jueves, 30 de septiembre de 2010


 César Vargas


CONSUELO GARCIA

Ningún fusilador resbalará en mis jugos.
C.G, pupila del prostíbulo La Catalana


Dame un himno sin triunfo
Consuelo
puta mía,
consuélame del viento
bala a bala.

Aquí en el sur del mundo
la dignidad alzó su escoba,
Apretó las rodillas, dijo NO.
Dame tu NO
            tu valentía,
consuélame, Consuelo,
madre puta,
dueña del esperma de cada fusilado,
dispara sobre el mundo
desde el fragor de tus riñones.
dispara sobre el frío
sobre los uniformes
de esta patria maldita.
No dejes de disparar
tu NO, tus escobazos,
que el crimen retrocede
ante la furia de tu sexo,
que resucita el aire, la justicia,
enséñame a ser hombre
puta mía,
dame el amor
dame la risa
quítame las armas de las manos.


César Vargas
CLAUDIO SELLAN

 

( Santiago del Estero- 1975). Reside en Córdoba.
 
       xxxvi
 
En qué noche tuvimos
el primer miedo
Acaso fue cuando ya reconocimos todas las sombras
Acaso fue cuando no teníamos por qué mirar en la nada del
todo
Acaso fue cuando la oscuridad es otra luz que ilumina el rostro
detrás del rostro
Acaso fue cuando el miserable silencio de los ojos interrumpe el
escueto trabajo de la muerte
Acaso fue cuando por el sueño
Otros hombres pasan repartiendo letras y sonidos que no
soportamos
Pero el miedo/
Arrasa

Como el gran murmullo de las arenas
Como un reloj colgado en el silencio
Como un hombre solo que lee
El miedo
Pasa repartiendo poesías
Como la noche pasa repartiendo miedos.
 
   de " La ciudad imposible al 2800"
 
   corresponsal Susana Zazzetti
Andrés Aldao

ASERRÍN...ASERRÁN...

Si yo tuviera treinta condiscípulos
y una maestra y un chocolatín,
iría de nuevo al Jardín.
Entonces el purrete que llevo en mi hombría,
mataría a aquel hombre que hubo en mi niñez
.
                       Homero Manzi



º º º º º

Aserrín... Aserrán...
        
Pensó perplejo que quizás
todo el pasado era un sueño,
no sólo el suyo sino también
el de la humanidad y el del uni­verso,
y que en ese momento en que creía
recordar hechos reales no hacía más que
soñar que recordaba,
que soñar que recordaba sueños.
(Responso − Juan José Saer)

Hace bastante tiempo había resuelto recopilar aquéllos de mis relatos que recogieron elementos anecdóticos de mi niñez y la adolescencia. Tentativas malogradas... Cuando recobraba los recuerdos, me parecía contemplar un atardecer con mirada perdida, dejándome envolver por esos reflejos dorados y rojizos del horizonte de la infancia. Y como tantos otros, que me acompañaron en las tardes de la pubertad, o cuando los primeros estertores de las madrugadas, que me procuraban orgullo por el simple hecho de despertar y echarme al patio antes de que mi viejo se levantara... Para sorprenderlo; para preparar el primer mate  del día y hacerle sentir que era su hijo; para compartir, disfrutar y arrebatarle, orgulloso (para mi, después...), el ejemplo cotidiano de su condición de clase, de obrero disciplinado y fiel hasta su último día de vida proletaria... Que así era mi padre. Mas fueron intentos inútiles. La pluma no se compadecía de los recuerdos ni aceptaba mis decisiones. El empeño quedó a la expectativa, atascado en la imposibilidad de darle vigencia. En mi último regreso de Buenos Aires, aburrido, enervado e impaciente, me dejé llevar a rastras por evocaciones que se disgregaban y me conducían a la infancia, al pasado. Entonces redescubrí que las anécdotas que transporto en mi alforja están incorporadas, una a una, en todos mis escritos, en las páginas que fui garabateando en los últimos doce años, donde se mezclan aventuras que ocurrieron, y otras que fueron arrebatos, sueños, fantasías.
No tengo intención de escribir mis memorias, apilarlas sobre estantes prolijos en un orden meticuloso. No aspiro a que este libro se convierta en un aséptico relato de fábulas cruzadas por poca realidad y exorbitante fantasía.
Entonces, entonces... Se me dio por releer casi todo lo que he escrito sobre añoranzas de la niñez. Allí encontré las secuencias que jalonaron la historia de mi vida, la de un rusito hijo de inmigrantes que se aferró al día a día rioplatense, que aprendió el lenguaje de la calle, los juegos de la calle, el alma de la calle, el dios de papel glacé de la calle, la delicada caricia del papel picado de la calle, y el abrazo profano y cariñoso de las serpentinas de la calle, de las calles adoquinadas de un Buenos Aires remoto y poco más que inexistente. Que marcaron mi vida con esas suturas de la infancia; con el humo del cigarrillo de diez guitas; con el funyi de los magnos pelandrunes acodados en el estaño de los cafés, empuñando los tacos que amenazaban la integridad del paño verde... Y los vaivenes de las minas que rajaban a la milonga, taconeando sobre las vereditas del barrio. Y yo, el pibe republicano de  Caballito, compartiendo fascinado e ingenuo, las indelebles y maravillosas filigranas que me marcaron para siempre...
Fue redescubrir la historia simple y memorable de los años treinta y cuarenta. Mi tarea, por lo tanto, es la de juntar a todos, soldar los requechos de aquellos episodios, consentirme algunos retoques que no disipen los recuerdos y no quieran convertirlos en coartadas embusteras e irreales  Andrés Aldao, enero, 2008



Publicamos este libro por entregas semanales.
(Cine) TANGO: UNA HISTORIA CON JUDÍOS

Director:  Gabriel Pomeraniac
Guión: Jose Judkovski (actualizado de su propio libro)

Presentado en el festival de Haifa el martes 28/09/2010 

El tango es un lenguaje musical y coreográfico que se convirtió en una parte  inseparable de la cultura popular del Río de la Plata. Diversas  influencias se unieron para enriquecer el tango: las orillas de Buenos Aires, los esclavos traídos de Africa y los inmigrantes del este europeo y de la cuenca mediterránea.
La película documental de Gabriel Pomeraniac presenta un aspecto poco conocido en la historia de esta rama musical que ya es muy popular, la importante influencia judía en las inicios y en el desarrollo del tango. Los judíos que emigraron del este europeo y llegaron a Buenos Aires a fines del siglo XIX, buscando un refugio seguro, encontraron en la ciudad un crisol de culturas y razas. Los judios trajeron la música "kleizmer" alegre y lírica a la vez, uno de los fragmentos más importantes de la cultura "idish", que influyó  decididamente en el corazón del tango. Judkovski nos trae historias familiares, cuentos olvidados, partituras musicales  y anécdotas graciosas que, esparcidas con manos de artista por el director, cautivan al espectador y lo sumerjen en una historia aún no contada. Uno de los ejemplos es la historia del tango PLEGARIA , el consuelo que llevó a las personas en los campos de concentración.
Gabriel Pomeraniac cursó sus estudios de cine en la Universidad de Buenos Aires, trabajó como fotógrafo en EEUU y en otros países de America Latina. Trabajó en publicidad. Este es su primer largometraje
José Judkovsky, flamante académico de la Academia Porteña del Lunfardo, es un conocido investigador del tango, y escribió tres libros sobre el tema. La película está basada en uno de ellos. El cuarto libro, El TANGO: los judïos de Europa Oriental será presentado el martes 5 de octubre en el Instituto Cervantes de Tel Aviv, a las 19.30. 
Artesanías Literarias

lunes, 27 de septiembre de 2010


Isabel Ali ha sido premiada en España con la edición de REFLEJOS REVANCHAS REVESES, un libro con 39 cuentos creados por la pluma de ISA, mejor dicho, escritos con su mano derecha y forjados en su pensamiento, en la experiencia de su vida, en el azahar de la vida cotidiana, o mientras su casa se iba quemando con fruición y ella, atrapada por una idea que iba transformando en cuento, los bomberos le decían: señora. córrase o se va empapar toda.


¡Esta es ISA, la que no habla tanto pero hace y escribe mucho. Isabel Ali es una proletaria de la palabra, una "tejedora de vientos" y una bordadora de palabras.


Isa, mejor que blablear es crear. Todos los que te queremos te mandamos un fuerte abrazo. Y adelante con los faroles literarios.


Andrés Aldao, el páandrés

domingo, 26 de septiembre de 2010

Mercedes Sáenz


DICEN

Es oscura la tarde para verlo salir, camina la costa y como una sombra que ya es, su espalda se perfila contra la luna oscura. Apenas se lo ve.
Hace equilibrio con los brazos para caminar las piedras salpicadas con barro seco, como si Picasso hubiera apoyado las manos alguna vez allí, olvidando su vanidad sin importar si el agua al azar va a llevárselas despacio
El río pasa debajo de sus pies levantando unas pocas ramas que le servirán para el fuego. La única luz que titilará será bajo el puente.
En apenas un rato la mano izquierda acomodará un poco de carne sobre un pedazo de reja y los perros y gatos van a rondar cerca,  no se oirán las ratas.
En silencio desnudo los colores indigentes recorren la costa, orgullosos de los dioses de la tierra  que los miran y él se sentará a leer un libro en inglés con el sombrero que le tapa hasta debajo de la frente.
Él se viste con los colores de esos dioses y  usa la misma la ropa de abrigo y de toalla y de domingo y de noche...
Quise acercarme más de una vez.
De nada sirvió que tardes y tardes escribiera sentada en sus orillas.
Sé que lo que más odia son las bolsas flotando cómo babosas y las botellas de plástico. Varias veces delante de él,  creyendo que de alguna manera me miraba, con algún palo largo las saqué del agua con ese gesto de niña de querer hacer las cosas bien porque sus maestros están mirando. Nunca creyó en mi anzuelo mentiroso.
No le conozco la voz, ni la queja, ni el sonido de boca seca con que se espanta a un perro.
Dicen que donó su casa y todo lo que la rodeaba para que construyeran el puente. Que los ingenieros se volvieron marionetas de sus propias teorías porque cierta cantidad de metros no se podían tocar. Y nunca se movió de ahí para cerciorarse de que su mujer,  enterrada allí, descansara en paz.
Limpiará el río como pueda todas las mañanas y alguna vez más tratarán de sacarlo porque no es bien visto para los miles de turistas que circulan por aquí.
Dicen, dicen…y él es el protagonista de mi novela y él no sabe, y él no sabe, no me deja hacérselo saber…
Mi novela termina con un cadáver flotando en el río, boca abajo, y jamás se le ve la cara.
Dicen, dicen, que alguien en mi nombre la terminó así.

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(a Mercedes Sáenz, MUCHAS GRACIAS, llega en buen momento). 




EDUARDO CICHY



      S/T
 
Todos los domingos
tienen ese regusto particular
                      del día  usado.
El viento suspira apenas
fatigado de sí mismo.
La luz
no es la luz
sino el pálido reflejo
de las jornadas que pasaron.
Siempre amanece tarde
y anochece más temprano
esforzándose por convertirse
nuevamente en lunes.
 
Nada cambia.
Hasta tu ausencia permanece.
 

 
      S/T
 
Lejos de sí mismo
mugriento y agrietado
el pordiosero
se recuesta sobre un banco
                            de la plaza
y se cubre de trapos viejos.
Como una frívola muestra
del tormento eterno
inconmovible
se aferra a ese mutismo perpetuo
propio de los que no tienen
                     nada más para decir.
 
       de " Cuatro veredas"
 
 
     corresponsal Susana Zazzetti
 
POETAS DEL INTERIOR DEL INTERIOR
 


Ah! sos del interior. Y la mirada del emisor lo recorre entero. Luego se aleja. Allí es donde mueren las palabras.
 Ahh! sos del interior del interior:  burro que come pasto que viene a quitarle trabajo a los de la capital." ( Expresión literal, reciente, de una vedette ( argentina) a un participante cordobés ( argentino) en un programa nocturno emitido por un canal capitalino. Y ésto sucede. A veces. Es entonces cuando la gente del interior o del interior del interior ( como yo) siente culpa, o como un castigo por serlo, o como si estuviera cometiendo un pecado. Y duele. Ojos que no ven, manos que no se tienden, expresiones que niegan el arte y le ponen freno, criterios de exclusividad y egoísmo que sepultan el valor de lo popular, lo culto, lo cotidiano, lo exquisito. Cercan toda manifestación artística que no se produzca en los grandes centros. Un dedo que baja ignorando, desestimando; arte condenado a la ignorancia. Una impotencia aguda se arremolina en los corazones de los " desheredados". ¿ Cómo exigir o pedir atención? ¿ Cómo ganar una mirada de reconocimiento a tanto artista valioso? Éstos, los que hacen a la identidad provincial, con su enorme esfuerzo creativo, talento innegable, aporte riquísimo en su manifestación humana. Por eso hoy aquí están algunos de ellos. Son, existen, más allá de toda negación, viven creando magia con colores, paletas, pinturas, notas musicales, expresión escrita. Interior del interior: arquitectos anónimos en pentagrama mayor, arco iris persiguiendo hasta encontrar a la palabra. Susana Zazzetti.
 
ALICIA BEATRIZ QUIROGA. ( Corralito ( Córdoba) 1959.). "Memorial de la carne" "Homenaje" "Antologías"
 
       Mi madre que pregunta...
 
Vamos, dije,
a comprar pasteles de uva y harina
a la esquina plana del abandono.
Prometo, dije,
inventar el amante, antes que el día
sea un horizontal bostezo en tus tardes.
 
Lo único sin condición
        tu regazo y mis lágrimas.
En tus hombros, perfil de chañar anochecido,
abordé el viaje de esta libertad,
         dolorido flanco derecho,
fue el dolor y la pregunta del encuentro.
El abrazo
          desarmar de equipajes o desentierro de gorriones
           o trozos de rodillas
                    -refractado espejo del jornal-.
Todo es tuyo
            muerte de muñecas:
abismo de las manos entre yo y el barrilete:
pezón de luz tragando el primer beso junto al aljibe.
Todo es tuyo
               primigenio pecado de un poema:
el camisón estampado celebrando un sueldo,
el camino ganado a las tiendas de nidos flojos
de amasar flores perdidas y chingolos casi vivos.
Todo es tuyo
hasta el silencio, cuando dices
cansada y dominical
              " Nunca te escuché cantar,
              ¿ será que siempre estás triste?
 
******
 
MANUEL ESNAOLA.  ( Río Tercero. ( Córdoba) . 1984).  "Antologías".
 
      GINEBRA
 
            a J.L.B. in memoriam
 
Duermes
de raíz y de sombra bajo la tierra
mojada
en la lluvia subterránea
atravesado
         sin palabra tú
por los tentáculos
de cierto árbol
que no ha muerto
 
Duermes
obligado y extendido
entre las hierbas
atrapado
sin sueño y sin papel
abajo
oyendo las zancadas
del mundo
y el chasquido sordo
de la pala cortando el suelo.
 
Duermes
descalzo y ciego
entre la niebla
aterido
los ojos llenos de arena
buscando ( es tu condena)
con las manos muertas
entre gusanos y raíces
y sabiendo que es en vano
el anaquel y los libros.
 
******
 
CESAR  "LEÓN" VARGAS. ( CANALS ( CÓRDOBA) 1954). " Córdoba negra" " Ciclo de poetas" " El libro de la alegría" " del epitafio a la alegría" y varios más.
 
      ESMIRNA
 
Ella repetía mi nombre
cayendo hacia el abismo
desde el goce,
y yo quedaba aquí,
en la revuelta llanura de la sábana,
mirándole los años tan escasos,
la sonrisa perpetua,
-duele lo dulce- decía al regresar
buscándome lo torpe
pero yo sólo podía besarla, llorando por mi vida,
en ese octavo piso,
mientras, sobre el suelo, lento,
se le arrugaba el uniforme
de la escuela secundaria.
 
******
 
CLAUDIA DE LOURDES TEJEDA. (Alta GRACIA ( CÓRDOBA). 1969)  "COMO RACIMO DE ABEJAS"
Antología".
 
          Adiestramiento  ( microcuento)
 
 Mi madre me enseñó a mantener cortas las garras, a pulirlas, a pintarlas de colores, disimularlas tan bien que todos creen que son uñas de manicura.
  Debo afeitarme las plumas tres veces al día y evitar los graznidos. Todo para ser este canario de rapiña en el espejo.
 
ANA MARIA MAYOL

 

(La pampa. Reside en San Martín de Los Andes ( Patagonia).) " Riconto" "Ventanas rotas" "Poemas pájaros"
 
    Mi sombra juega
 
                    " La sombra/ un pedazo que se / aleja/ camino de otras playas."
                                                       Vicente Huidobro
 
A veces parto
salgo de mi cuerpo
 
busco otro puerto
donde anclar los ojos
 
y mi sombra se queda
       en un costado
juega a ser yo.
 

 
      Intento la memoria
 
Yo me busco en la sombra
en los otoños
junto imágenes plumas
                    las convierto en alas.
Me busco en los silencios
que derraman tus ojos
en los ojos de las otras mujeres
que me habitan.
 
Me busco entre la sangre derramada
en las esquinas de las ciudades nuevas
en las manos
             los gestos.
Me busco dentro de los espejos/
dentro del grito
de un poema lanzado al viento
 
en las palabras dichas
en las que calla el olvido
 
intento la memoria.
 
      corresponsal Susana Zazzetti
 
Miguel Abalos - Manías


Creo que todos los seres humanos tenemos nuestras manías -por llamarlas de alguna forma- que en el correr de los años van en aumento hasta que se convierten en algo casi patológico. Por ejemplo cuando después de cerrar la puerta -desde afuera cuando se sale o desde adentro para irse a dormir- se verifica en más de una oportunidad si quedó bien cerrada, tratando de disipar la duda de haberla dejado abierta.

Fue el caso de Andrés Peralta, que ese verano de iba de vacaciones con su mujer. Ya llevaba recorridos ochenta kilómetros rumbo al este -concentrado en el tránsito de la ruta y con la mirada atenta a la raya blanca que divide la carretera en dos- cuando empezó a repasar mentalmente si había dejado las cosas en orden en la casa vacía. Cada vez que se iban por muchos días, la preocupación por dejar todo en condiciones lo ponía muy nervioso.

Pensó en la llave general del agua; una avería en la cañería de entrada podía provocar una inundación, ¿la había cerrado? "¡Claro que sí! -le dijo su otro yo- te arañaste la mano derecha con las espinas del rosal que cubre el contador". Andrés se miró el rasguño complacido, le comprobaba el cierre de la llave.
¿Había bajado las persianas? Sí. Una de ellas se le trabó y tuvo que hacer fuerza, apretándose un dedo que todavía estaba hinchado. ¡No había duda! Ahora su mente fue al contador de la luz, que estaba en una parte alta. Usó la escalera chica, estiró el brazo para apagar la llave y se golpeó el hombro contra la pared. Aún le dolía… eso también estaba bien.

Ahora trataba de recordar el momento en que había cerrado la llave del gas. Febrilmente, buscaba un indicio que lo llevara a la total seguridad de haberlo hecho. No iba a suceder nada pero, un pequeño escape podía convertirse en un peligro… imaginó la casa explotando en mil pedazos. Estaba en plena ruta, en medio de un tránsito intenso y rápido. Trató de serenarse… sin lograrlo. Dos minutos después, dándose cuenta que su inquietud iba en aumento, detuvo el auto en uno de los descansos de la carretera.

-¿Qué pasa? -preguntó su mujer-
-Creo escuchar un ruido en la parte de atrás -mintió-

Miró las ruedas y abrió la valija del coche. Respiró profundo tratando de calmarse y poder continuar el viaje en paz consigo mismo. Su otro yo -que a esa altura se había convertido en un irónico indeseable- le decía: "Sos un idiota, tanto cuidado y no cerraste la llave del gas, ¡es para no creer!, justo vos que sos tan cuidadoso".
Volvió al volante y le dijo a su mujer que el ruido era un bolso que estaba mal puesto.
No lograba equilibrarse. Tomó la decisión que le revoloteaba la mente y preguntó:

-¿Vos cerraste la llave del gas?
-No. Nunca lo hago, siempre te ocupás vos. ¿Te olvidaste?
-No, no. Todo está bien.

Un momento después -a cien kilómetros por hora- se incrustaba en la parte trasera de un semiremolque.
Cuando despertó ya no estaba en este mundo. Observando "desde fuera", se tocó la frente y se encontró un pequeño chichón… ¡El golpe contra la pileta cuando cerró la llave del gas…! ¡Ah! ¡En la casa todo quedó en perfectas condiciones como para estar tranquilo! Ahora lo único que lamentaba era el accidente.

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