. Tengo entre mis viejos papeles un soneto que Germán Berdiales le dedica a González Carbalho y en sus dos versos finales dice: "...Once años ya que ese perfume envuelve/ en mi alma, tu imagen y tu casa". Esto salió el "La Prensa" en 1970.

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