Cristina Villanueva
La de la bohardilla
Entre yo y yo la extraña, la que no se coaguló en eso que me nombra. Entre yo y yo las ruinas de la certeza. Entre yo y yo, miro por la ventana de mi casa de la infancia una calle tranquila. Las señoras buenas con cara de malas. Las malas sonrien desde la enredadera por la que se suben a los sueños. Unos hombres hermosos llegados de una guerra lejana, de un país que ahora no existe. La barrera de la lengua o alguna otra pone en la escena algo de lo prohibido.Cerca, una fábrica de chocolate, no una niña que come chocolates, el lugar donde nacen los chocolates. Esa cierta desmesura que guarda lo contenido. La calle, las veredas limpiadas con la fuerza de un verdugo que decapita al erótismo. Hay vecinas que hablan de las otras, con la escoba y la lengua como armas.
Entre yo y yo, veo en la ventana una de mí. La imágen se desgana, se deshace, aparece la protagonista de un cuento que todavía no leí, que me arrastra al Danubio .
Una en Pest la otra en Buda
Una en la vereda, la otra mira desde su alta buhardilla-cárcel
En la calle hay vida, vendedores, romances, juegos.
Por suerte la ventana se inclina a la vida, sin cables. Ningún botón podrá oscurecer la grieta en la cabeza ventana.Los golpes dejan sangre, pelos, abren fisuras en el muro. Por los libros se escapa la escritura.La grieta se abre, en la herida de lo establecido un brillo resplandece.
Entre yo y yo, la palabra
Cristina Villanueva .
Estas epopeyas líricas de Cris siempre recrean nuestros ojos y deleitan el espíritu de las palabras: "entre ella y ella, la palabra".
ResponderEliminarGracias, Cris
Andrés
Cuánta cosa "entre yo y yo", a todos nos pertenece las ruinas de la certeza,las imágenes y esto aplicado a la palabra es sólo un eslabón, hay mucho más que deja entrar luz por la grieta. Felicitaciones Cristina!
ResponderEliminarLily Chavez
Como siempre,Cristina, deleita mi sentidos tu particular manera de enhebrar palabras.
ResponderEliminarLa exuberancia de tu ser prometido.
La lírica que se escapa de sus formas.
El cuento de la noche que no acaba.
Un fuerte abrazo.
Marta
gracias a todos y al amigo Andrés en especial.
ResponderEliminardesde la bohardilla de palermo que mira a un jardín y el almita bordada de amigos