viernes, 29 de junio de 2012

ÍNDICE del número 29 de Junio de 2012



ARTESANÍAS  LITERARIAS
La revista que nunca duerme 
 Cuentos y poemas, textos literarios, ensayos, historia. 

Enviar mensajes y colaboraciones: cuentos, poemas, ensayos, material literario con un brevísimo CV y una foto  a:  
º º º º º

CONSEJO de COLABORADORES de

ARTESANÍAS LITERARIAS
                               
           
EDITOR: Andrés Aldao

SEC. DE REDACCIÓN: Ester Mann

COLABORADORES:

Carlos Arturo Trinelli

Amelia Arellano

Celmiro Koryto

Cristina Pailos

Marita Ragozza de Mandrini

Ernesto Ramírez

Ofelia Funes


·                             Pausa y reconocimiento
·                             Doctorow: “El modo de pensar ficticio...
·                             El relato vive una renovación y una revaloración
·                             Cuéntame qué cuento leer
·                             Regreso a la gran novela italiana
·                             Máximo Simpson
·                             Juan Sebastián Gaviria
·                             Roberto Bolaño
·                             Andrés Aldao
·                             Gerardo Pennini
·                             Ester Mann
·                             Miguel Abalos
·                             ElsaJaná
·                             Arturo Trinelli
·                             Ernesto Ramírez
·                             Orlando Mazeyra Guillén
·                             Medardo Fraile
·                             Marita Ragozza De Mandrini
·                             Alejandro Ovalles Bonilla
·                             Dino Buzzati
·                             roberto godofredo arlt
·                             Cristina Pailos
·                             Amelia Arellano
·                             Fabiana León
·                             Adwa Tuqan(1917-2003)
·                             Celmiro Koryto
·                             Poetas hebreos
·                             Cintio Vitier
·                             Ulla Hahn
·                             Celia Clara Fischer
·                             Susana Macció
·                             Norma Ester Montenegro
·                             Silvia Palferro
·                             Mercedes Sáenz
·                             Marta Comelli
·                             Julio Taborda Vocos
·                             María Lainá
·                             Aldo Pellegrini
·                             Nicolás Guillén
·                             Jaroslav Seifert
·                             Marta Zabaleta

Pausa y reconocimiento


Pausa y reconocimiento

Editar una revista distinta, dar a conocer material de alto nivel, interesante, que despierte inquietudes y neuronas, publicar a narradores y poetas desconocidos por el establishment literario y editorial fue el propósito que me llevó a crear esta revista literaria virtual. Creo que estoy cumpliendo con las expectativas que me fijé hace una década.
Poner la revista en circulación, buscar materiales me dan bastante satisfacción, pero han repercutido negativamente en mi propia creación. No hablo solo del tiempo físico si no de los otros, la paz espiritual y las mentales, los necesarios para la creación. Nunca me ocupé de comentarios personales si no el esmero en la escritura… Empero, se trata de la lucha contra lo imposible, la distancia, la lejanía, el exilio nunca superado... No me quejo aunque lo lamento.
De acuerdo a mis criterios, he publicado materiales excelentes y tal vez no abundarán los lectores que lean y comenten, pero quienes sí lo hacen y hagan disfrutan muchísimo. Las estadísticas de Blogger son irrefutables…
Por la misma razón dejaré de publicar crítica cinematográfica: tengo la impresión de que salvo contados cinófilos el resto le hace pito catalán…
Sigo en la brecha contra viento y marea desde el peñón del medio Oriente apoyado por un pequeño batallón de colaboradores que tiene idea de la soledad del editor, y el enorme  número de seguidores que constituyen un reto y un soporte, andamios de este edificio cultural y literario.
Muchas gracias por la constancia, por romper el bloqueo del exilio y la distancia, por la fidelidad, por la colaboración.
Un saludo cordial para colaboradores y lectores,

Andrés Aldao

jueves, 28 de junio de 2012

Doctorow: “El modo de pensar ficticio...


Doctorow: “El modo de pensar ficticio es un talento”

El escritor estadounidense da una clase de relato en 'Todo el tiempo del mundo'

Afirma que el cuento no tiene reglas, y si las tiene hay que romperlas"


E. L. Doctorow (Nueva York, 1931) se convirtió en un grande de la literatura norteamericana gracias a su luminosa reinvención de la novela histórica con libros fundamentales como Ragtime (1975), Billy Bathgate(1989) o Homer y Langley (2010). Ganador de todos los premios importantes de su país —desde el National Book Award hasta el Pen/Faulkner—, Doctorow es también un cuentista inspirado, como lo prueba Todo el tiempo del mundo, en editorial Miscelánea, y que incluye algunos relatos magistrales ('Walter John Harmon', 'Integración', 'El escritor de la familia'). Doctorow ha accedido a conversar con EL PAÍS por correo electrónico.
Pregunta. En el prólogo, usted sugiere que la novela es una exploración y el cuento algo mucho más decidido de antemano. ¿No se puede explorar en el género cuentístico?

Respuesta. El cuento es más pequeño en escala de modo que puedes ver el final más fácilmente. El viaje no es tan largo aunque sigue siendo un viaje, una forma de descubrir lo que quieres contar camino a su final. Ni el cuento ni la novela tienen reglas. Y si las tienen, están ahí para ser rotas.
P. ¿Por qué la decisión de publicar un libro que mezcla cuentos antiguos con nuevos? ¿Es una antología?
R. Quería publicar una selección de mis mejores cuentos, tanto antiguos como nuevos. Algunos cuentos tratan de temas muy contemporáneos: la inmigración, el lugar de la religión, etcétera.
P. ¿Puede leerse el libro como una mirada a los Estados Unidos hoy?
R. Puede leerse como el lector quiera leerlo. El poeta norteamericano Archibald MacLeish solía decir: “Un poema no debería significar, solo ser”. Pienso de la misma manera con relación a los cuentos.
Ni el cuento ni la novela tienen reglas. Y si las tienen, están ahí para ser rotas
P. Uno de los temas que domina el libro es el deseo de perderse en una comunidad, asimilarse al país, en oposición al deseo de individualidad y libertad ('Walter John Harmon')…
R. El deseo de libertad y el de encontrar una comunidad no son siempre opuestos. Que sean vistos así es la forma en que las nuevas religiones nacen, o, si usted lo prefiere, la forma en que la gente escapa de una forma de opresión a otra.
P. Al final de 'Willi', el narrador sugiere que nuestras historias personales no son nada cuando se las compara con la destrucción producida por las grandes fuerzas de la historia…
El deseo de libertad y el de encontrar una comunidad no son siempre opuestos
R. No lo veo así. Para mí el final es irónico: incluso cuando las grandes fuerzas de la historia nos destruyen, las historias personales lo son todo para nosotros. De otro modo, ¿para qué contarlas?
P. 'El escritor de la familia' hace recordar una de las definiciones de Mario Vargas Llosa sobre la literatura: una mentira que permite llegar a la verdad. Novelas como Ragtime oHomer y Langley juegan con la exactitud de los detalles históricos en un intento de llegar a una verdad más profunda…
R. Bueno, Vargas Llosa no ha sido el primero en decir eso. En todo caso, en relación a ese cuento, me gusta pensar que el joven escritor aprende primero a través de su propia escritura, incluso antes de aprenderlo de manera consciente. El modo de pensar ficticio es un talento, un don. Las verdades que uno descubre así son tan confiables como las de la ciencia o la filosofía.
P. Uno de sus cuentos, 'Wakefield', trae a la mente a Hawthorne. ¿Qué cuentistas incluiría en su canon personal?
R. Hawthorne, por supuesto, pero también Joyce, Hemingway, Chejov. Hawthorne por su imaginación alegórica; Joyce, por el momento de revelación en torno al cual construye sus cuentos; Hemingway por lo mismo, pero también por su confianza en la frase declarativa simple. Todos ellos me han enseñado algo. Quizás Chejov es el que más me ha enseñado, sobre todo porque la suya es la voz más natural de la ficción. Sus cuentos parecen esparcirse sobre la página sin arte, sin ninguna intención estética detrás de ellos. Y así uno ve la vida a través de sus frases. ■

El relato vive una renovación y una revaloración



Regreso a casa
El relato vive una renovación y una revaloración en España. Autores, editoriales y lectores empiezan a recuperar la tradición de un género que tiene en esta época de celeridad y ciberespacio su mejor aliado


Todo era felicidad, hasta que una tarde abrió la puerta, cruzó la acera y se autodesterró en secreto en la calle de al lado. Vivió entre sombras ajenas y paseos furtivos frente a su antigua casa. Su mujer y sus hijos lo esperaron. Y alcanzaron a atisbar que la espera eterna puede ser un atajo hacia el olvido. En su enigmático exilio, el hombre veía con desdén cómo la vida avanzaba veloz a su alrededor y más lenta en su hogar. Una noche, después de más de veinte años de soslayar la realidad, sale de su habitación prestada, cruza la calle, fisgonea su casa y, de repente, sus pasos lo encaminan hacia la puerta. Toc-toc...
Ocurrió en una calle de Londres en el siglo XIX. Si se ha de creer a Nathaniel Hawthorne en Wakefield. Una historia que podría ser el cuento del cuento en España. Un género literario que vuelve renovado tras quedar en la periferia, sin explicación clara, a pesar de tener unas raíces importantes en este país. Casi un centenar de libros recientes confirma ese progresivo romance cuentístico iniciado entre autores, editores y lectores desde principios de esta década.
La nueva reputación del cuento se debe a que los autores han perdido el prejuicio a escribirlos y a las nuevas editoriales
Es su renacer y revaloración, en medio de la glorificación de la novela, tras años de ser soslayado mientras en el resto del mundo ganaba admiración y prestigio.
Y como al viejo Wakefield, que da nombre al relato de Hawthorne, al cuento se le ha abierto la puerta en España, pero no se sabe si le espera el mismo destino que a él.
Lo que es claro es que ha vuelto. Y la visibilidad de la recuperación de este romance es debida, según 16 escritores, editores y libreros, a la confluencia de factores químicos y físicos: los autores se han despojado de miedos y perdido el prejuicio a escribir historias breves y se enfrentan a él como a cualquier otro género; como reacción de algunos a las reglas impuestas por el mercado para dar una alternativa al imperio de la novela; por la apuesta de algunas editoriales, especialmente las nuevas; además de la bendición inesperada de las tecnologías emergentes como Internet y la blogosfera que parecen favorecer los formatos breves.
Perfecto ahijado y aliado de una época de prisas.
"La precisión, la intensidad y lo vertiginoso, que caracterizan al cuento de hoy, encajan con un lector apresurado porque la historia narrada es inmediata. Quizá esa precipitación del cuento refleje hoy el fraccionamiento y la rotura del ámbito psicológico del hombre actual", reflexiona Juan Eduardo Zúñiga, narrador de una premiada trilogía de cuentos sobre la Guerra CivilLargo noviembre de Madrid, La tierra será un paraíso y Capital de la gloria.
Se refiere a un tiempo donde el renovado interés y la reputación del cuento coinciden con que vuelve a ser un gran campo de pruebas en el arte de narrar con calidad, asegura Hipólito G. Navarro, autor de El pez volador.
Historias con un punto final movedizo. O inencontrable o inexistente. Hoy más que nunca el lector continúa en su imaginación esas narraciones que viven más allá de la última palabra escrita.
Cobran vida las centenarias palabras de Henry James de que el cuento "es el punto exquisito donde acaba la poesía y empieza la realidad". Precisamente, uno de los cambios más significativos del relato actual es que suele tener un pie en la realidad, en el mundo conocido mirado de frente, pero que en el instante más inesperado despega hacia territorios surrealistas insuflados de verdad, explica José Luis Pereira, propietario en Madrid de una librería dedicada sólo al cuento: Tres rosas amarillas, en homenaje al relato de Raymond Carver en el cual recrea el último día de Antón Chéjov.
Son dos autores clave en la evolución del cuento desde Edgar Allan Poe, uno de los padres del relato moderno, de quien se conmemoró el pasado día 19 el bicentenario de su nacimiento. Y junto a él varios autores en diferentes países, según el peruano Fernando Iwasaki, uno de los encargados de la edición, con Jorge Volpi, de Cuentos completosde Poe (en la traducción de Julio Cortázar editado por Páginas de Espuma). "Ese nacimiento casi simultáneo lo hicieron en el siglo XIX Poe en Estados Unidos, Baudelaire en Francia, Bécquer en España, Chéjov en Rusia y Machado de Assis y Ricardo Palma en América Latina".
Un big bang creativo cuya expansión muestra hoy un género que ha derivado en artefacto literario de precisión sin perder el alma. Reforzando el corazón.
A casi dos siglos de aquel estallido, resuena la idea de que en España no ha habido mucha tradición o valoración del cuento, sobre todo comparado con América Latina. "El mercado español ha apostado por novelas, pero parece que hay un descenso de interés en el mundillo literario, lo cual contribuye a una nueva valoración del cuento", afirma Javier Azpeitia, de 451 Editores, que promueve la escritura y la lectura de relatos a través de la publicación de libros en los que un grupo de narradores reescribe historias famosas o crea originales o hace antologías temáticas. Sin olvidar, agrega Azpeitia, que "ronda la idea orteguiana de que el género novelón no va a funcionar en el futuro".
La poca valoración del cuento en España puede deberse, paradójicamente, a su gran exigencia, asegura Navarro. "Puede estar en la pereza que da entrar en un mundo literario cada pocas páginas, mientras en la novela no. Un cuento requiere un esfuerzo continuo, estar más atento, ser cómplice e involucrarse más en la historia". Navarro se lamenta de que todos han estado un poco en contra de éste, y de que hay autores que se han preocupado por él sin que hayan sido atendidos por editoriales y crítica literaria.
"En España hay quienes se sorprenden de que el cuento tenga tan poca tradición siendo aquí donde se escribieron las Novelas ejemplares. Es un malentendido: los relatos de Cervantes son muy modernos, sí, pero pertenecen todavía a la familia del Decamerón", explica el colombiano Juan Gabriel Vásquez, creador de Los amantes de todos los santos. El cuento moderno, agrega, "el que nace con Poe, es otra cosa: un género nuevo. Y en este género a España le falta su Chéjov, su Borges. Es por eso quizás que ha tardado en encontrar lectores y practicantes. Pero los ha encontrado".
O recuperado. Como Wakefield, que tras extraviarse de sí y en sí mismo volvió a cruzar el umbral de su casa donde aún lo aguardaban. Había vuelto. Y quería recuperar el tiempo. ¿Con éxito?
Por lo pronto, el mundo en torno al cuento español sigue cambiando. "Aunque aún necesita cierto activismo, cierta beligerancia", anima el bilbaíno Pedro Ugarte, autor de Los traficantes de palabras y La isla de Komodo. Su experiencia es parecida a la de muchos autores: "Publiqué mi primera novela después de haber dado a la imprenta cuatro libros de cuentos y sólo entonces se empezó a considerar que yo no bromeaba. Había publicado muchos cuentos pero eso, en sí mismo, no me libraba de una provisionalidad envenenada y venenosa".
Una diferencia con América Latina donde, según Iwasaki, los escritores se pueden construir un prestigio literario tan sólo escribiendo cuentos. Y cita a Borges, Arreola, Cortázar, Denevi, Monterroso, Ribeyro "y a tantos autores que no han tenido que acometer una novela para ser reconocidos como grandes escritores. De hecho, los primeros libros de Fuentes, Donoso, García Márquez, Vargas Llosa y Cabrera Infante fueron libros de cuentos". Además de Rulfo, Onetti o Quiroga, y ahora una nueva generación de latinoamericanos, por todo el mundo que se enfrenta al cuento y la novela con el mismo placer y exigencia.
En España el género ha vuelto a enlazar con aquel estallido moderno de fuerza y espíritu renovadores nutriéndose de todos los espacios y tiempos.
Para empezar, los creadores han cambiado de mentalidad. "Las últimas generaciones de cuentistas nos hemos acercado al género seducidos por su grandeza, después de leer a los maestros (Poe y Cortázar, pero también a los españoles de los siglos XIX y XX, de Galdós a Tizón, pasando por Aldecoa y Matute) y convencidos, además, de que no hablamos para las paredes", afirma la zaragozana Patricia Esteban Erlés, responsable de Manderley en venta.
Eso no evita que aún haya narradores para quienes el relato sigue siendo un ejercicio, "ensayos para medir sus fuerzas y probar lo que será su estilo", admite Berta Marsé. Para esta barcelonesa, que debutó con En jaque, ese ejercicio puede resultar útil y muchas veces los cuentos son buenos pero otras veces no, "y puede que eso -publicar, entre novela y novela, ejercicios de cuentos guardados en el cajón- no ayude mucho a la hora de mantener el prestigio del género en toda su dimensión. Pero, para quienes el género es más que un ejercicio, y cada cuento es un fin en sí mismo, el modo de enfrentarse a él no debe ser muy distinto del modo en que te enfrentas a una novela; y no creo que el verdadero cuentista tenga en cuenta el prestigio del género elegido, sino la historia que va a contar y cómo lo va a hacer, porque es lo único que le importa".
Parte de eso se ha invertido. La potencia y el aura de reto literario que lo acompaña son tal que hoy los escritores también empiezan a escribir novelas entre cuento y cuento, arriesga Pereira, de la librería Tres rosas amarillas.
Aliados clave de este renacer son las editoriales. Sobre todo las nuevas y pequeñas que han hallado un espacio poco inexplorado en vista de que los grandes sellos suelen ir a lo seguro.
"Aunque poco, algo ha mejorado la situación en estos últimos años. A las editoriales consagradas -Anagrama, Tusquets, Pre-Textos- han sucedido otras que han tomado el relevo en la defensa del cuento y el descubrimiento de voces, como son Páginas de Espuma, Menos Cuarto o Caballo de Troya", considera el madrileño Eloy Tizón, autor deVelocidad de los jardines. No olvida la labor importante de blogs o la "floración", reflejada en librerías especializadas.
"Asistimos literariamente a una situación muy buena, excelente me atrevo a calificarla", afirma Juan Casamayor, de Páginas de Espuma, que cumple diez años apostando por el cuento. "La generación depequeñas resistencias (escritores nacidos después de 1960 de la que la editorial ha publicado antologías) agrupa a un conjunto de grandes cuentistas, que han leído muy bien a los escritores latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XX y han gozado de traducciones de obras indispensables en el género. Ello se refleja en importantes libros que han ido apareciendo en las últimas dos décadas".
Juan Cerezo, de Tusquets, cree en el cambio: "Hay indicios de cierta mejora: colecciones, editoriales, librerías, blogs, están insuflando nueva vida a un género que, al igual que la poesía, quizá no sea de ventas masivas, pero empieza a contar con lectores fieles, y entendidos". 
Precisamente un pequeño volumen de cuentos ha protagonizado, en los últimos años, uno de los fenómenos más interesantes del boca en boca literario de un autor desconocido: Los girasoles ciegos, único libro del fallecido Alberto Méndez. Y entre las obras más destacadas de 2008, según los colaboradores de Babelia, figuran varios títulos de relatos y novelas breves en todas las lenguas.
¡Ilusiona! Ésa es la principal cualidad del cuento, según Miguel Ángel Muñoz, escritor almeriense y creador de uno de los blogs más activos sobre el género (elsindromechejov.com). "Hay autores que persisten en la escritura de buenos libros de relatos, y logran como género una atención creciente, pero al tiempo contradictoria. Aunque haya editoriales especializadas en el cuento, no creo que el mundo editorial apueste más por él, y mucho menos si son escritores no muertos o no anglosajones. Los suplementos más importantes no dan visibilidad real al género, y el cuento se debate entre el amor de los nuevos escritores hacia él y una cierta indiferencia de sus posibles lectores, que, por no conocer esos libros, aún no saben que son lectores de cuento".
Cristina Cerrada tiene una opinión parecida. La creadora deNoctámbulos no está segura de que haya una verdadera apuesta editorial. Cree que se publican más cuentos porque la Literatura, "influenciada por las nuevas formas de comunicación que imponen fenómenos como Internet, o la blogosfera, se ha vuelto más portátil, fragmentaria y urgente. La brevedad es una consigna. Junto a la proliferación de novelones (impulsada por las grandes editoriales), está surgiendo un nuevo y creciente interés por el texto breve, nervioso y esquivo, refractario a las clasificaciones, no sé si hablar de cuento, porque es, en ocasiones, difícil de catalogar. En la era posmoderna, las novelas dejan de serlo para convertirse en yuxtaposición de fragmentos. En el caso de España, tenemos el fenómeno Nocilla, o editoriales minoritarias que apuestan por el relato como si de un género nuevo se tratase. Si esto continúa, puede que estemos asistiendo no sólo a un nuevo cambio del gusto, como sucedió en Europa durante el paso del Renacimiento al Barroco con la poesía y el teatro, sino a una pequeña pero necesaria revolución".
Y el ciberespacio confirma su revelación como un escenario decisivo en este impulso evolutivo d ela literatura.
Romance tempestuoso el de Internet y el cuento, reconoce Muñoz. "A través de bitácoras, revistas digitales y demás webs, el amante del cuento ha encontrado un club de encuentro libre de presiones y conveniencias literarias o comerciales. Un lugar para la sugerencia y el descubrimiento de nuevos nombres, que ha demostrado que había una necesidad de información sobre este género, "tan poco comercial" según las editoriales. Por sus características, ha beneficiado mayormente a la difusión del microrrelato. La historia entre Internet y el cuento es puro presente. En la red han cobrado vida literaria, hoy -que es lo que necesitan sus autores-, numerosos libros de cuentos muy valiosos que han sido completamente despreciados por los medios de comunicación convencionales. La influencia de las tecnologías en el futuro del relato es, hoy por hoy, eso: futuro".
Mientras se aclara el porvenir, escritores y editores advierten de que éste es un momento maravilloso y delicado ante el riesgo de publicación de obras de baja calidad. Aunque, sentencia Alejandro García Schnetzer, de Libros del Zorro Rojo, "mientras una novela mediocre puede ser exitosa, un libro de cuentos lo tiene más difícil, de él se espera que cada página depare alguna clase de felicidad, alguna mínima emoción".
Una fascinación que ha vuelto con entusiasmo a un país que es parte de la casa del cuento. Aquí vivió una primera gran transformación al final de la Edad Media cuando empezó a dejar su tono más oral, moral y religioso para iniciar su centenaria andadura de estilo más literario, según dejaron constancia autores como Don Juan Manuel y Arcipreste de Hita; y dio un gran paso a principios del siglo XVII con Cervantes, después con Bécquer y más recientemente con los escritores de los años cincuenta y algunos de los ochenta.
"Que esta época revalorice el cuento es una buena noticia", afirma García Schnetzer, "acaso sea un síntoma de que la lectura vuelve a ser exigente". Y los lectores decidirán si la vuelta a casa del cuento tendrá el mismo destino que tuvo Wakefield que, tras su larga ausencia, se convirtió en un marido amante.  ■

Cuéntame qué cuento leer




Seis grandes cuentistas hispanohablantes dan pistas sobre el género

Merino, Fernández Cubas, Shua, Peri Ross, Hidalgo Bayali y Marsé

Eligen autores que van desde los clásicos a los emergentes, del español a cualquier idioma.


“El cuento es una iluminación: o lo ves o no lo ves”, aseguraba José María Merino en una reciente entrevista con este periódico. Para arrojar luz que aclare el camino de los lectores en su elección entre los numerosos autores, títulos, estilos y épocas por los que discurre el género, el escritor y académico, junto a otros cinco grandes nombres del cuento en español, habla aquí de sus clásicos favoritos y sus más recientes descubrimientos.
Para Merino, que acaba de publicar la antología de cuentos La realidad quebradiza (Páginas de Espuma), La corista, del maestro ruso Anton Chéjov compone un ejemplo paradigmático del género. “Un cuento que parece muy claro, pero en el que, por muchas veces que lo leamos, siempre quedan aspectos no desvelados por el autor que despiertan nuestro desasosiego”. Entre los creadores contemporáneos en español, el escritor destaca la obra de Guillermo Busutil: “Acabo de leer su libroVidas prometidas (Tropo editores). Se trata de un ciclo de cuentos con personajes contemporáneos, palpables, en un escenario que es a la vez realista y simbólico, con una atmósfera muy conseguida y con historias inquietantes por su aparente cotidianidad, donde la síntesis nunca excluye el detalle significativo”. De lo último que ha caído en sus manos, una antología ha capturado su atención: Los nuevos nombres del cuento español (Menoscuarto, 2010). “Yo creo que es muy ilustrativa de la situación estimable del cuento español actual, con nombres como los de Oscar Esquivias, Patricia Esteban Erlés, Manuel Moyano, Ángel Olgoso...y muchos más”.
La uruguaya Cristina Peri Rossi, autora de títulos como Habitaciones privadas (Menoscuarto), traza una línea divisoria con Edgar Allan Poe, quien, en su ensayo de 1846 La filosofía de la composición estableció un decálogo del buen cuentista, además de marcar una analogía entre la poesía y el cuento basada en la economía de la escritura. “Antes de Poe se creía que el cuento era una novela abreviada, y él habla de una unidad de efecto por la que el cuento ha de tender a la sorpresa. Él cambió la concepción del cuento”, asegura. De los EE UU natales de Poe, el nuevo cuento pasó a principios del siglo XX a Latinoamérica a través de los periódicos, que reservaban espacio para la publicación de relatos. “En Argentina destaca Roberto Artl”, señala. En España, explica la autora, el franquismo puso freno al género, dejando el país “anquilosado” hasta hace pocos años: “Ahora el microrrelato está de moda, pero en Argentina y Uruguay ya lo estuvo hace 40 años”. Entre los nombres reconocidos, subraya los del mexicano Juan José Arreola (“Su libro Confabulario es una combinación de Kafka con Papini, con puntos de contacto con Borges”) y del estadounidense William Saroyan (“Influyó mucho en Juan Carlos Onetti”). De la escena emergente, se queda con la obra de la también estadounidense Lydia Davis: “Es la mejor cuentista del mundo. Un portento de lucidez y crueldad psicológica”.
“Poe, Maupassant, Kafka, Borges, Cortázar... ¿Cómo elegir? Y, sobre todo, ¿por qué elegir, si puedo tenerlos todos?”, responde Ana María Shua a la pregunta sobre su clásico básico. Prolífica autora de cuentos y microrrelatos, con títulos como la colección Que tengas una vida interesante (Emecé), la escritora argentina acaba de cruzarse con la obra de tres autores que, en breve tiempo, han sido capaces de imprimir una huella en su memoria: “Edgar Keret, el israelí loco que inventó otra manera de contar; Alice Munro, una vieja canadiense que se cree que un cuento se puede contar como si fuera una novela, ¡y lo consigue!, y Eloy Tizón, el cuentista español que toma al lector de sorpresa y lo derriba en cada párrafo”. Entre los jóvenes talentos que despuntan en lengua castellana, señala dos nombres: “En España, Isabel González, sin duda, con su libro Casi tan salvaje, escrito a estocadas salvajes sin el casi. En Argentina (pero publicada también en España), Samanta Schweblin, una genio, no se la pierdan, nieta literaria de Dino Buzzati. Con menos de 35 años, las dos ya son más que promesas”.
A Cristina Fernández Cubas, cuya producción se centra fundamentalmente en el cuento y el relato, la cuestión de los descubrimientos recientes le pilla con la memoria fresca. “Hace solo dos días he acabado de leer Al este de occidente, del búlgaro Miroslav Penkov”, cuenta la autora de, entre otros títulos, Parientes pobres del diablo (Tusquets). “Y hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien”. ¿Los imprescindibles de toda la vida?: Maupassant, Poe, y en español, Emilia Pardo Bazán.
Solo en el caso de verse en la tesitura de tener que elegir –que es el caso- Gonzalo Hidalgo Bayal se decantaría, entre los abundantes títulos en español, por Vidas sombrías de Pío Baroja y Los caballos azules de Ricardo Menéndez Salmón. “Los relatos de Vidas sombríasson a un tiempo tradicionales y de autor, barojianos (valga la redundancia), es decir, contienen por lo general un episodio que se justifica en sí mismo y merece por ello ser contado, por muy tenue que sea en algunos casos la trama, y, además, se ve tras ellos la mano o el sello de Baroja. Muestran, en suma, a un escritor joven (el libro es de 1900) intentando hacerse, a su primera manera, con una tradición narrativa. Los relatos de Los caballos azules, por su parte, tienen varios de los ingredientes que más me atraen en los libros de narrativa breve: tramas perfectas, hondura intelectual y exigencia estilística, algo, por lo demás, evidente en todas las invenciones de Ricardo Menéndez Salmón, sean breves o de extensión media”. En otros idiomas, y dejando de lado a los “obvios” –“Maupassant, Chéjov, Cheever, Carver, Munro, etc…”- un libro al que el autor de Conversación (Tusquets) regresa de cuando en cuando es Centuria, de Giorgio Manganelli. “También por alguna de las razones que apuntaba antes: la exploración ejemplar de los recursos, la eficacia estilística y cierta reflexión intelectual, para mi gusto, envidiable”.
Al cuentista, novelista y Premio Cervantes Juan Marsé, de entre los clásicos le atrae, sobre todo, John Cheever. ¿El cuento que le parece más reseñable? El sueño realizado, extraído de Cuentos Completos(Alfaguara), de Juan Carlos Onetti, un libro que comparte título con su más grato hallazgo en los últimos tiempos, una obra del estadounidense Bernard Malamud publicada por El Aleph. ■