martes, 19 de abril de 2011

DIEGO TATIÁN - Relatos cortos




 La visita


Una tarde cualquiera golpearon la puerta. La leña crepitaba en el hogar, los niños jugábamos en silencio, mi madre cocinaba o leía, mi padre la miraba. Cada tanto alguien hablaba y alguien respondía, o se formaba un remanso colectivo de palabras que en seguida se perdía en el silencio. Los objetos, en tanto, circulaban por la casa con una armonía decantada al cabo de muchos años tranquilos –la verdura estaba en la mesa, la ropa en los cuartos, los platos en su sitio y también las naranjas con las que mi padre nos había explicado cómo se forman los eclipses. Una lámpara iluminaba las figuras lentas y familiares de las cosas cuyo uso había despojado de misterio.
En la puerta había una mujer de mediana edad que saludó con naturalidad y entró. Me pareció que mis padres se miraron perturbados; sirvieron té. En un momento de la conversación, que fue breve, distendida y banal, sentí de repente que en alguna parte de la casa se soltó un hilo invisible, el hilo que unía todas las cosas, y que una a una quedaban abandonadas a sí mismas.
Al cabo de poco tiempo saludamos a la mujer –una vieja amiga, había dicho mi padre sonriendo-, que nunca más volvimos a ver. Nadie pareció darse cuenta de nada, algo como una sutil inestabilidad de las cosas, y fuimos a acostarnos como siempre.
La condición frágil que percibí esa noche se volvió derrumbe en pocos meses. Se atribuyó al accidente doméstico que sufrió mi hermana al día siguiente de la visita el origen de una “vorágine de desgracias” –según había expresado alguien- que se abatió sobre mi casa hasta el colapso mental de mis padres, incapaces de sobreponerse a lo ocurrido.
En las madrugadas miro las criaturas asechadas, descuidadas y abiertas a todos los encuentros. Me estremezco al pensar el peligro que corre el árbol cuando un pájaro se posa en él.

 Gramma

Llevo ya muchos años en medio del bestiario que crece pacífico y, presumo, inagotable. Recuerdo el primer animal que comenzó a caminar, lento, circunspecto y sin aturdimiento. Era un lagarto adulto, hoy ya un viejo compañero inmóvil en el rincón que habita desde hace algunas semanas. Mi casa no es grande pero tiene muchas posibilidades de intimidad y está poblada por completo. Aquella madrugada me levanté de la mesa de trabajo, cansado después de escribir durante toda la noche y sin energía ya para releer lo escrito en la decena de páginas que quedarían allí, abandonadas en desorden hasta la tarde siguiente. No me había alejado más de tres pasos cuando sentí un ruido preciso y breve detrás de mí. Al volverme vi al lagarto sobre la mesa, vacilante. Desde entonces deambuló manso por la casa hasta que llegó al rincón en que ahora está. A veces pasaba días sin reparar en él, pero su inminencia era nítida como una vibración o un enigma. Un mes más tarde, interrumpí el trabajo en mitad de la noche para ir al baño y al regresar encontré al mono sentado sobre las páginas en las que estaba escribiendo. Poco a poco, aunque de manera sostenida, de la páginas escritas fueron naciendo animales: dos pequeños topos, una gran araña, una vizcacha, un gato, un zorro, una comadreja, un castor... que han ocupado ya toda la casa. Ninguno de estos seres se me ha acercado nunca; cada tanto me observan silenciosos a prudente distancia, como si quisieran cerciorarse apenas de que estoy bien o como si me cuidaran.

Tal vez esta página será pájaro.

6 comentarios:

  1. El primero me dejó pensando,"el peligro del árbol cuando se posa el pájaro" seguramente este hilo invisible que indicaba que algo pasaba no fue de golpe, las situaciones se dan por ocultamiento, mentiras o lo que pasa a nuestro lado sin que nos demos cuenta. Interesante y también el segundo. Cuando los textos son disparadores, para el lado que sea, de la reflexión, de la risa, de la ironía, el autor está en el camino correcto. Este es el caso. Y aprovecho para felicitarte Diego por el dossier excelente sobre la cultura, la memoria del subsuelo. Dedoro Roca y los años salvajes de la cultura, publicado en EXORDI. Un abrazo

    Lily Chavez

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  2. Las causas-consecuencias que no se pueden prever ni prevenir y que dejan sus huellas de miedo. Muy logrados los cuentos y la atmósfera con la cual son creados, ademas de la referencia -en ambos- de la fragilidad y el misterio simbolizados con la figura del pájaro.
    ¡Extraordinarios !
    MARITA RAGOZZA

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  3. A mi ver, el simbolismo del pájaro, es lo único vivo, verdadero, que tiene continuidad.
    Pero lo que si llama la atención, es como debilita lo surrealista con lo misterioso.
    Y esos pasajes donde nos bombardea con estados perseguidos de ambiente y naturaleza muerta. Como si nos contase la pintura que ve y que se desarrolla en el mismo momento.

    Relatos breves que hacen pensar y entretienen.

    Celmiro Koryto

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  4. En el primer relato la justeza de la rutina es sacudida por la exacta visita de la "señora", nada más exacto que esa visita que produce un quiebre. En el segundo intuyo en lo fantástico las obsesiones del que escribe, en los dos escritos la amestría de la sintesis queda en evidencia, Carlos Arturo Trinelli

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  5. La iirupción de lo no previsto. Lo que saca de foco. Lo frágil e inestable de la cotidiana realidad.
    Felicitaciones al autor.
    Graciela Urcullu

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  6. Me agradaron , mas aún , que el hilo conector que une ambos relatos sea el ´rbol y el pájaro.
    Mucha poesía en ambos relatos.
    amelia

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