Nació el 9 de mayo de 1938 en Belgrado, Yugoslavia. En 1953 emigró de su país con su madre y hermano para reunirse con su padre en los Estados Unidos. Vivieron en Chicago y los alrededores hasta 1958. Publicó sus primeros poemas en 1959, a los 21 años. En 1966 recibió su grado de Bachelor en la Universidad de Nueva York. Al año siguiente se publicó su primera colección completa de poemas, What the Grass Says. Desde entonces ha publicado más de 60 libros en los Estados Unidos y en el exterior. Entre ellos, Jackstraws (Harcourt Brace, 1999), fue nominado como Libro Notable del Año por el New York Times; Walking the Black Cat (Harcourt Brace, 1996), fue finalista del National Book Award en poesía. Le siguen A Wedding in Hell (1994); Hotel Insomnia (1992); The World Doesn't End: Prose Poems (1990), por el cual recibió el Premio Pulitzer en Poesía; Selected Poems: 1963-1983 (1990); y Unending Blues (1986). También ha publicado muchas traducciones de poesía francesa, serbia, croata, macedonia y esloveca, y cuatro libros de ensayos, siendo el más reciente, Orphan Factory (University of Michigan Press, 1998). También ha sido editor invitado de The Best American Poetry 1992. Elegido Canciller de la Academia de Poetas Estadounidenses en el 2000, sus muchos premios y distinciones incluyen los de la Fundación Guggenheim , Fundación MacArthur y National Endowment for the Arts. Desde 1973 vive en New Hampshire, donde es Profesor de Inglés en la Universidad de New Hampshire.
Descripción de algo perdido
Nunca tuvo nombre,
y tampoco recuerdo cómo lo encontré.
Lo llevaba en mi bolsillo
como un botón perdido,
aunque no era un botón.
Películas de vampiros,
cafeterías abiertas toda la noche,
bares oscuros
y salas de billar
en calles aceitadas por la lluvia.
Llevaba una existencia tranquila y anodina,
igual que una sombra en un sueño,
un ángel en un alfiler,
y entonces lo perdí.
Los años transcurrieron con su hilera
de estaciones sin nombre,
hasta que alguien me dijo, «Es ésta»,
y, estúpido de mí,
me bajé en un andén desierto
sin ninguna ciudad a la vista.
Hotel Cielo Estrellado
Millones de cuartos vacíos con televisores encendidos.
No estaba yo ahí aún, pero vi todo.
El Titanic en la pantalla como un
pastel de cumpleaños hundiéndose.
Poseidón, el recepcionista nocturno, apagó las velas.
¿Cuánta propina deberíamos dar al botones ciego?
A las tres de la mañana la máquina vende-chicles
en el lobby vacío
con su espejo recién trizado
es la nueva Madonna con su niño.
Nunca tuvo nombre,
y tampoco recuerdo cómo lo encontré.
Lo llevaba en mi bolsillo
como un botón perdido,
aunque no era un botón.
Películas de vampiros,
cafeterías abiertas toda la noche,
bares oscuros
y salas de billar
en calles aceitadas por la lluvia.
Llevaba una existencia tranquila y anodina,
igual que una sombra en un sueño,
un ángel en un alfiler,
y entonces lo perdí.
Los años transcurrieron con su hilera
de estaciones sin nombre,
hasta que alguien me dijo, «Es ésta»,
y, estúpido de mí,
me bajé en un andén desierto
sin ninguna ciudad a la vista.
Hotel Cielo Estrellado
Millones de cuartos vacíos con televisores encendidos.
No estaba yo ahí aún, pero vi todo.
El Titanic en la pantalla como un
pastel de cumpleaños hundiéndose.
Poseidón, el recepcionista nocturno, apagó las velas.
¿Cuánta propina deberíamos dar al botones ciego?
A las tres de la mañana la máquina vende-chicles
en el lobby vacío
con su espejo recién trizado
es la nueva Madonna con su niño.
Primavera
Esto es lo que vi: nieve vieja en el suelo,
tres mirlos acicalándose,
y mi vecina que salió en camisa de dormir
a tender en la cuerda las camisas de su marido.
El viento matutino hacía difícil engancharlas,
levantó el vestido tan por encima de sus rodillas
que tuvo que dejar de hacer lo que estaba haciendo
y dio una buena carcajada mientras se cubría.
Esto es lo que vi: nieve vieja en el suelo,
tres mirlos acicalándose,
y mi vecina que salió en camisa de dormir
a tender en la cuerda las camisas de su marido.
El viento matutino hacía difícil engancharlas,
levantó el vestido tan por encima de sus rodillas
que tuvo que dejar de hacer lo que estaba haciendo
y dio una buena carcajada mientras se cubría.
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Poética donde la realidad se une al humos negro irónico y sarcástico originando una estructura trunca que irradia misterio. Poesía donde se encuentra lo perdido y que nos abre una cierta alegría al leerla.
ResponderEliminarCelmiro Koryto
Perdón, quise escribir sonrisa en vez de alegría
ResponderEliminarCelmiro
Buscamos algo y no lo podemos nombrar.Buscamos algo y está en nuestro bolsillo...un día lo perdemos,y sólo nos queda un andén desierto.
ResponderEliminarGracias Artesanías por difundir a CHARLES SIMIC, a quien no conocía.
Ofelia
Que maravilla este autor , Andrés. Juega con el lector.Creo que la síntesis la da el espantapájaros.
ResponderEliminarMuchas gracias.
amelia