domingo, 14 de noviembre de 2010

VICENTE GERBASI 


Nació en el pueblo de Canoabo, Estado Carabobo, vENEZUELA, en 1913. A los 10 años se embarcó al sur de Italia de donde habían emigrado sus padres. Terminó la primaria en Florencia y regresó a Venezuela y luego de la muerte de su padre comenzó a publicar sus primeros poemas. Fundó el grupo “Viernes” junto con otros jóvenes intelectuales de la época y en 1939, bajo su dirección, se editó la revista con el mismo nombre. Ejerció el periodismo y ocupó cargos diplomáticos en Bogotá, La Habana, Ginebra, Chile, Haití, Israel, Dinamarca, Noruega y Polonia.  Su obra literaria se inicia con Bosque doliente, 1940; Liras 1943; Poemas de la noche y de la tierra del mismo año; Mi padre, el inmigrante, 1945; Tres Nocturnos 1946; Los espacios cálidos, 1952; Círculos del trueno, 1953;  Tirano de sombra y fuego 19555; Por arte de sol 1958; Olivos de eternidad 1961; Poesía de viajes 1968; Retumba como un sótano del cielo , 1977; Edades Perdidas 1981; Los colores ocultos 1985; Un día muy distante 1988; El solitario viento de las hojas 1989 y en 1990, Iniciación en la intemperie. En 1969 recibió el Premio Nacional de Literatura. Su poesía ha sido traducida y publicada en francés y en hebreo. Murió en 1992.


Mi padre, el Inmigrante

I

Vinimos de la noche y hacia la noche vamos.
Atrás queda la tierra envuelta en sus vapores,
donde vive el almendro, el niño y el leopardo.
Atrás quedan los días, con lagos, nieves, renos,
con volcanes adustos, con selvas hechizadas
donde moran las sombras azules del espanto.
Atrás quedan las tumbas al pie de los cipreses,
solos en la tristeza de lejanas estrellas.
Atrás quedan las glorias como antorchas que apagan
ráfagas seculares.
Atrás quedan las puertas quejándose en el viento.
Atrás queda la angustia con espejos celestes.
Atrás el tiempo queda como drama en el hombre:
engendrador de vida, engendrador de muerte.
El tiempo se levanta y desgasta columnas,
y murmura en las olas milenarias del mar.
Atrás queda la luz bañando las montañas,
los parques de los niños y los blancos altares.
Pero también la noche con ciudades dolientes,
la noche cotidiana, la que no es noche aún,
sino descanso breve que tiembla en las luciérnagas
o pasa por las almas con golpes de agonía.
La noche que desciende de nuevo hacia la luz,
despertando las flores en valles taciturnos,
refrescando el regazo del agua en las montañas,
lanzando los caballos hacia azules riberas,
mientras la eternidad, entre luces de oro,
avanza silenciosa por prados siderales.

XII

Siempre te encuentro, oigo tu voz,
en mi hora más secreta, cuando refulgen las gemas del alma,
como heridas para la luz de los sentidos,
cuando el tiempo me convoca a los acordes del día,
y enciende en torno a mi ser flores silvestres;
cuando la noche viene impulsando colores densos por el cielo,
como batallas del paraíso o anunciaciones sagradas,
cuando el campo se lamenta en sus animales;
cuando la madre llora y sobre su cabeza
la noche derrama su pesadumbre y el querer estar a solas;
cuando siento entrar por la ventana,
a la quieta soledad de la tristeza,
el aire de los árboles cercanos.
Tu vida y tu muerte, tuyas para siempre,
como es para sí el niño que se ahoga en un pozo perdido,
en mí se juntan y me difunden en la tierra,
en ese instante que se detiene iluminando la memoria,
igual al relámpago que enciende un horizonte sagrado,
en el momento en que el día y la noche se juntan,
plenos de profundidades de lo eterno,
en una densa agitación de oscuros caballos celestes
que se agigantan para el engendro de un poderoso enigma,
sobre las montañas, sobre las ciudades
y las frentes pensativas.
Padre de mi soledad.
Y de mi poesía.

Vicente Gerbasi

7 comentarios:

  1. Gerbasi es un poeta que no tan difundido como debería ...tiene tantas bellas imágenes,disfruté al leerlo.

    María Esther Martinez

    ResponderEliminar
  2. Cierto lo que dice María Esther.De Gerbasi recuerdo La casa de mi infancia,un hermoso poema. Y estos publicados hoy, tienen también ese canto de quien relata algo, con simpleza y belleza.

    Irene

    ResponderEliminar
  3. Recuerdo La casa de mi infancia Irene y un poema de Gerbasi que intento recordar pero no...(no pasan en vano los años) sólo sé que en su momento me impactó porque se refería a los huesos de su padre perdidos entre las piedras preciosas de Dios o algo así. A lo mejor si lo leo ahora no me impresiona tanto pero sí en su momento, esas cosas que tenemos. Me alegra que lo hayan publicado.

    Lily Chavez

    ResponderEliminar
  4. Y yo me alegro de tener lectoras inteligentes y sensibles que comentan sin lugares comunes. El editor siempre alerta a los gustos de los lectores y agradezco a la poeta que me envió los poemas y el CV de Vicente Gerbasi.

    ResponderEliminar
  5. No había leído nada del autor. Tiene su palabra la pureza de la existencia con hondas ramificaciones donde la vida se vive y se escribe. Felicitaciones a la Revista por este regalo.
    MARITA RAGOZZA

    ResponderEliminar
  6. Indudablemente Gervasi es uno de mis autores preferidos, no es muy conocida y /o difundida su obra, Este poema es uno de los que mas me agradan.
    Gracias.
    amelia

    ResponderEliminar
  7. Me siento un analfabeto con todo este listado de poetas que me son desconocidos y de trayectoria increíble. Voy a pasar más seguido por Artesanías a ver si aprendo un poco. Felicitaciones al editor.

    Lalo Ledesma

    ResponderEliminar