Poeta y ensayista italiano nacido en Modica, Ragusa, en 1901.
Al terminar estudios básicos en su ciudad natal, se trasladó a Roma donde empezó a interesarse por la literatura y el estudio del griego y el latín. Debido a la precaria situación económica, trabajó en diversos oficios mientras frecuentaba selectos círculos literarios. A partir de 1932 cuando logró el primer éxito con la publicación de"Oboe sumergido", se radicó definitivamente en Milán para asumirla Cátedra de Literatura Italiana en el Conservatorio Giuseppe Verdi. "La dulce colina", "Las horas", "Toma y da", "Discursos sobre la poesía", "Las cartas de amor" y "El poeta y el político", son algunos títulos importantes de su obra. Además tradujo, entre otros, a Catulo, Virgilio, Shakespeare, Arghezi, Cummings, Aiken, Neruda y Molière.
Obtuvo el título Honoris Causa por las Universidades de Messina y Harvard, y el Premio Nobel de Literatura en 1959. Falleció en Milán en 1968.
Al terminar estudios básicos en su ciudad natal, se trasladó a Roma donde empezó a interesarse por la literatura y el estudio del griego y el latín. Debido a la precaria situación económica, trabajó en diversos oficios mientras frecuentaba selectos círculos literarios. A partir de 1932 cuando logró el primer éxito con la publicación de"Oboe sumergido", se radicó definitivamente en Milán para asumir
Obtuvo el título Honoris Causa por las Universidades de Messina y Harvard, y el Premio Nobel de Literatura en 1959. Falleció en Milán en 1968.
Y ahora
que habéis ocultado los cañones entre las magnolias,
dejadnos un día sin armas sobre la hierba
al susurro del agua en movimiento,
de las hojas de caña frescas en el pelo,
mientras abrazamos a la mujer que nos ama.
Que no suene de pronto sin ser noche
el toque de queda. Un día, un solo
día para nosotros, oh amos de la tierra,
antes que vibren otra vez el aire y el hierro
y una esquirla nos queme en plena frente”.
Se adivinaba la estación oculta
en la ansiedad de la nocturna lluvia,
en el vaivén celeste de las nubes
como ligeras cunas ondulantes...
Había muerto YO.
Una ciudad suspensa entre los aires
era mi exilio último;
en derredor sentía la llamada
de süaves mujeres de otros días;
tomando la más blanca de las rosas,
con dulce mano la dejó en mis sienes.
Fuera de la ciudad era la noche...
Los astros recorrían
curvas de oro en sus ignotos rumbos;
todas las cosas, vueltas fugitivas,
lleváronme a sus ángulos secretos
para contarme de jardines
de par en par abiertos,
y del sentido exacto de las vidas.
Yo, en tanto, padecía con inmobles
ojos viendo la última sonrisa
de una mujer caída entre las flores.
Versión de Carlos López Narváez
No tanto este poema, pero Quasimodo es un poeta tan increíble que hace que una palabra se asombre de la otra, una sucesión de imágenes, rico en belleza.
ResponderEliminarLily Chavez
Interesante estilo, todo el poema es una frase casi ininterrumpida, donde el ritmo y el canto anida en la mente y el oído.
ResponderEliminarCelmiro Koryto
UNA CURIOSIDAD HE LEIDO BASTANTE A QUASIMODO Y SIN EMBARGO MI MENTE NO HABIA RETENIDO SU FIGURA, LO PRESENTI DE OTRO MODO. LA QUE SE ASUME SIEMPRE UNA MARAVILLA ES SU POESÍA, ALLÍ, NO HAY DUDAS.
ResponderEliminarEDGAR BUSTOS
El exilio siempre está presente en sus poemas, y los recuerdos consolidan una tierra mítica, una ciudad suspendida en el aire, una "madre a quien los años juvenecen" Nostalgia y belleza en los versos de Quasimodo.
ResponderEliminarOfelia