domingo, 29 de abril de 2012

A LOS LECTORES, COLABORADORES Y AMIGOS


EL 1º DE MAYO VOLAMOS A BARCELONA DONDE PERMANECEREMOS HASTA EL 9 DE MAYO. UNA PAUSA EN EL TRABAJO DE ARTESANÍAS LITERARIAS Y ACOPIO DE LIBROS, DISFRUTAR DE LA AMISTAD Y PROBAR EL FRUTO AMARGO DE LOS "AJUSTES PEPEÍSTAS". 


EL 10 DE MAYO COMENZAREMOS A EDITAR EL PRIMER NÚMERO DE MAYO

UN SALUDO CORDIAL PARA TODOS,

ANDRÉS Y ESTER MANN

sábado, 21 de abril de 2012


ÍNDICE del 2º número de Abril de 2012

ARTESANÍAS  LITERARIAS
La revista que nunca duerme 
 Cuentos y poemas, textos literarios, ensayos, historia. 
Enviar mensajes y colaboraciones: cuentos, poemas, ensayos, material literario con un brevísimo CV y una foto  a:  
º º º º º

CONSEJO de COLABORADORES de

ARTESANÍAS LITERARIAS
                               
           
EDITOR: Andrés Aldao
           
SEC. DE REDACCIÓN: Ester Mann
                  
COLABORADORES:

Carlos Arturo Trinelli
                                                         
Amelia Arellano
                                                          
Celmiro Koryto
                                                          
Cristina Pailos

Marita Ragozza de Mandrini

Ernesto Ramírez

Ofelia Funes
·                       CINE ‘Losjuegos del hambre', una película brutal ...
·                       CINE: Detachment Responder lapregunta que le da ...
·                       CINE: Agnès Varda, "Es un mal debate el delcine ...
·                       Andrés Aldao Jossip Stalin; las dos caras de Jano...
·                        Antonio MuñozMolina   IDA Y VUELTA Ese chispaz...
·                       JUAN MARSÉ Juan Marsé Ayudante de laboratorio ...
·                       Elmer Mendoza Nacido en1949 en Culiacán, México. ...
·                       Heinrich Böll Heinrich Böll La amada no enumerada...
·                       Ester Mann Un novio “bien varón” Abriódespacio la...
·                       Andrés Aldao Crónica del PlanetaTierra (cuento de...
·                       GERARDO PENNINI Gerardo Pennini Lo Importante Es ...
·                       "YO ME ENAMORÉ DEL AIRE" otro cuento de Antonio T...
·                       Barrio de Sarria en Barcelona  Sonia Figueras y...
·                         ErnestoBustos Garrido Sobre el autor. El autor ...
·                       DANIEL SADA DanielSada  Nació enMexicali, Baja Ca...
·                       un cuento de Antonio TabucchiSueñode Dédalo, arqu...
·                       Guillermo Cabrera Infante  La visita (cuento) Por...
·                         Aníbal Jorge Sciorra (anisci) Argentina  (Bueno...
·                       Alejandro Drewes Alejandro Drewes UN PAISAJE Sab...
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·                       Marta Comelli Desmemoriarse Las heridas, sus e...
·                       CelmiroKoryto                                   ...
·                       HUMBERTO COSTANTINI Ellos Son tan bien, tan...
·                       NERINA THOMAS NerinaThomas Sabenmover muy bien ...
·                       KrystynaRodowska Ellapicero Sison los barcos ...
·                       Carlos Aprea La Plata, 1955. Publicaciones:"la in...
·                       Oscar Portela (poemas del libro "Claroscuro") <...
·                       ERNESTO RAMÍREZ Ernesto Ramírez a 42 grados a v...
·                        Esteban Torres Sagra Nació el veintede octubre ...
·                        José María Lima  (Puerto Rico, 1936-2009). Autor...
·                       Carlos Gardel - Adios Muchachos -Tango


CINE ‘Los juegos del hambre', una película brutal hija de su tiempo


El primer filme fruto de los bestsellers de Suzanne Collins, que está arrasando en la taquilla de Estados Unidos

Principio del formulario

En el adocenado panorama del blockbuster de Hollywood, Los juegos del hambre, que lleva cuatro semanas consecutivas en el número uno de la taquilla de Estados Unidos con 336 millones de dólares, brilla como una de las más asombrosas sorpresas de los últimos años. Basada en la primera parte de una popular trilogía de best sellers escritos por Suzanne Collins, el filme es un brutal puñetazo a las conciencias. La maquinaria multimillonaria de Los Angeles nos ofrece, y no es tan frecuente, un explosivo cocktail en el que una producción fastuosa, unos efectos especiales descomunales y todo el brillo de la industria más poderosa del mundo se pone al servicio de una historia que merece la pena ser contada, que te deja hecho polvo y te hace replantear cuál es la deriva del mundo en el que vivimos. Es mucho para una película notable con momentos de verdadera grandeza. 

Situada alrededor de finales de este siglo,
 Los juegos del hambre nos propone un futuro en el que se mezclan lo vintage con la imagineria del reality showy de una sociedad del espectáculo llevada hasta su último extremo. En ese futuro, Estados Unidos está dividido en 12 distritos surgidos tras una guerra civil. Para recordar ese conflicto y como forma de mantener a la población aterrorizada si se le ocurre volver a rebelarse contra el poder de un oscuro y malvado Capitolio,todos los años se organizan unos "Juegos del hambre" en los que se recupera la vieja tradición de matar a cristianos en el circo romano con los alardes hiperbólicos de los medios de comunicación de masas. En esos crueles "juegos" participan 24 chavales (una docena por sexo, una pareja por distrito) entre 12 y 18 años que son lanzados a un bosque para matarse entre ellos hasta que sobreviva uno para regocijo de un público aterrorizado y fascinado ante el espectáculo en crudo de los instintos más bajos del ser humano. 

El argumento parece una salvajada y lo es. La película,
 dirigida por Gary Ross, quien ya hurgara en las heridas y sombras del "american way of life" en su versión televisada en aquella espléndida Pleasentville, tiene hechuras de clásico sobre todo en la primera parte, cuando sentimos en nuestras carnes la angustia y el pavor de esos "juegos" a través de una niña de 12 años que teme ser elegida para participar en la competición y encaminarse a una muerte segura. La protagonista, Katniss Everdeen, interpretada de forma portentosa por una Jennifer Lawrence que da cuerpo y alma a un personaje arquetípico de "mujer dura" que en su piel adquiere otra dimensión, se ofrece como voluntaria para salvar a su hermana, esa niña muerta de miedo, y se encamina junto al inocente y noblote Peeta Mellark a matarse literalmente con otros adolescentes en un show televisado. A partir de aquí, la tensión se convierte en carnicería. El romance de la pareja de "tributos" (así se llaman los llamados al sacrificio como ofrenda a los muertos de la guerra) será el contrapunto romántico.Hay quien ha querido ver ecos de Crepúsuculo. No tiene nada que ver. 

Pueden rastrearse muchas influencias en
 Los juegos del hambre. Ese futuro alucinado y desquiciado recuerda al que Kathryn Bigelow describió en la magníficaDías extraños. La brutalidad de la persecución tiene ecos de Perros de paja, y esa Katniss Everdeen es casi un trasunto de aquel Dustin Hoffmann al que Peckinpah sometió a martirio en el clásico de 1971. Sin duda, la influencia de Gran hermano, tan alargada en la ciencia ficción desde entonces, se deja notar como en aquel show de Truman en el que Jim Carrey era un hombre reducido a cliché televisivo. En la estética, Los juegos del hambre plantea un futuro ultrafashion en el que sus protagonistas van vestidos como cortesanos de María Antonieta, no en vano hay ecos a la película de Sofia Coppola en las ropas, los peinados, los maquillajes y etc. Rodada con numerosos primeros planos (un crítico amigo dice, quizá acertadamente, para que se pueda ver bien el el Ipad) la película da miedo, aguanta la tensión durante dos horas y media y consigue tener el mejor desenlace posible. 

A estas alturas, el fenómeno es imparable y
 si no conocía esta historia, hágase a la idea de que va a ser imposible que continué ignorándola.Camino de convertirse en Estados Unidos en una de las películas más taquilleras de la historia del cine, las novelas, pues hay tres y aun faltan dos películas más por llegar, han vendido 26 millones de volúmenes en 33 idiomas. En España, la editorial Molino ya ha despachado 120.000 ejemplares y lógicamente esa cantidad aumentará cuando la película se estrene el viernes. En Estados Unidos, Collins consiguió que su historia acaparara el primer puesto en la lista de libros más vendidos y de películas más vistas al mismo tiempo. Es posible que algunos ataquen a esta película por su brutalidad. Los juegos del hambre deja mal cuerpo pero eso no es malo, todo lo contrario. Es cine que hace pensar, inteligente y profundo. Es la metáfora que necesita nuestra contemporaneidad. Salta a la vista que un mundo que atraviesa una crisis tan aguda no puede conformarse con otro Harry Potter. Son tiempos duros, y Los juegos del hambre cobra su pleno sentido como hija de su época.  ■



CINE: Detachment


Responder la pregunta que le da título a este texto es un poco complicado, al menos para su servidora que se ubica dentro de la categoría “corazón de pollo”. Tal vez haya lugares o situaciones en los que sea más fácil mantenerse al margen, evitar “sentir” o “preocuparse” por algo; sin embargo hay veces en las que es imposible no prestar al menos un poco de atención a determinado asunto, aunque no tenga nada que ver con nosotros. ¿De qué depende nuestro grado de interés en las cosas? ¿Será que conforme pasa el tiempo nos hacemos más indiferentes, incluso con nosotros mismos?
Seguramente este tipo de preguntas se las hizo Tony Kaye (Historia americana X, 1998) cuando pensó en hacer esta película cuyo título es simplemente Indiferencia (Detachment). Esta cinta forma parte de la Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional y para sorpresa de muchos (entre ellos yo), resultó más entretenida y reflexiva de lo que parece.
A través de la mirada de un profesor de literatura de secundaria, la película refleja la indolencia que existe en la sociedad actualmente. Henry Barthes (Adrien Brody) llega a dar clases a una escuela de niños problema en un espantoso barrio de Nueva York, lo cual ya es bastante complicado; sin embargo, debido a su semblante triste y actitud aparentemente apática, desde el principio nos damos cuenta que hay otra cosa que lo mantiene perturbado, deprimido y resignado. Algo que en gran parte se debe a la soledad y a un trauma familiar que arrastra desde la infancia.
Las semanas que permanece en esa escuela son más que suficientes para darse cuenta del pequeño universo en el que se metió, con maestros que también tienen conflictos personales además del que ya representa trabajar en una institución así; unos con una enorme vocación por enseñar y otros que lo hacen por mera necesidad. De igual forma, hay alumnos tanto problemáticos como sumisos; los que tienen interés por aprender y los que no quieren hacer nada con su vida. Y aunque esta situación pueda parecer ya muy choteada dentro del cine, créanme, no se parece ni tantito a las demás comedias de alumnitos y profes de medio pelo que abundan.
Por otro lado, la cercanía con una joven que Henry “rescata” de la prostitución y la relación con su abuelo que está internado en un asilo, y que por momentos parece que es solamente un “deber”, son dos factores que hacen que experimente sentimientos a los que no está acostumbrado en el mundo de la docencia y que indudablemente enriquecen la historia.
Es extraño, aunque el tema y la historia son bastante tristes, no es una de las películas que te hacen necesitar Kleenex todo el tiempo. No es esperanzadora, no es optimista, no tiene un final feliz y sobre todo, no pretende resolver nada ni dar una lección. Las relaciones interpersonales que se viven dentro de la escuela sólo son el ejemplo que ilustra lo que sucede en la realidad, y es esto precisamente lo que nos deja reflexionando y la razón por la cual la cinta debe ser vista.
Al final, Indiferencia resulta ser una de esas películas que debido a su carácter independiente y de bajo presupuesto, pasan sin pena ni gloria; sin embargo, cuenta con actores que vemos con frecuencia en cualquier producción hollywoodense como Lucy Liu, Christina Hendricks o el mismo Brody, quienes de vez en cuando se dan licencia para filmar una historia sólo porque les gusta y no por el dinero que recibirán a cambio.
Si tienen oportunidad de ver este drama en la Cineteca, créanme, seguro no se arrepentirán.


CINE: Agnès Varda, "Es un mal debate el del cine femenino"

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Gonzalo De Pedro | Publicado el 13/04/2012

Hace medio siglo una joven llamada Agnès Varda irrumpía en el mejor cine de autor europeo con el largometraje 'Cléo de 5 a 7'. Figura esencial de la 'Nouvelle Vague', es una de las supervivientes de aquella generación, de la que también formó parte su marido Jacques Demy. Autora de la aclamada 'Los espigadores y la espigadora' (2000), Varda recuerda en esta entrevista el camino recorrido desde la mítica 'Cléo de 5 a 7', que el Festival de Cannes proyectará restaurada.

Una comida como una clase maestra. Una sobremesa como una invitación a la vida. Y un adiós como una lección moral. Este texto comienza con una pequeña indiscreción: hace dos años, casi por azar, el que escribe tuvo la oportunidad de comer en casa de Agnès Varda (Bruselas, 1928). Obviamente, mi presencia allí no es lo relevante, sino lo que en esas horas pude aprender sobre ella y su cine. En torno a una generosa fuente de carne guisada Agnès reunió a hijos, nietos, colaboradores, amigos, visitantes azarosos y a todos los trabajadores (o sería más preciso decir trabajadoras) de su productora, Ciné Tamaris. 

La mesa de su casa-oficina de la parisina 88 rue Daguerre se quedaba pequeña mientras seguía sumándose gente a una cita en la que trabajo y vida no se entremezclaban, sino que se mostraban de forma natural como un todo:
 el trabajo de Agnès Varda pasa por aquellos que forman parte de su vida, su cine se nutre de forma natural de aquello que alimenta su día a día, y su vida se construye en torno a un trabajo que no es tarea sino oficio y dedicación. Aquella comida comenzó con unas palabras de Agnès dedicadas a todo el equipo que trabajaba con ella, y terminó como terminan las buenas sobremesas: diluyéndose en la tarde con el fluir natural de las cosas que no se acaban, sino que mutan lentamente. Exactamente como el trabajo de Agnès Varda, que en más de cincuenta años de carrera ha avanzado hasta alcanzar aquello que ya apuntaban sus primeras películas: un cine inseparable de la vida, interesado por las gentes, vital y siempre curioso por el fondo y por las formas. 


Abiertamente autobiográfica
Y aunque ella ya liquidara cuentas con su pasado en la espléndida Les plages d´Agnès (2008), su película más abiertamente autobiográfica, los cincuenta años del estreno de Cléo de 5 a 7 (1962), la película que le consagraría como cineasta, parecen una buena excusa para mirar atrás. Dos años después de aquella comida, una llamada telefónica confirma que Agnès no ha perdido el impulso que la mueve a trabajar con la misma alegría con la que vive: “No sé si tengo tiempo para entrevistas. Acabo de volver de China, estoy rodando en las afueras de París, y me vuelvo a marchar la próxima semana”. Pero encuentra el tiempo, y las respuestas llegan por correo electrónico: “Cléo de 5 a 7, para mi gran placer, se continúa exhibiendo mucho todavía y da bastante que hablar. Es una película que está viva en los cineclubs, en las universidades, en salas de arte y ensayo. Y ahora, en 2012, con la excusa de los cincuenta años, el Centro Nacional del Cine francés y el Festival de Cannes han puesto en marcha su restauración, que se presentará en una sesión especial. Obviamente, me hace mucha ilusión”. Agnès Varda estrenó Cléoen 1962. Ese mismo año, su pareja, Jacques Demy, filmaba La Baie des anges. Un año antes, François Truffaut había estrenado Jules et Jim, y dos antes, Jean-Luc Godard inauguraba oficialmente lo que se vendría a llamar la Nouvelle Vague conAl final de la escapada. Y aunque Varda siempre estuvo más cerca de los cineastas de la Rive Gauche, más políticos y militantes, que de los de la Nouvelle Vague, ese era el contexto cinematográfico en el que irrumpió la joven fotógrafa que había llegado al cine de manera no excesivamente premeditada. Después de una primera película hoy muy reivindicable, La pointe courte (1955), Varda se confirmó con el estreno de Cléo, que tenía, en apariencia, mucho de apuesta y tour de force: retratar en tiempo real dos horas (estrictamente, hora y media, la duración exacta de la película) de la vida de una mujer que espera los resultados de unos tests médicos. Aunque el redoble formal escondía otros intereses: “Mi idea era hacer una película en tiempo y geografía real, que pusiera en evidencia la diferencia entre el tiempo objetivo de los péndulos y relojes y el tiempo objetivo de las sensaciones. Y sí, efectivamente, es también una película sobre París, sobre el París de aquel entonces”. Esa vertiente documental, que en Cléo convertía a París, y a los rostros de sus gentes, en una capa, o casi personaje, más de la película, Agnès la iría desarrollando y ampliando con los años, para decantarse cada vez por las formas híbridas del ensayo documental de sus últimos trabajos. 
Cubista, audaz y generosa
Vista hoy en día, Cléo no solo sigue siendo una película cubista, audaz y generosa, sino que funciona para encontrar las semillas de lo que iría trabajando a lo largo de su carrera: una ambición formal exenta de pedantería, una libertad de escritura despreocupada, fugaz y lúdica, y un interés por cómo el mundo se refleja en nosotros. Pero especialmente la relación de Agnès con el cuerpo y el sexo de la mujer: porque si de algo habla Cléo es de la mirada en relación a las mujeres. 

No se trata de una cuestión de militancia superficial, sino de
 un interés real por la problemática femenina, tanto política como sexual y social, como demostraría en su cortometraje Réponse de femmes (Notre corp, notre sexe)(1975), un cine-tract (panfleto cinematográfico) que reivindica el cuerpo de la mujer como espacio inexplorado frente a los mitos de la feminidad idealizada. “Es un mal debate pensar que hay cine femenino, cine feminista y cine de hombres. Para mí hay un cine de simple representación y un cine que busque su lenguaje. Siempre he trabajado lo que llamo la cinescritura en campos tan diferentes como la ficción (documentada) de, por ejemplo, Sans toit ni loi, o el documental (de personajes) como Los espigadores y la espigadora”. Sobre su heterodoxia formal y su curiosidad innata, Varda afirma: “Desde hace unos años estoy viviendo mi tercera vida como artista visual. Se trata de una relación diferente con un público diferente, pero sobre todo, se trata de encontrar dispositivos que pongan en evidencia, de manera distinta, las relaciones entre imagen y sonido”. Casi una reencarnación que Varda simultanea con sus proyectos más clásicos, y que demuestra que el cine es capaz de encontrar vías de encuentro con el público: “En Sète, muy cerca de España, estoy exponiendo en el Museo Paul Valéry. Lo cual me permite presentarme como artista en la ciudad en la que rodé mi primera película. Y acabo de volver de China, donde un gran museo de arte contemporáneo, el Cafa, está exponiendo no solo mis instalaciones, sino las fotos que hice en China en 1957, una época casi desconocida para muchos de los visitantes”. 


Aliento político y social
A esa tercera vida como artista visual, nueva habitante de salas de exposiciones, museos y bienales de arte, pertenece el proyecto que está rodando en los suburbios parisinos, entre esos viajes de los que parece extraer la energía para seguir trabajando: un acercamiento a los sin techo, auténticos invisibles de nuestra sociedad del bienestar, que demuestra que mantiene intacto el aliento político y social que latía en Cléo. “Estoy preparando un proyecto para una exposición colectiva, que he titulado La chambre occupée (La habitación ocupada)”, afirma. “En una habitación semiderruida y abandonada instalaré un dispositivo para escuchar testimonios de gentes que se instalan en casas abandonadas porque no tienen otro lugar donde dormir. A menudo se les expulsa, y estoy tratando de reunir testimonios de esas gentes que viven con tremendas dificultades en una gran ciudad del siglo XXI”. 

Esa investigación que Agnès Varda pone en práctica en sus exposiciones no permanece ajena a sus películas, como demuestra la propia
 Cléo, y como ha demostrado su cine posterior, en el que su presencia, en escena, ha ido ganando espacio poco a poco, oficializando de cara al cine más comercial algo que el documental venía ensayando desde hacía mucho tiempo: la intrahistoria como vehículo para retratar el mundo, el
‘yo' como camino de un cine que asume lo imposible de la objetividad: “Como pedía a gentes en situaciones difíciles que me hablaran y dejaran que les filmara, y como siempre escribo y grabo yo misma los comentarios de mis películas, me empecé a permitir aparecer como la persona que filma, y que se implica en la aventura de su propio cine. Y por la reacción del público, especialmente de los jóvenes, veo que mi libertad de escritura y tono gusta mucho”. Y así, incansable, continúa trabajando: “Mi actividad constante crea cada vez más vínculos entre mi trabajo y aquellos que lo aprecian, y encuentro la energía en el placer que provoco y en la suerte de tener, a mi edad, todavía algo de fuerza e inspiración”.

Filmografía en tres actos

La pointe courte (1955). Mitad ficción, mitad documental. Un primer intento de combinar dos extremos que luego reconciliaría de forma ejemplar.

Lions Love (...and Lies) (1968). Cuando la Quincena de Realizadores de Cannes entregó en 2010 la Carrosse d'Or a Agnès Varda, proyectó la copia restaurada de esta joya hippie sobre la revolución sexual, Holllywood y la creación cinematográfica. El director Frederick Wiseman, que presentó la película, dijo que no le había gustado, y Varda le respondió: "Siempre has sido un carca". 

Los espigadores y la espigadora (2000). Que esta película se estrenara el mismo año que Tarnation, de Jonathan Caouetteno, es casualidad: las dos marcan un punto de giro en el cine digital, y en la aproximación autobiográfica del cine contemporáneo. Obra maestra.