martes, 12 de julio de 2011

ERNESTO GOLDAR


Ernesto Goldar nació en Buenos Aires en 1940. Es poeta y ensayista, ejerció el periodismo y la docencia universitaria, además de coordinar talleres literarios de novela, ensayo y poesía.
Fue asesor cinematográfico, candidato a senador, jurado por el Fondo Nacional de las Artes, el Congreso de la Nación y el gobierno de la ciudad.
Participó de antologías sobre la historia y la sociología de Buenos Aires, y de las antologías Poetas argentinos del siglo XXI, 2005; Legado de poetas, poesía social argentina, 2007; Poesía argentina contemporánea, 2007; etc.
Obtuvo el premio Oesterheld. Publicó ensayos de investigación histórica, pensamiento político y crítica literaria; dictó conferencias en universidades nacionales e instituciones culturales públicas y privadas, y es citado por numerosos autores argentinos y extranjeros.
Publicó más de veinte libros, con varias reediciones; entre ellas destacan: El peronismo en la literatura argentina; La mala vida; Jauretche; Proceso a Roberto Arlt; Buenos Aires: vida cotidiana en la década del ’50; John William Cooke y el peronismo revolucionario; Los argentinos y la guerra civil española; La clase media en el ’83; ¿Qué hacer con Perón muerto? Y tres poemarios: Feria en San Telmo; Instinto de conversación; y En voz desmayada y baja.

PARQUE LEZAMA

Poemas del libro "INSTINTO DE CONVERSACIÓN" (2003) de Ernesto Goldar


LA CÁRCEL

Junto
a la iglesia de San Pedro Telmo.,
lateral y ocultando ventanas cementadas,
sin título en los portones ni marcas que el enrejado
enuncie,
está paralela a lo largo de la cuadra la cárcel de mujeres.

Aseguran que es correccional
pero como todos no deben saber si se trata de delitos
mayores o menores,
si en ocasiones alberga prostitutas, prisioneras políticas,
domésticas que hurtaron un collar, una pulsera,
o una muchacha que por las noches tomaba an-
fetaminas para darle al amor un saber más sofo-
cado,
sin importarle quiénes o àlguienes, señoritas o señoras,
detienen la memoria en pabellones de camas en hilera,
tumbas numeradas, compañeras de otros tiempos que ve-
laron las puertas,
las cuidadosas medidas de seguridad que centinelas ver-
de oliva como un aceite agrio refugian detrás de
las garitas para que todo esté reglamentariamen-
te preparado, a prohibir que el amor, la hermana,
la agitadora, la sirvienta, atraviesen los portones
y el muro de ladrillos
la cárcel, digo, la cárcel de mujeres sólo descarga la voz
de su presencia cuando un altoparlante cada tres
horas llama al aseo, al orden, al recreo, al horario
de visitas, los paquetes con fruta, los folios de
abogados,
particularmente los domingos,
sobre el costado oeste de Balcarce donde nunca dio el sol.


 PARQUE LEZAMA II

En la tarde
la plaza y los caminos
son plenamente tuyos.

También la inquietud de los árboles y el niño solitario en
las hamacas,
te corresponden libros con irreproducibles ilustraciones
de historias medievales,
se te asignan nombres de miles de poetas olvidados en
los anaqueles.

es de vos el gesto de los caballeros en las novelas
ejemplares,
a tu disposición se gastan los bluyines, gesticulan las
bocinas y podés servirte del clamor congelado en
los salones invencibles del frío y el susto.

Soy también para vos yo donante de palabras, mercader
de impostaciones importadas,
jesuita de la mala costumbre en regalarte fallidas
posibilidades de mi ocasión y tiempo,
el tiempo que se detiene ligero, ligerito,
recibiéndote como un antiguo subordinado

 RELEVO DE PRUEBA

Venimos de lejos, compañera, y siempre andamos cerca.

Hemos quedado repasando el techo de esta cocina clase
media,
alterada por el almuerzo de los domingos, cuando
rompemos la monotonía con algún fiambre
alemán, una lata de duraznos, helado del
congelador en el verano.

Venimos de lejos esquivando errores,
percibiendo el calor de las inhibiciones,
las reservas mentales,
la pila de palabras que irrevocablemente deben
transferirnos el relato de las trivialidades.

Son muchos los días, compañera, estirados sobre el
permiso de los años,
infinitos también los temas de conversación,
renovadas las motivaciones, los proyectos (tan pálidos los
míos)
que justifiquen levantar este horizonte de tiempo
sistemáticamente duplicado
por la forma de tu voz que tiembla
y el invento que sigo en la mañana para decirte un
invariable apelativo confortante.

No vamos a caer en los recuerdos porque a esta altura
está todo confundido,
menos en las preguntas indiciarias sobre si las cosas
volverían a darse,
aún en la interrogación precisa acerca de cuánto nos
queda todavía.

No hacer memoria entonces,
pensar en los días que se trasmiten como sensaciones,
en el tiempo que aguarda para darnos oportunidades,
conforme a la débil seguridad que otorgan las
palabras usadas siempre como privilegiada
comunicación de dioses.

No sé, compañera, si es amistad lo que se llama amor en
estos casos,
pero sí así fuese, amiga mía, nos faltan innumerables
paseos matinales,
ejercicios de idioma, libros a descubrir, una ventana
incierta que da al río,
alguna callecita para treparla lentamente de la mano
como escolares procelosos.


''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''

6 comentarios:

  1. Poética peculiar que atrae el sol a atravesar los muros y una plaza de singular nombre todo resalta hasta esquivar errores.
    Estilo que despierta al poeta siempre olvidado y lo proyecta.
    Celmiro Koryto

    ResponderEliminar
  2. Y hay que escucharlos en su voz, el placer inmenso del reencuentro con la poesía de Ernesto. Me encanta

    Lily Chavez

    ResponderEliminar
  3. Poema nostalgioso y bello.
    Me encantó.
    G.U.

    ResponderEliminar
  4. También quise venir a decir que hoy cuando Jorge Luis Estrella me dijo de la noticia de fallecimiento de Goldar me quedé muy sentida, precisamente porque ayer o anteayer había leído estos poemas y los tenía fresco en la memoria. Nos deja seguramente lo mejor de él.

    Lily Chavez

    ResponderEliminar
  5. CUÁNTA VIDA REAL, DESCARNADA EN SUS POEMAS, LOS DE ERNESTO. CUÁNTO SENTIMIENTO EN LOS ESCRITORES QUE LO CONOCÍAN. BUENO ES TENER MEMORIA. MI AFECTO. MARTA

    ResponderEliminar