Gregory Corso
Nació el 26 de marzo de 1930 en Bleecker Street, en el corazón del Village. Sus padres eran de origen Italiano. Cuando Gregory nació sus padres eran unos adolescentes. La madre apenas estuvo un año con el recién nacido y luego se marchó de nuevo Italia. Como su padre no tenía la edad suficiente para tenerlo el niño fue entregado a un orfelinato. Su niñez transcurrió de orfanato en orfanato. Este peregrinaje duró hasta que Gregory cumplió los 11 años. Su padre volvió a contraer matrimonio y lo trajo a vivir con él. Todo marchaba de forma histérica en la casa y el chico con apenas 13 años emprende el vuelo. Su padre se dispuso la tarea de encontralo y lo trajo de nuevo a casa. A los tres meses volvió a fugarse. Huyó repetidas veces y en todas volvían a capturarlo. Ante esta manía de fuga del chico lo internaron en una clínica de observación siquiátrica. Pero Gregory Corso era un caso perdido. Era un chico malo, un rebelde sin causa. Comenzó a robar. A los 17 años fue sentenciado por robo y fue a parar a la prisión de Clinton State. Pasó allí tres años. Durante su condena se dedicó a leer con voracidad los libros de la biblioteca de la prisión.
De nuevo en la calle respirando el aire del que no tiene muchas oportunidades fue de un trabajo a otro. Bracero, reportero y hasta marinero. La musa ya le rondaba por ese entonces. A finales de los años 50 conoció, en la Universidad de Columbia, a Allen Ginsberg, quien enseguida se percató de la buena madera poética de Corso el cual mezclaba en sus textos poéticos el lenguaje áspero del hombre trajinado en la calle con las chispas estéticas de Emily Dickinson y la emblemática concreción de la poesía japonesa. Se entabló una buena amistad y ambos comenzaron a ofrecer recitales. Se cuenta que en uno de dichos recitales Kerouac no pudo contener la risa ante a improvisación poética-actoral de un Corso con pinta más de caletero de puerto que de poeta. Su primer libro "Vestal en Brattle y Otros Poemas" le siguió "Gasolina", publicado por Lawrence Ferlinghetti en San Francisco. La poesía de Corso es escueta y con una música especial canta las delicias de su entorno cultura
Poeta hablando consigo mismo ante el espejo
Sí, Soy yo
Esta caza de mí
se ha transformado en algo evidentemente absurdo
creyendo que cuando yo
era perseguido
no sólo me encontraría a mí mismo
sino también a todo un rebaño de yoes
yoes pasados, yoes futuros
un carro cargado de ellos
y todos estos años
y adónde he llegado
en este punto del tiempo
éste no es el mismo espejo
que contemplé hace años
Es el espejo que cambia
nunca el pobre Gregory
¡Hey!, en la vida
Donde fui, fui
Donde me detuve, me detuve
Cuando hablé, hablé
Cuando escuché, escuché
Lo que comí, comí
Lo que amé, amé
Pero que puedo decir acerca de
adonde fui, no fui
adonde me detuve, continué mi camino
cuando hablé, escuché
cuando escuché, hablé
cuando ayuné, comí
y cuando amaba ...
no deseaba odiar
Ahora veo a las personas
como las ve la policía
También veo a las monjas del mismo modo
en que veo a los hare-krishnas
No tengo representante
me disgusta la idea de un poeta con representante
sin embargo Ginsy y Ferli, tienen uno
y hacen pilas de plata con ellos
se vuelven más famosos también
Quizás debiera contratar un representante
Wow!
De ningún modo, Gregory, quedáte
En la cercanía del poema
Versiones de Esteban Moore
Esteban es un excelente traductor y esta vez apreciado editor de Artesanías, no conozco o no recuerdo el autor. Con una dura hisotira y una poesía que me gusta...quédate en la cercanía del poema, qué bello eso.Muy bueno.
ResponderEliminarLily Chavez
SOMOS DOS APRECIADA LILIANA Y ESO ESTA MUY BUENO. VAMOS SUMANDO CONOCIMIENTOS. ME GUSTO LA POESIA DE CORSO Y MUY INTERESANTE LOS PORMENORES DE SU VIDA.
ResponderEliminarEDGAR BUSTOS