Redondela
a las gaviotas
a mi padre
Ahora que rosas y lilas,
pintan la madrugada,
una gaviota se posa
sobre un mar de rieles,
sobre los hierros de Redondela,
estación de Pontevedra.
Las huellas de olas cercanas
traen rumores, ondas.
Mis palabras se quedan
con las manos vacías.
Ahora es mi asombro
el que descansa entre
el mar y los rieles.
Escribo estas líneas todavía desde el estupor, la consternación, la angustia y la tristeza que provocan las pérdidas que duelen y que uno no espera, no aún, las que no deberían pasar nunca, las que uno no cuenta.
A Nilda y a mí nos decía que eramos "sus bellos", abría sus brazos para recibirnos tanto en "Extranjera a la intemperie" como en su corazón. Nos queríamos mucho y nos mostrábamos el cariño, el respeto, la consideración y la admiración.
Si pienso en ella, por suerte, me viene inmediatamente a la memoria su sonrisa y el brillo en los ojos, ese especial brillo en los ojos que tienen los que han sufrido y los que se han repuesto, los que vencen despedidas. Tengo esa sensación.
Es cierto que me quedan los abrazos.
Este poema, Redondela, pertenece a Susana Fernández Sachaos, una amiga, querida poeta, que el 5 de junio, falleció.
ADIÓS POETA
ResponderEliminar¡Qué mal día, que mal día!
un domingo de invierno
en que el frío se instala en Buenos Aires
y los pájaros no encuentran refugio entre las
/ramas
Allí quedó tu cuerpito entristecido
en el espacio transitorio de tu viaje,
un cuarto de hospital
iluminado con los sueños de un poeta.
Adiós amiga.
Ya no caminaremos más
desde el café de Scalibrini Ortíz
evocando la figura de Celan.
Quizás un día te encuentre
luciendo tu sonrisa amable
mientras leemos el Libro Rojo
buscando los secretos de lo eterno.
y se cumpla la promesa dada
en el pequeño cuarto de hospital
mientras mirábamos bajar la noche
a través de una ventana.
Ofelia
Con el asombro de su pérdida nos deja las manos vacías llenas de bellas palabras.
ResponderEliminarEn su recuerdo.
Celmiro Koryto
Mientras muchas y muchos colegas de Susana se dirimen en la vanidad de la cosa diaria, en el certamen de las profecías banales, en los resplandores sin luz de torneos de poesía de una intimidad dulzona, la poeta se nos ha ido sin darnos tiempo a la despedida. Magnífico el poema de Ofelia, un homenaje conmovedor.
ResponderEliminarYo pienso que los seres como Susana se prenden de nuestros sentires, no sólo por su palabra sino también por una ética basada en la verdadera humildad, gracias por esta entrega
ResponderEliminarBetty